18½, de Dan Mirvish

Connie es una transcriptora de la Casa Blanca en cuyas manos cae casualmente una cinta magnetofónica que contiene dieciocho minutos y medio de grabaciones de Richard Nixon y sus colaboradores. Un material comprometedor que aporta datos importantes para completar el rompecabezas del caso Watergate.

Contacta con Paul, un reportero del New York Times y ambos acuerdan reunirse en un apartado café de carretera. Desde ahí irán a un motel, haciéndose pasar por un matrimonio, en el que escuchar tranquilamente la cinta y transcribir su contenido, pero se verán constantemente interrumpidos por una variopinta e histriónica variedad de huéspedes: un grupo de hippies, un acaramelado matrimonio maduro en una segunda luna de miel, el recepcionista, cotilla y atolondrado y con un parche en un ojo, y de postre, un pescador en el lago con pinta sospechosa.

«18½» es una historia tensa e hipnótica, encauzada hacia un crescendo final con un sorpresivo desenlace

A la pareja se le irán presentando una serie de problemas inesperados que irán aumentando la tensión y la sensación de que están siendo vigilados y de que sus vidas corren peligro, en una atmósfera de paranoia en la que todos los que les rodean son sospechosos de pertenecer a una agencia gubernamental o algo incluso peor.

Dan Mirvish es un veterano realizador independiente estadounidense y cofundador del festival Slamdance, que siempre ha tenido a la política norteamericana y su relación con la sociedad en su punto de mira. En esta ocasión, en «18½» (Sección Oficial del Festival de Cine de Gijón / Albar), revisita uno de los grandes traumas de su país en el siglo XX: el caso Watergate, un escándalo político de primer orden que no sólo acabó con la carrera presidencial de Nixon, si no que socavó la confianza del pueblo norteamericano en sus políticos e instituciones, en una época especialmente convulsa de grandes y profundos cambios.

La manera en que Marvish lo hace es a través de una historia que equilibra sabiamente la intriga y el humor, y que ironiza constantemente sobre la ineptitud y la bajeza moral de la administración Nixon. Un reparto cómplice y especialmente acertado le ayuda en la tarea, con unos John Magaro y Willa Fitzgerald llevando adecuadamente el peso de la historia, y acompañados de una pléyade de secundarios que aportan el principal contrapunto cómico, destacando especialmente Vondie Curtis-Hall y Catherine Curtin como el simpático pero empalagoso matrimonio empeñado en relacionarse con los protagonistas, y a Richard Kind (le recordaréis especialmente como Paul Lassiter en «Spin City») como el despistado y bienintencionado conserje.

Los esqueletos de USA

Con ellos, Mirvish teje una historia tensa e hipnótica, encauzada hacia un crescendo final con un sorpresivo desenlace. Mención muy especial para quienes ponen las voces a Nixon y sus secuaces, que son nada más y nada menos que Bruce Campbell, Ted Raimi y John Cryer.

Dicho todo esto, no puedo dejar de recomendar “18½”. Una película que ahonda de manera desenfadada en los esqueletos que los USA guarda en sus armarios, desdramatizando los acontecimientos y a sus implicados, pero sin perder de vista la gravedad del tema que se está tratando.

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