
Silvercloak: La profecía es el nuevo fenómeno de fantasía que llegó en el mes de septiembre de la mano de Umbriel.
Es de la autora Laura Steven, bajo el nombre L.K. Steven que utiliza para sus libros de fantasía más adulta. Ha sido traducido por Tatiana Marco Marín.
Saffron fue testigo del asesinato de sus padres a manos de los Lunas de Sangre. Decidida a encontrar venganza llega a la Academia de los Capas Argenteas y se abre camino a base de mentiras.
Cuando éstas salen a la luz. la directora de la academia le ofrece un trato: deberá infiltrarse en los Lunas de Sangre y encontrar pruebas para llevarlos ante la justicia.
Una vez dentro de la organización, Saffron llevará a cabo actos horribles para mantener su tapadera a salvo.
Silvercloak está narrada en tercera persona y siempre desde el punto de vista de la protagonista: una mujer que busca vengarse. Es inmune a los hechizos, algo que le trae problemas durante sus estudios, pero que le sacará de más de un embrollo mientras está infiltrada.
Tiene un sentido del humor muy especial y lo agita tanto o más que su varita. Es una manera de escudarse ante su nerviosismo o cuando se ve metida en algún problema. Me ha hecho soltar más de una carcajada, porque en ocasiones es de lo más inoportuna.
Aunque el sistema de magia es el típico de lanzar hechizos con una varita, tiene algo que lo hace especial. Cuantos más hechizos o más dificultosos sean estos la fuente interna del poder de cada mago se va agotando.
¿Cuál es la manera de llenar estas fuentes? Hay dos formas de hacerlo: sufrir dolor —tanto físico como mental— o sentir placer. Hay alguna que otra escena subida de tono en las que esa fuente llega a desbordarse.
Silvercloak es una fantasía oscura. Es una mezcla entre Harry Potter y El padrino. Los Lunas de Sangre son claramente un grupo de crimen organizado con ojos en todas partes (y no lo digo de manera figurada). Su cabecilla es un hombre cruel dispuesto a todo para seguir sembrando el terror a su alrededor.
Será el hijo del cabecilla el que introduzca a Saffron en la organización. Un chico que, al igual que el personaje principal, perdió a su madre durante su infancia. Levan está muy marcado por este trauma ya que se siente culpable de que sucediera, y es algo que va a arrastrar durante toda la historia.
Entre los dos surge una relación laboral en la que justo, justo se soportan. No obstante, se verán obligados a trabajar juntos en más de una ocasión y esto les llevará a consolidar una amistad y quizá algo más profundo.
Algo que no me ha gustado de Silvercloak es la dinámica de Saffron dentro de los Lunas de Sangre. Siempre pensando en una premonición que se le presenta al principio de la narración, toma sus decisiones demasiado a la ligera.
«¿Tengo que matar a esta persona inocente? Bueno, nunca le he quitado la vida a nadie pero tendré que hacerlo si quiero que la premonición se cumpla». Se escuda en eso una y otra vez para cometer actos de lo más viles, traicionando así tanto la memoria de sus padres como sus propias motivaciones.
Está tantas veces a punto de que la pillen que se vuelve un poco ridículo. Saffron es la peor infiltrada que he conocido nunca. Y mientras todo ocurre la fina línea que separa sus lealtades se va volviendo cada vez más borrosa.
Silvercloak no es un libro fácil de leer, tiene muchas escenas llenas de torturas, distintas adicciones, chantaje y sexo bastante explícito.
Las diferencias entre los héroes y los villanos están muy difuminadas. Todo el elenco tiene una moral de lo más grisoscuracasinegra. Incluso los que se suponen son los buenos hacen cosas horrorosas en nombre del supuesto bien.
Aunque Silvercloak tiene un sistema de magia original y un mundo bien construido no ha llegado a engancharme como esperaba. Sus protagonistas me han resultado insufribles en ocasiones. Así que sintiéndolo mucho (igual no tanto) es una serie con la que no voy a continuar.
























