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Diablo vuelve por todo lo alto con una entrega que se apoya en las peticiones de la comunidad para dar forma a una experiencia redonda

El día ha llegado: Diablo IV ya está aquí. Más de tres años después de su anuncio oficial, Blizzard ha lanzado por fin la cuarta entrega de la saga, y lo hace en medio de un periodo muy oscuro para la compañía. Sin embargo, pese a los muchos temores de los jugadores, podemos confirmar que Diablo IV no solo es un gran juego, sino que es un juego digno de la Blizzard que todos recordamos.

El peligro vuelve a Santuario

Desde que en 1996 Blizzard diese forma al mundo de Santuario en la primera entrega de Diablo, este mundo refugio ha sido testigo de multitud de horrores, guerras y sucesos oscuros que han marcado las vidas de todos sus habitantes. A lo largo de estos casi 30 años, los juegos, novelas y cómics nos han narrado sucesos tan interesantes como el Exilio Oscuro, la caída de Tristán o el alzamiento de los Demonios Mayores.

El lore del universo Diablo es interesantísimo y, por eso, siempre nos habíamos quedado con ganas de conocer todos los detalles sobre el evento que llevo a la creación de Santuario. Hasta ahora, sabíamos que fueron Lilith – hija de Mefisto – y el arcángel Inarius los que crearon Santuario como un refugio para escapar del Conflicto Eterno. Conflicto que asolaba los Altos Cielos y los Infiernos Abrasadores. Ahora, por fin, Diablo IV nos presenta a una Lilith terrorífica que busca liderar de nuevo en Santuario y, en el proceso, explicarnos todo lo que sucedió en el momento de la creación.

No vamos a hacer spoilers de ningún tipo porque, después de la decepcionante historia de Diablo III, Diablo IV recupera las ganas de ahondar en el mundo de Santuario. Lo hace aprovechando a fondo el universo en el que se encuentra y presentando personajes interesantísimos que aportan tanto al mundo como en su día hicieron Deckard Cain, Tyrael o el Vagabundo Oscuro.

En lo que sí queremos hacer hincapié es en el hecho de que el argumento, ambientado 50 años después de los eventos de Reaper of Souls, ha recuperado ese aire oscuro y místico de las dos primeras entregas de la saga. 

Un gran mundo por explorar

A diferencia del resto de entregas de la saga, Diablo IV cuenta con un mundo abierto que cambia por completo las reglas del juego. Hasta ahora, la saga Diablo nos iba guiando de manera más o menos lineal a través de sus diversos mapas y biomas para que explorásemos el mundo en un orden establecido. Ahora, casi desde el primer momento, tendremos a nuestra disposición un mapa enorme por el que movernos con libertad mientras descubrimos mazmorras, fortalezas, aldeas y, sobre todo, muchos enemigos. Además, el mundo abierto abandona el sistema de generación de mapas generadores proceduralmente, algo que sí ocurría en Diablo II y Diablo III, para ofrecernos un diseño más cuidado.

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Este cambio no solo afecta a la forma en la que está estructurada la campaña (de eso hablaremos más adelante), si no que cambia por completo el sistema de dificultad y niveles del juego. Para evitar que lleguemos a una zona donde los enemigos nos saquen 20 niveles, esta vez el juego ajusta el nivel de los enemigos en base a nuestro propio nivel de héroe. De esta manera los enemigos siempre supondrán un reto asumible independientemente de la zona en la que nos encontremos incluidos los enemigos de las misiones principales.

Campaña dinámica

Lo primero que hay que dejar claro es que, aunque la campaña sigue dividida en varios Actos, las misiones han perdido ese toque lineal de entregas previas para permitirnos afrontar muchas de ellas en el orden que queramos. El objetivo es permitirnos explorar el mundo a nuestro ritmo mientras vamos de un punto a otro completando la campaña y la verdad es que el cambio nos ha gustado mucho. Lejos de suponer una pérdida de ritmo o intensidad, lo cierto es que el juego sabe cómo dosificar las sorpresas y los combates contra jefes para que siempre queramos completar una misión más. También hay momentos en los que el juego solo nos permite completar una misión concreta para que el argumento del juego mantenga la coherencia.

El desarrollo de las misionesmantiene la estructura clásica de la saga y de otros títulos del género. Una vez aceptada la misión, tendremos que llegar a una zona concreta del mapa, eliminar a los enemigos correspondientes, explorar la mazmorra de turno y enfrentarnos al mini boss antes de completarla. Sí, hay variaciones y no todas son iguales, pero la mayor parte del tiempo la estructura será bastante similar. Ojo, no creemos que esto sea un problema en sí mismo porque la jugabilidad es muy, muy sólida y siempre querremos un poco más de la fórmula Diablo, pero no habría estado mal ver algo más de variedad.

