El libro de la madera, de Lars Mytting: una oda a la vida lenta para urbanitasReconozco que pedí este libro pensando en regalárselo a otro amigo, un colega genial que tan pronto te hace una fragua vikinga perfectamente histórica como te saca unos rábanos de la huerta o tala tres o cuatro árboles. Nacho es joyero y, en algunas situaciones, podría pasar por un escandinavo medieval aficionado a todo tipo de trabajos que los modernos llaman “slow life” que parecen estar tanto de moda entre los que están in.

Lars Mytting es escritor. Nació en 1968 (es, por tanto, de una generación anterior a la de Nacho y mía) en Fåvang, Noruega. Hasta la fecha, además de “El libro de la madera” (Alfaguara), ha escrito tres novelas que aún no han sido publicadas en España, “Svøm med dem som drukner” (Premio de los libreros de Noruega), “Hestekrefter” y “Vårofferet”. Con “El libro de la madera” ha conseguido el British Book Industry Award.

Vamos por partes. Este libro no es una novela pero tampoco un ensayo al uso. Esta obra parece más un manual de uso y disfrute de la vida de un leñador, sin embargo, la sabiduría de los vivientes noruegos de la madera, se inmiscuye entre sus páginas para hacer del libro algo más que un simple compendio de herramientas y tipos de combustión.

La “slow life” es una tendencia muy de moda en el mundo actual. Hay que reconocer que suena tentador abandonar el barullo de los coches, las prisas, las oficinas y los jefes, para comprarse una cabaña en el bosque, un banco de madera y ver pasar las estrellas después de un duro trabajo de cortar troncos. Pero hay algo aquí que falla. ¿En serio los urbanitas de pantalón tobillero, grupos de vermú poético y gafas con cristales falsos aguantarían una vida dedicada al esfuerzo duro, las manchas de tierra y sudor y escasamente recompensado? Já.

Lars Mytting ha creado el monstruo perfecto para los neorruralistas, aunque no tanto. En los bosques de Noruega existe ese tipo de personas que viven de la madera, con unos conocimientos extensísimos sobre la materia que resultan interesantes aunque no se haya cogido un hacha en su vida. Y es que la cultura de la madera va más allá de talar árboles o aprovechar la energía, tiene unas implicaciones históricas que unen la tradición, la lengua y las formas de vida de unos lugares concretos.

¿Por qué esa pasión moderna por lo rural, por lo viejo (perdón, vintage)? ¿Por qué, de repente, las tascas de barrio se llenan de jóvenes con curiosidad antropológica que parece que van a grabar un documental de animales exóticos? Las modas son así, confieso que me gusta ir a este tipo de bares, aunque más por el precio del vino que por otras cosas. Pero ¿realmente este libro es tan sumamente bueno y revelador como para sacar una segunda edición a los 15 días de publicarse en España?

Lo primero que hay que decir sobre “El libro de la madera” es que tiene una edición espectacular, no sólo por las fotos a todo color, sino por la calidad de papel, la impresión y la tapa dura que no sube muchísimo el precio. Es un libro bonito y cuidado, para gente que aprecia este tipo de obras.

El contenido es muy bueno, es cierto que es un libro muy documentado, con claves sobre el trabajo de la madera que no suelen estar a disposición del común de los mortales. En varios capítulos se nos habla del frío, el bosque, las herramientas, el tajo, la pila, el secado, la estufa y el fuego. Además, viene con multitud de tablas sobre el quemado de la madera y la capacidad energética de la misma. Entremezclado con los datos más técnicos sobre el tema, están las historias de los leñadores noruegos, que son la base humana del libro.

El libro de la madera, de Lars Mytting: una oda a la vida lenta para urbanitas

En resumen, es una obra cuidada, con una encuadernación y un diseño perfectos, con un texto interesante y datos relevantes y curiosos. ¿Pero por qué la parrafada anterior? El libro ha venido con un hype increíble gracias al neorruralismo y la moda de la slow life. Sin embargo, aunque todo eso de la vuelta a la naturaleza, el ahorro de recursos, la renovabilidad, etcétera, está muy bien, no podemos convertirnos en más papistas que el papa y pensar que por leer un libro documentado sobre la madera, coger un hacha dos días al año en un pueblo y ponernos una camisa de cuadros, vamos a ser mejores que nuestros abuelos que tuvieron que sobrevivir a una vida dura en el campo y de los que, generalmente, nos reímos y llamamos paletos.

A mi amigo Nacho, el joyero, le gusta cortar troncos, cultivar la huerta y hacer fraguas. Este libro le va a gustar igual que me gusta a mí, como una curiosidad y un método de aprendizaje para mejorar en lo que hace. Pero ni Nacho ni yo creemos en la slow life ni pensamos que un libro vaya a cambiar la conciencia de los urbanitas por mucha campaña publicitaria que lleve detrás.

En definitiva, se trata de una obra técnica perfecta agitada con los hielos de una publicidad descarnada enfocada a un público particular. Disfruten “El libro de la madera” y déjense de mamandurrias, vayan a talar leña y déjense de slow life impostada y pamplinas. Mejoremos lo que tenemos sin necesidad de creernos mejores por enseñar los tobillos. Pueden empezar a disfrutarlo aquí.

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Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista y voluntaria como arqueóloga en la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Trabajo en la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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