Una deliciosa biografía gráfica, para niños y mayores, de uno de los creadores más excéntricos y personales de la literatura: Edward Gorey

 

Descubrí tarde a Edward Gorey. Fue gracias a la estupenda ilustración que hizo para la cubierta de la excepcional Matemos al tío, de la novelista canadiense Rohan O’Grady. Una novela de culto difícil de clasificar, donde el misterio, la aventura y el humor negro se entremezclan en una fórmula solo aparentemente dirigida solo a un público juvenil.

Que ahora la misma editorial que publicó aquella novela, Impedimenta, haya publicado la biografía de Gorey es una buena noticia. Y que ésta sea una obra gráfica tiene mucho de lógico. Al fin y al cabo, los trazos y los colores, además de las palabras, son necesarios para dar testimonio y homenajear a quien les dedicó su vida.

Si esta biografía gráfica, además, es capaz de interesar tanto al lector infantil como de deslumbrar al lector adulto… el círculo virtuoso queda cerrado. Y eso es precisamente lo que han logrado la escritora Lori Mortensen —autora de más de un centenar de cuentos infantiles y traducida al castellano en esta ocasión por Miguel Ros González— y la animadora e ilustradora Cloe Bristol —sorprendentemente, éste es su primer libro ilustrado— con ¡Qué absurdo! La curiosa historia de Edward Gorey.

 

«El joven Edward garabateaba y dibujaba, dibujaba y garabataba, dondequiera que estuviese.»

 

Los lectores, pequeños o mayores, que se asomen a las poco menos de cuarenta páginas de este libro (no van numeradas, así que he podido equivocarme al contar) encontrarán en ellas un breve pero bellísimo resumen de la trayectoria vital del artista.

Su infancia feliz de niño precoz, que disfrutaba del dibujo y la lectura, en la que cimentó un estilo personalísimo y algo tétrico.
El paso fugaz por el ejército, que recordaría como un sitio horroroso.
La etapa de estudiante en la prestigiosa Universidad de Harvard, donde cultivaría una imagen excéntrica, con las manos llenas de anillos y ataviado con un gran abrigo de piel. Y donde conoció a escritores y poetas y escribió de todo.
Su traslado a la ciudad de Nueva York, donde emplearía su talento primero en una gran editorial, para pasar después a fundar una editorial propia en la que publicar sin cortapisas  sus historias rocambolescas de finales desdichados.

Todo ilustrado con imágenes —dibujadas a lápiz y coloreadas luego digitalmente— estilizadas y algo góticas, en las que Bristol pone de manifiesto su admiración por Gorey y la influencia de su obra en su propio estilo.

 

«Cuando lo editores lo rechazaron, Edward fundó su propia editorial: Fantod Press.
Nadie había visto libros como los de Edward hasta entonces.
»

 

Grandes ilustraciones llenan las páginas, acompañadas solo por un puñado de frases cortas. Pero qué frases. Esas pocas palabras parecen resonar, enormes, con eco, entre las imágenes.

Sencillas, directas y cadenciosas, recuerdan la narración oral. Un buen cuento bien contado, con intención y con humor.

Mortensen convierte así la vida de Gorey en una historia corta ilustrada, al estilo de las que él narraba. Qué mejor homenaje que convertirlo en personaje real de su propio cuento vital, no tan distinto de aquellos a los que dedicó su vida —publicó más de cien libros propios e ilustró más de sesenta obras de otros autores—.

Y con moraleja, si se quiere buscar: la de saber aceptarse a uno mismo, mantenerse fiel al propio camino y perseguir las metas, personales e intransferibles, que se desea alcanzar.

 

«Para Edward, el mundo era un sitio inseguro, en el que podía pasar de todo. Y en sus historias, efectivamente, ¡pasaba!
De lo contrario, todo sería tan aburrido…
¿Y a quién le puede gustar eso?
No a Edward, desde luego.»

 

Una Nota de la autora aporta, en un par de páginas al final del libro, algunos datos más acerca de la vida y la obra de Gorey. Y una página final aclara —cosa poco habitual en un libro infantil— las Fuentes empleadas para documentar esta biografía, tanto bibliográficas como de Internet.

Me ha gustado todo de este libro, hasta su olor. Es de esos volúmenes que enamoran, una celebración de la lectura en papel y una invitación a los más jóvenes a introducirse en ese mundo.

Encuadernado en cartoné, la cubierta del libro presenta un delicioso relieve en ilustraciones y títulos. Sobre el grosor de las páginas interiores, baste decir que hay cartulina más fina en las cubiertas de algunos libros editados en rústica.

 

Lori Mortensen es autora de más de cien obras infantiles. Al igual que Edward Gorey, devoró toda clase de libros durante su niñez. Uno de ellos fue The Man Who Sang the Sillies, una colección de poemas ilustrados por Gorey. Sus cabezas flotantes, sus dedos de los pies en vinagre y sus monstruos sonrientes eran de lo más raro… ¡y fabuloso! Actualmente vive en California, donde disfruta de un sinfín de absurdos, como inventar anagramas con su nombre.

Chloe Bristol, fan absoluta de Edward Gorey desde su más tierna infancia, nació y se crio en Texas, y ahora vive en Los Ángeles, California. Chloe es graduada por el Art Center College of Design, y actualmente trabaja como animadora e ilustradora. Este es su primer libro ilustrado.

Puedes comenzar a leer este libro aquí y puedes encontrarlo aquí.

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Fran Sánchez
Lector, conversador, escribidor.«Reading maketh a full man; conference a ready man; and writing an exact man.» (Francis Bacon)

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