Diablo IV mejora con creces a sus antecesores

Siguiendo esa línea de libertad de la que hablábamos antes, el juego nos ofrece ahora decenas de actividades secundarias que podemos realizar cuándo y cómo queramos. Hablamos de explorar mazmorras secretas, completar todo tipo de misiones secundarias, participar en eventos aleatorios que se generan automáticamente en diversos puntos del mapa, adentrarnos en sótanos o casas abandonadas, un territorio PVP y muchísimas otras actividades que no vamos a desvelar aquí.

Estas mazmorras, sótanos y fortalezas forman parte de esos 150 diseños únicos e irrepetibles que tanto ha comentado Blizzard durante los meses previos al lanzamiento. Lo cierto es que queda claro desde el primer momento que muchos de los mapas de las mazmorras cuentan con diseños muy bien pensados y diferentes entre sí. Sin embargo, hay otras mazmorras muy lineales que habitualmente están generadas de forma procedural y que quedan muy por debajo de las que cuentan con diseño únicos y personalizados.

Una vez alcanzado el endgame del juego desbloquearemos los clásicos niveles de dificultad Pesadilla y Tormento así como las mazmorras de Pesadilla, eventos especiales, mareas infernales y todo tipo de contenido adicional que supone el pistoletazo de salida a todo lo que irá llegando trimestralmente con las nuevas temporadas.

Los héroes de Santuario

Pero el mundo está pensando para que lo recorran nuestros héroes y Diablo IV pone a nuestra disposición cinco clases únicas y muy diferentes entre sí que, a falta de alguna ausencia notable, se adaptan a la perfección a todo tipo de jugadores. Esta vez podremos elegir entre el Bárbaro, Hechicero, Druida, Pícaro y Nigromante.

Una vez que elijamos nuestra clase favorita pasaremos a un sencillo pero versátil editor de personajes desde el que podremos personalizar los rasgos faciales, pelo, tono de piel y otros cuantos elementos más para crear a un héroe único. Hemos agradecido que la saga incluya, por fin, un editor de personajes pero esperábamos que fuera algo más profundo y nos dejase modificar características como la altura o la complexión del personaje.

Dejando a un lado el editor, hemos de decir que hemos pasado más de 50 horas recorriendo el mundo con un Nigromante y un Druida y las sensaciones han sido mucho más positivas de lo que esperábamos en un primer momento.

Para empezar, tenemos la sensación de que todas las clases están relativamente bien equilibradas y, dejando a un lado las polémicas con el Nigromante o el Bárbaro que han surgido durante el lanzamiento de las betas, creemos que Blizzard será capaz de ir corrigiendo problemas y desequilibrios que vayan apareciendo con el tiempo.

¿Con qué héroe os enfrentaréis a la oscuridad?

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El nigromante, por ejemplo, no está obligado a especializarse en las invocaciones de criaturas para que luchen a su lado, si no que cuenta con un amplio abanico de habilidades centradas en el control de masas, el daño directo y el daño a largo plazo con sangrado e invocaciones. Es un héroe versátil que se adapta a casi cualquier situación.

El caso del druida es especialmente divertido. En lugar de mantener el sistema de Diablo II que nos permitía convertirse en lobo u oso durante largos periodos de tiempo, aquí iremos saltando de una transformación a otra cada pocos segundos en función de la habilidad o el ataque que activemos. De esta forma se fomenta el juego ágil en el que la cantidad de combos entre habilidades se multiplica desde el primer momento.

El hechicero nos ha recordado muchísimo al mago de Diablo III. Nos encontramos con una verdadera máquina de matar que solo debe preocuparse por mantener la distancia con los enemigos constantemente. Esquivar y posicionarse es más importante que nunca.

El bárbaro, aunque mantiene gran parte de las mecánicas que hemos visto en otras entregas de la saga, ahora nos permite equiparnos con cuatro armas diferentes y asignar habilidades y ataques a cada una de ellas. De esta forma podemos alternar entre un estilo de combate u otro en cuestión de segundos.

Dejamos el pícaro para el final porque es, sin duda, la clase más complicada de dominar y también una que nos ha sorprendido gratamente por su originalidad. Este héroe causa daños a largo plazo por veneno, pero la forma de hacer daño de verdad consiste en atacar a los enemigos por la espalda

Personaliza a tus héroes sin límites

Como veis, hemos mencionado varias veces la versatilidad de los nuevos héroes y la facilidad de adaptarlos a nuestro estilo de juego y, para conseguirlo, Diablo IV hace uso de un árbol de habilidades que podremos reiniciar sin límites siempre que queramos.

