The Wicked & The Divine: Invención maternal es la séptima entrega de la serie de Kieron Guillen y Jamie McKelvie (junto a Wilson). Como de costumbre, Norma Editorial es quien trae a España esta séptima entrega, con una cantidad de páginas ligeramente más elevada que los tomos anteriores.

En esta nueva entrega comienzan a establecerse los cimientos de todo este misterio. Poco a poco, todo aquello relacionado con el Panteón comienza a encajar, a tomar forma: desde sus inicios hasta la actualidad. Y no es para menos. La portada de esta entrega sitúa como protagonista a Ananké

Este tomo empieza así: hace 6000 años, el lector puede ver a una ya anciana Ananké huir de alguien que quiere matarla. Cansada de huir, decide esperar su fin. Pero antes, tiene una conversación con su asesina, y sin dar muchas explicaciones, comienza a establecer una especie de acuerdo que está relacionado de una u otra forma con el Panteón.

Con estas breves pinceladas, los autores otorgan a este número un peso crucial. Y es que esta parte de la historia ira saltando entre años, entre momentos y entre diferentes Panteones, para mostrar una serie de piezas que en algún momento del todo encajarán.

Así, el lector conocerá un poco más a fondo lo que ocurrió en las primera páginas de The Wicked & The Divine: el acto faústico, donde fuera de contexto se muestra en las primeras páginas una reunión entre los miembros de un antiguo Panteón, justo antes de desaparecer.

Mientras, entre todos los saltos temporales de Invención Maternal, en el presente las cosas se van resolviendo y complicando más. Por un lado, Woden ha descubierto algo que desconocía, y le obliga a actuar. Mientras, se descubren facetas ocultas sobre otros dioses, y amigos comienzan a enfrentarse. Cuanto más cosas descubre el lector, más complicado se vuelve la situación para los dioses.

Kieron Guillen, titiritero.

En cada post sobre The Wicked & The Divine se habla de Guillen como de un genio que conoce a la perfección y desde el principio el entramado detrás de cada uno de los personajes. Esto parece lógico y redundante. Al fin y al cabo, él es el guionista. Pero lo normal es que en una serie tan larga, el guionista tenga unas ideas básicas de hacia donde quiere llevar su obra, o que quiere que le ocurra a los personajes. Pero la sensación que despierta Guillen tras cada número es que diseñó absolutamente cada viñeta, cada diálogo, y cada detalle por ínfimo que fuera antes de comenzar a escribir el borrador del primer número.

Es posible que no sea así, que ambos creadores (Guillen y McKelvie) hayan ido solucionando problemas y dificultades conforma se publicaban nuevos números. Es posible, pero no es la sensación que uno tiene tras leer cada volumen. Y mucho menos The Wicked & The Divine: invención maternal.  Y es que aquí, cada pequeña pieza y pista que han ido mostrando a lo largo de la serie, comienza a unirse y a entenderse dentro del gran tapiz que pretende ser está historia.

Guillen juega muy bien, alternando escenas pasadas con escenas presentes. Pequeños elementos narrativos a nivel de estructuración de viñeta (1,2,3,4, quien esté leyendo esta serie, lo entenderá) comienzan a tener sentido a nivel de historia.

La evolución y el comportamiento de los personajes se adapta al momento y la situación que viven. Personajes que en un primer inicio parecían planos, se muestran con matices, con secretos y preocupaciones.

Kieron Guillen es el artifice de una obra que, número tras número, ha conseguido dejar al lector con ganas de más pero que, en esta séptima entrega, se ha declarado el cercano final de esta increíble saga.

Un dibujo a través de las eras

Jamie McKelvie es el otro cuarenta por ciento de The Wicked & The Divine (más tarde cuadrarán las cuentas). Su estilo de dibujo es parte fundamental de está historia. Por no hablar que la idea es trabajo de ambos. Pero sin duda es su dibujo lo que más llama la atención de esta serie.

La premisa es increíble, de eso no hay duda. Pero lo que engancha de primeras es el dibujo, esas portadas con los rostros de los personajes, recordando a algunas portadas de las revistas sobre famosos más conocidas en Estados Unidos, como ciertas publicaciones de la revista Time.

El estilo de dibujo es increible. Y en este tomo McKelvie ha tenido que disfrutar. Esta entrega es un recopilatorio de épocas, de vestimentas y de culturas. Con decenas de viñetas similires, en las que sólo cambia el fondo y la vestimenta (y la postura de alguno personaje), lo interesante para el artista ha sido el viaje por las épocas, estilos de vestimentas y demás elementos que reflejen la cultura y el momento histórico en el que se encuentra la escena.

Eso, y las increíbles escenas de acción que tienen lugar en este tomo, con un brutal enfrentamiento como protagonista que alterna de forma horizontal momentos de la batalla con escenas del pasado de los combatientes.

El otro veinte por ciento de The Wicked & The Divine…

…y posiblemente sea quedarse corto. y es que Matthew Wilson le da el toque que termina de hacer mágica esta historia. Si Wilson es sólo un veinte por ciento, sin él el resto equivaldría a cero.

Las tonalidades que consigue dar a las distintas épocas ayudan al lector a situarlas en la temporalidad sin ayuda de números que les sitúen. Esto, acompañado a la paleta de color que utiliza con la aparición de cada dios para centrar la atención en él hacen de Wilson un elemento clave en este volumen (como en todos hasta el momento). Y esto sin tener en cuenta todo lo que hace de forma excepcional en cada tomo, página y viñeta.

Y también ha tenido que disfrutar en esta séptima entrega coloreando diferentes momentos y culturas a lo largo de la historia.

Ya viene, ya viene el final

The Wicked & The Divine: Invención maternal tiene ese regusto de que el final no queda lejos. Y provoca en el lector una mezcla entre deseo de conocimiento y pena de alcanzar el final.

Este es el séptimo post dedicado a esta serie. Pocos más quedan. Y no creo que pueda decir nada que no este ya dicho: Guillen es un genio; McKelvie un artista increible al que merece la pena seguir el rastro, y Wilson un maestro del color. Los tres dan la esencia a una obra que, si faltará uno de ellos, no sería ni la sombra de lo que está siendo.

Dos entregas para el final de esta aventura. ¿Estamos preparados?

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