Santo (Netflix)

Netflix tiene en ‘Santo’ otro producto cooperativo, esta vez hispano-brasileño, con un mismo objetivo claro: conseguir unificar los mercados europeo y latino para maximizar su inversión; invertir menos dinero, a cambio de obtener un mayor retorno. El problema es que, como con los demás esfuerzos hechos en este mismo sentido, el producto final no está a la altura de las expectativas.

‘Santo’ tiene una apariencia visual resultona, la producción es por medios evidentemente ambiciosa, pero… el desarrollo de la trama cae en múltiples tópicos y clichés, la historia resulta narrativamente confusa, los personajes carecen de una personalidad propia y, especialmente, la dirección de escenas es lamentable en no pocas ocasiones. A este caos, omnipresente durante los seis capítulos de la miniserie, contribuye la mejorable gestión de los innumerables saltos temporales con los que juega; principal recurso para darle dinamismo a una miniserie en la que el diálogo insulso campa a sus anchas.

‘Santo’ nos parece un quiero-y-no-puedo resultón, en cuanto a la inversión y al esfuerzo realizados en su producción, pero totalmente improductivo en cuanto al interés y originalidad de su historia

Además, los personajes son esencialmente prototípicos de los dramas policiales como éste que, aunque se nos intente colar por en medio una presunta trama de tintes religioso-filosóficos de la que pocos indicios hay, es de lo que se trata.

Pues Santo es un ignoto delincuente al que todo el mundo teme por sus presuntos poderes y legitimidad “santa”, al que persiguen, de formas diferentes, dos policías: el brasileño Cardona (Bruno Gagliasso) y el español Millán (Raúl Arévalo). Con tramas paralelas durante buena parte del metraje, los dos personajes no hacen más que dilatar sin dirección una historia que, débil en cuanto a su punto nodal (Santo no es más que una débil justificación), pocas veces encuentra un sentido a lo que quiere contar.

Otro lastre está en las escenas de acción. Llamativamente desiguales, la serie te puede regalar igual una buena persecución (parecidas a otras ya vistas, por cierto) como, poco después, abochornarte con una escena de violencia que ni un niño chico se creería -máxime si hablamos de tipos duros y experimentados como los que, supuestamente, tenemos aquí-.

Una dirección prototípica y un guion deslavazado

Lo mismo podríamos decir del sexo, incorporado forzadamente y con una dirección más de thriller erótico de los noventa que de otra cosa, sonroja verlo cada vez que se nos ofrece.

De forma que ‘Santo’ (Netflix) nos parece un quiero-y-no-puedo resultón, en cuanto a la inversión y al esfuerzo realizados en su producción, pero totalmente improductivo en cuanto al interés y originalidad de su historia. La producción ambiciosa no es suficiente para remontar una dirección prototípica, incapaz de sacarle todo el jugo a los solventes recursos con los que contó; un guion deslavazado en cuanto al uso de los flashbacks, que a cierto punto solo es capaz de recurrir al corta-y-pega para explicar ciertas cosas; o una construcción de personajes tan deslavazada que hasta los protagonistas no parecen otra cosa que una desquiciada amalgama de atributos mal compuestos.

¿Una segunda temporada?

De forma que son los apartados técnicos, fundamentalmente, dónde la serie sí consigue ser sólida sin sorprender (decisiones de doblaje a un lado); dejando los creativos ya para otro momento.

¿Habrá segunda temporada? El forzadísimo final queda abierto para que así sea. Pero, en la actual política y situación de la plataforma, no sabemos dónde encaja una serie en tierra de nadie en cuanto a personajes y con una historia que, aunque dándole alguna vuelta sí podría ser otra cosa, sin esas cabriolas poco más puede dar de sí. Veremos…

Nota: 4/10

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Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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