Una narración magistral para una de las épocas más vergonzosas de la historia de la humanidad que mereció el premio Pulitzer en 2017.

Estamos acostumbrados a ver películas sobre la esclavitud en EEUU en las que se nos describe la vida dentro de las plantaciones y, aunque afortunadamente, han dejado de ser aquellas películas en las que los esclavos eran los mejores amigos y consejeros de sus amos blancos y han comenzado a mostrar la realidad, es difícil condensar en una hora y media o dos todo lo que merece ser narrado, aunque películas como “The Birth of a Nation” (Nate Parker, 2016), o “12 años de esclavitud” (Steve McQueen, 2013), han contribuido a retomar el género y han incidido en otros aspectos más truculentos de la trata de esclavos en EEUU.

El ferrocarril subterráneo fue una organización de personas antiesclavistas que, basándose en terminología ferroviaria, montó una extensa red de colaboración para ayudar a los esclavos fugados de las plantaciones del sur de EEUU a escapar de sus amos y huir hacia territorios del norte o Canadá, donde no existía la esclavitud. La cooperante más famosa fue la exesclava Harriet Tubman, fugada en 1848 de Maryland, que realizó hasta 13 incursiones en estados esclavistas para rescatar personas; después de la abolición de la esclavitud en el país, en 1865, Tubman participó en movimientos feministas y sufragistas.

“El ferrocarril subterráneo” se nos presenta desde el punto de vista de Cora, una esclava de las plantaciones de algodón cuya madre huyó de la misma cuando ella era una niña y cuya abuela, Ajarry, fue traída directamente desde África en una travesía infernal en la que murieron casi todos los esclavos del barco. Cora, inspirada por su madre, ansía huir de la plantación, pero no será hasta que Caesar, un compañero, le cuente la historia del ferrocarril subterráneo y después de una paliza por proteger a un niño, cuando se decidan a emprender la huida.

Después de huir, Cora y Caesar se verán obligados a permanecer en casas de colaboradores hasta llegar a la libertad, donde sus vidas se separan con la aparición de Ridgeway, un cazador de esclavos huidos que campa a sus anchas por todo el territorio americano, sin importar si existe la esclavitud o no en los estados por los que pasa arrasando.

“El ferrocarril subterráneo” es una obra magistral. La narración de Whitehead es intensa, se agarra al nudo de la garganta apretándolo sin dejar un respiro, puesto que todas las historias que se cuentan, no sólo la de Cora y Caesar, forman parte de la mayor vergüenza de la historia de la humanidad. Los personajes son creíbles, con virtudes y defectos pronunciados pero con una determinación que le da a la novela un halo de aventura y reivindicación que la refuerza. Por supuesto no se trata de una obra amable ni con finales felices en todas las historias porque ¿qué posibilidades tenían los esclavos de que todo saliera bien cuando emprendían la huida desesperada? Al contrario, se cuentan historias muy reales, con toda su crudeza y describiendo los métodos que los esclavistas del sur utilizaron para mantener sus posesiones bien atadas.

Por otro lado, aquí el ferrocarril subterráneo se hace físico. El ferrocarril histórico era una red de colaboración que utilizaba la terminología para confundir, pero en esta novela, existe realmente una locomotora con vagones que recorre EEUU realizando una labor encomiable, con la peligrosidad de que, siendo físico, pueda encontrarse, seguirse los túneles y desenmascarar a los colaboradores. Y sucede que Whitehead crea un viaje psicológico a través de la existencia real del ferrocarril, porque el tren no pasa cuando lo llamas, nadie sabe cuándo volverá a pasar para sacar a determinados personajes de las ratoneras en donde se encuentran y donde el lector sufrirá las peores angustias.

Colson Whitehead nació en 1969 en Nueva York. Ha escrito varias novelas, entre las que se encuentran “La intucionista”, “John Henry Days”, “Apes Hides the Hurt” o la colección de ensayos “El coloso de Nueva York”. Con “La intucionista” fue nominado al Common Novel en el Rochester Institute of Technology, fue finalista del Pulitzer con “John Henry Days” y lo ganó en 2017 con “El ferrocarril subterráneo”. Además, con esta novela, ha obtenido los siguientes premios: National Book Award for Fiction, Carnegie Medal for Excelence in Fiction, Booker Prize, Arthur C. Clarke Award e IMPAC Award.

 

Foto Colson Whitehead: Wikipedia.

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Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista y voluntaria como arqueóloga en la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Trabajo en la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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