The Loney, de Andrew Michael Hurley: Primero has de mirar y después, has de verLa historia de “The Loney” es una de esas escasas historias de novela publicada por una pequeña editorial independiente, Tartaruss Press (2014), cuya frase de presentación y advertencia dice: «a menos que sea muy extraño, probablemente no estaremos interesados»; con una escasa tirada (300 copias), y que un año después se alza con el premio “Costa Award 2015” (considerado como uno de los premios literarios más importantes y prestigiosos del Reino Unido) en la categoría de mejor autor novel; posteriormente, como libro del año en los “British Books Industry Awards 2016”, por encima de, por ejemplo Paula Hawkins, la autora de la recientemente cinematografiada,“La Chica del Tren”, para terminar por ser considerada, por los medios más especializados, como «una pieza maestra del género gótico y del suspense», Andrew Michael Hurley, como autor revelación del año en Reino Unido en base a los criterios del Sunday Times, Daily Mail, Daily Express, Daily Telegraph y el Times, y los derechos cinamatográficos comprados por Danny Boyle (“Trainspotting, SlumdogMillionaire”…) para su próximo proyecto cinematográfico.

A España, ha llegado de manos de la editorial Berenice, en una edición muy cuidada y con una portada más que inquietante y que sirve de carta de presentación a esa zona inhospita, malsana y hostil, hacia la que nos conduce la novela: «Si tenía otro nombre, nunca se supo, pero la gente lo llamó el Retiro. Era imposible  conocer realmente ese lugar. Cambia con cada influjo y en cada estancia, y sólo una laguna muerta revelaba los esqueletos de aquellos que pensaron que podrían escapar de sus corrientes insidiosas. Nadie se acercaba a aquellas aguas. Nadie, excepto nosotros. Supongo que siempre supe que lo que allí pasaba no habría de permanecer oculto  para siempre, por mucho que quisiera. Por mucho que me costara olvidar…».

The Loney, de Andrew Michael Hurley: Primero has de mirar y después, has de ver He dejado más preguntas que respuestas. Para mí, las historias más inquietantes son aquellas en las que no se ve todo. No hay lugar más aterrador que tu propia mente, si los monstruos existen allí, eso te desestabilizará más que si te lo explican.The Loney, de Andrew Michael Hurley: Primero has de mirar y después, has de ver

La trama gira en torno a unos restos mortales de un niño que son descubiertos entre unos escombros en una playa -bastante traicionera-, de una zona conocida como el Loney: una extensión salvaje, yerma y estéril de la costa de Lancashire.  Estos restos, despertarán en Smith, el infausto recuerdo de unos acontecimientos, digamos poco convencionales, ocurridos cuarenta años atrás, en este lugar abandonado de Dios. Unos recuerdos en forma de tensiones familiares, fenómenos inusuales y siniestros rituales, en aquel paraje, al que acudía anualmente por Semana Santa junto con su familia y una pequeña congregación pastoral de la Parroquia San Judas.  El destino: una casa decrépita, conocida como Moorings, al pie de unos acantilados.  El objetivo: pasar una semana de penitencia y oración cuyo momento culmen llegaba con la peregrinación al Santuario de Santa Ana, para ver si por fin, ese año sí, se obraba el “milagro” sobre su mudo hermano mayor, Hanny.  El resultado: cambió la última vez.

Si, 40 años antes, la última vez que estuvo allí, junto a Hanny, su pelele padre, “Farther”, y “Mummer”, su católica exacerbada madre que cree a ciegas en aguas curativas, las cosas habían cambiado mucho: el Señor parecía haber abandonado el lugar, los santuarios no eran más que mazmorras, a Billy Tapper lo habían visto por última vez recogiendo guijarros y conchas en la playa para según él, seguir siendo invisible, los lugareños los recibían con ratas empaladas en alambradas de espino y corderos crucificados, y la pareja que habitaba de nuevo la casa de la vieja bruja Alice Perry, hacía repicar la campana que usaba la bruja para atraer a los marineros y ahogarlos.  Sí, aquella última vez, algo volvió con ellos, un secreto al que, como el cadáver encontrado, le ha llegado el momento de aflorar a la superficie.

The Loney, de Andrew Michael Hurley: Primero has de mirar y después, has de ver

Leer “The Loney” (El Retiro, editorial Berenice, colección Poe) es como asistir al ritual de caza y alimentación de una Mantis Religiosa ¿lo habéis visto alguna vez? Yo sí, hace poco, de hecho durante los días de lectura de esta novela. Su presa: una salamanquesa.  Primero la localiza, se va acercando muy lentamente a ella, y cuando está lo suficientemente cerca, la atenaza entre sus patas dentadas. La presa no tiene nada que hacer, está inmovilizada, su tiempo se terminó. Ahora empieza realmente el ritual: ñac, primer bocado, hasta diez veces mastica. Ñac, ñac, ñac…, hasta no de dejar nada de ella.  Y así actúa esta novela: ñac, diez páginas, ha captado tu atención. Ñac, otras diez, ya formas parte de ella, te va comiendo poco a poco, engullendo.  Ñac, ñac, con la historia sobre el borracho del pueblo, Billy Tapper, ya te sientes como una mosca en un telaraña: atrapado, preso, indefenso ante una historia poco convencional, misteriosa y treméndamente envolvente. ¿Queréis otro titular categórico? Aquí va: «la obra maestra del norte de Londres».

