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La tercera tanda de episodios de “You” (basada en las novelas de Caroline Kepnes) incluye algunos de los mejores de toda la serie, en los que la temporada despega y se entrega sin remordimientos a su parte más retorcidamente telenovelera. Por desgracia, con el paso de los capítulos, se estanca y eso da lugar a las escenas más aburridas que hayamos visto hasta ahora. Lo mejor y lo peor se mezclan juntos en el mismo paquete, como un surtido de galletas. Las más sabrosas son las primeras en acabarse y, para cuando llega el final de temporada, solo quedan algunas aceptables entre un puñado de anodinos bocados rancios.

La historia se retoma justo dónde la dejamos, con el flamante matrimonio Quinn-Goldberg inaugurando su vida familiar en las afueras. Nueva casa, nuevos vecinos y la siempre sarcástica y delirante narración en off de Joe (Penn Badgley). La pareja, ya sin caretas, da la bienvenida a su hijo recién nacido: Henry, por el que se proponen enterrar el hacha de guerra. El hacha, sin embargo, no tardará en hacer acto de presencia… literalmente.

Cuando Joe y Love forman equipo, “YOU” se torna adictiva y chispeante.

En los suburbios, Joe y Love protagonizan un noir doméstico (Goldberg dixit) lleno de humor negro, ingenio y sátira. La premisa se renueva y se perfecciona. Y es que la historia de un acosador obsesivo y desquiciado puede ser divertida, sí, pero un matrimonio de asesinos obsesivos y desquiciados que pasan del amor al odio cada cinco minutos es mucho más interesante. Los Lord y Lady Macbeth de Madre Linda, preparando tartas y cortando el césped, empujando el carrito del bebé mientras discuten cómo deshacerse del último cadáver de su larga lista. El típico plan de los domingos.

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Love (Victoria Pedretti) es sin duda el mejor personaje de la temporada, un soplo de aire fresco. Sabe perfectamente con quién se ha casado y no se engaña al respecto. Se enfrenta a la hipocresía de Joe, sabe identificar las señales que delatan su comportamiento y le fuerza a una dinámica en la que no puede esconderse de sí mismo. Love es directa y (sobre todo) muy, muy impulsiva. Esto saca de quicio a su meticuloso y calculador marido, por supuesto, lo que forma parte de la diversión.

Tras haberse casado con una pistola metafórica (aunque no del todo) apuntándole a la cabeza, Joe se debate entre sus impulsos más tóxicos y su deseo de ser un buen padre y dar a su hijo la familia que él nunca tuvo. Entre una nueva obsesión y la posibilidad de que su matrimonio funcione. Cuando gana esta última opción, la serie se torna adictiva, frenética y chispeante. Si Joe y Love forman equipo, todos ganan (bueno… los vecinos seguramente no). Su decisión de acudir a terapia de parejas es la subtrama que proporciona los mejores momentos, tanto cómicos como dramáticos. Se explora la compleja psicología de ambos personajes, su locura compartida, a veces opuesta y otras complementaria, y los minutos pasan volando.

Pero cuando gana la otra opción y Joe recae en antiguos hábitos, todo se frena. Su nuevo interés amoroso/víctima es un personaje plano, sin gancho ni misterio, perfecta para convertirse en ese ideal inalcanzable que Joe no deja de buscar y que le condena a la insatisfacción perpetua. Gatsby no sabe cómo dejar de perseguir la luz verde, atraído por ella como una polilla. Volvemos a los orígenes, a las miradas entre estanterías llenas de libros, pero en esta ocasión no hay magia. La trama se vuelve aburrida, repetitiva, previsible.

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A esto se unen unos flashbacks que ahondan en la infancia de Joe de forma innecesaria y reiterativa. No hacía falta dedicarles tantos minutos, ya que las temporadas anteriores dejaron bien claro que sus traumas son muchos y graves. De nada sirve buscar una y otra vez explicación a su comportamiento, cuando su lógica enfermiza apenas se sostiene entre una decisión y la siguiente. Aunque es más sincero consigo mismo sobre qué hace y por qué, continúa justificándose, otorgándose el papel de héroe romántico al mismo tiempo que juzga severamente el proceder de los demás.

Todo ello hace que Love brille aún más en comparación. Firme donde Joe es inconstante, su punto de vista mantiene a flote la temporada. ¿Qué hará Love? ¿Cómo reaccionará? ¿Qué la motiva? ¿Qué estará tramando? Esas son las preguntas que sostienen el argumento y sus giros.

A Joe ya le conocemos demasiado bien y el final de temporada se resiente por ello. Un final que, sin entrar en nada específico, se ve venir, quizás no en la forma, pero sí en el fondo. Todo queda tan bien atado como “You” acostumbra, pero sin el asombro de otras ocasiones. Peor aún, porque la sensación última es que las opciones de recuperar esa chispa original son casi inexistentes.

Qué ironía, que la supuestamente aburrida vida matrimonial suburbana sea el perfecto antídoto a la monotonía argumental y que apartarse de ella amenace con hacer que “You” caiga en la rutina.

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