El árbol organiza las habilidades por tipo de capacidad lo que nos permite ver en su solo vistazo qué habilidades queremos usar y cuantos puntos vamos a asignar a cada una de ellas. De esta forma podemos modificar y personalizar el estilo de combate del héroe muy fácilmente, modificando y cambiando aquello que no nos convenza con mucha rapidez.

En esta primera fase de juego, los héroes pueden subir hasta el nivel 50 y, una vez alcanzado, desbloqueamos un segundo árbol de habilidades de Leyenda en el que podemos alcanzar el nivel 100. Este segundo árbol desbloquea una serie de capacidades especiales de las que no vamos a comentar nada, pero que nos ha parecido bastante interesante. Eso sí, esperamos que en futuras actualizaciones aumente el nivel máximo y se implemente un sistema similar al de los niveles de Leyenda de Diablo III.

¿Qué hay de la tienda de objetos de pago?

Con los antecedentes vistos en Diablo: Inmortal, muchos de los fans de la saga tenían dudas sobre el contenido que iba a incluir la tienda de objetos de pago ingame de Diablo IV. En el momento de escribir estas líneas – esperemos que dentro de unos años no tengamos que modificar este texto – todo el contenido es puramente estético y no afecta en absoluto al equilibrio del juego. Lo que sí podemos decir es que los precios de los objetos nos ha parecido bastante elevados, y la comunidad ya ha lanzado las primeras críticas a la desarrolladora.

Sangre y oscuridad

Una de las muchas polémicas que envolvió a Diablo III durante su lanzamiento tuvo que ver con el estilo artístico que recordaba mucho más a la serie Warcraft que a Diablo. Por suerte, esta nueva entrega recupera el tono lúgubre y gore visto en las dos primeras entregas de la saga.

La ambientación medieval con un aire triste, derrotista y melancólica sobrevuela todos y cada uno de los escenarios y conversaciones del juego, creando una atmosfera mucho más opresiva que tanto la historia como las mazmorras usan a su favor constantemente.

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Las animaciones y el ritmo del combate también han cambiado, dando la sensación de que los movimientos y ataques de aliados y enemigos son mucho más pesados y contundentes que antes. Esto provoca que los combates contra grandes jefes resulten más impresionantes y que sus golpes especiales parezcan mucho más mortíferos.

El sistema de iluminación también es uno de los grandes ganadores de Diablo IV y, es que, tanto las sombras dinámicas – que funcionan especialmente bien en las mazmorras – como las transiciones en los ciclos de día y noche nos dejan claro que nos encontramos ante un juego sólido en el que se han cuidado todos los detalles.

Música infernal

La saga Diablo se ha caracterizado por contar con una banda sonora brillante que sabe cómo transmitir la sensación de estar dentro de una aventura repleta de peligros en los que el mal siempre va un paso por delante. Aunque Diablo II y III hicieron un trabajo espectacular en este sentido, Diablo IV no tiene nada que envidiarles. El juego cuenta con decenas de temas orquestados que se adaptan a cada ambiente y situación del juego. Estos temas siempre nos estarán acompañando en un segundo plano pero dejando notas que quedarán grabadas en nuestra memoria para siempre.

En lo que respecta al doblaje, el juego cuenta con textos y voces traducidos al castellano para cada uno de los diálogos del juego, manteniendo el nivel de calidad visto en entregas previas. Nos ha molestado un poco escuchar a algunos personajes principales y secundarios con las mismas voces que escuchamos en el pasado en personajes como Leah o Warriv.

Conclusiones del análisis de Diablo IV

Diablo IV es el juego que los fans de la saga merecían. Después de los problemas de Diablo: Inmortal y de las situaciones terribles que se han vivido en el seno de Blizzard, muchos fans han llegado desencantado al lanzamiento de esta nueva entrega, pero lo cierto es que nos encontramos ante un juego brillante que sabe jugar muy bien sus cartas.

La historia recupera el nivel de solidez de las dos primeras entregas y aprovecha todo lo aprendido en Diablo III para crear un mundo vivo repleto de mazmorras y eventos que nos mantendrán recorriendo Santuario durante años. Si la compañía es capaz de mantener un buen ritmo de actualizaciones, Diablo IV puede convertirse en uno de los grandes juegos de la próxima década.

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Luis Collado
Director de la sección de videojuegos. Economista especializado en marketing. Hablo de videojuegos, cine y libros siempre que puedo.

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