Cualquiera que se acerque a su portada puede llegar a suponer que está ante una novela de misterio en torno a una casa con algún oscuro pasado.  Puede que sea un thriller sobre una serie de asesinatos perpetrados en las inmediaciones y cuyos cadáveres han aparecido enterrados. O quizá una novela de terror sobre rituales de invocación a algún pariente del Dios Chivo.  Los habrá que incluso piensen en encontrar una novela gótica, de esas en las que se entremezcla el misterio y el terror, repleta de situaciones extrañas, inquietantes, situaciones angustiosas de sus protagonistas, y en el culmen de la inventiva, la aparición de seres monstruosos… y todos estarías más o menos equivocados, es más, creo que es una de esas novelas que deberían estar envueltas en papel de estraza y con el título escrito con un rotulador, ya que no es fácil clasificarla en un estante concreto.

The Loney, de Andrew Michael Hurley: Primero has de mirar y después, has de ver

Es una novela con un tono costumbrista, aunque sin llegar a ser realismo literario, dado que "ciertos" comportamientos de los personajes son fuertemente criticados y puestos en entredicho.  También es una novela profundamente religiosa, o al menos donde la religión, las fervientes creencias y los supuestos milagros, son la piedra angular sobre la que se sostiene "The Loney": «Cuanto mas cruel es el tormento más se da Dios a conocer» recita sin cesar, como un mantra, la estomagante "Mummer".

Que es uno de los libros del año, para mi no alberga duda alguna, por diversas razones: la trama, que impregna al lector de una constante sensación de estar al borde de algo horrible, algo que pugna por suceder de un momento a otro y que no verás venir, lo que genera una sensación de inquietud incontrolable, una tensión que te atenaza el estómago y que te impide dejar su lectura.  El escenario elegido, el Loney, una tierra de nadie tan anclada en el pasado -aún clavan herraduras para espantar a los duendes-, que parece que el tiempo no trasncure en ella. Como el agua estancada que no fluye, el Loney acaba convertido en un lugar en punto muerto, como a la espera de ser reiniciado por alguna clase de acontecimiento inusual. 

La ambientación, tanto del presente como del pasado y los distintos “flashbacks” diseminados por la novela, a través de una descripción muy… “sensitiva”, tanto es así, que casi se puede oler la sal en el aire, sentir la humedad del lugar, la fuerza de sus tormentas o del oleaje.  Te sientes atrapado por sus mareas traicioneras, totalmente expuesto e indefenso al lugar y a su naturaleza, que amenaza con engullir, no solo la pequeña e insignifciante existencia de los protagonistas, sino también la del propio lector. 

The Loney, de Andrew Michael Hurley: Primero has de mirar y después, has de ver

Y los personajes, como Hanny: mudo de nacimiento que se comunica mediante objetos (careta de gorila: tengo miedo, diente de conejo: tengo hambre, frasco de esmalte lleno de perdigones: dolor de cabeza). El Padre Bernard, originario del norte de Belfast, con pinta de luchador de peso o ladrón de bancos pero de personalidad sencilla y honesta, cuyas hostilidades con la madre de Smith y Hanny resultan épicas por frase como esta: «Esther, usted no sintoniza con Dios, oye estática». O “Mummer”, para la que solo existe una forma de hacer las cosas: la suya.  Manipuladora y autoritaria, vive obsesionada con dos cosas: devolver el habla a su hijo mayor mediante algún tipo de intervención divina, y declarar sin tapujos la  incapacidad del Padre Bernard para dirigir a su pequeña congregación.

Pero no olvidemos, que se trata de una primera novela, y como tal, es más probable que se escape un borrón. La de esta en concreto, tiene que ver con cierta escena en un campanario a la que llegamos sin tener muy claro mediante que hilo argumental y cuyo desenlace, más que en suspenso, se queda incompleto y aunque el autor, ha confesado que lo más importante en su novela es que sepas que algo ha sucedido pero el “qué” o el motivo no lo es tanto, en esta ocasión es como meter un fundido en negro en mitad de una escena y no volver jamás a ella.

En cualquier caso, no pasa de ser una mera anécdota, ya que en su conjunto, estamos ante una de las novelas del año, y si su siguiente trabajo, “a blessed relief” (algo así como “un bendito alivio”), es la mitad de excelente que este, el nombre de Andrew Michael Hurley seguirá escrito con letras de oro en lo alto del Big Ben.

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