Desde todo tipo de rotondas monumentales, fuentes descomunales, aeropuertos en medio de la nada o la llegada del AVE hasta Chinchilla del Palancar Rubio, cualquier pueblo o ciudad español contaba con su propio proyecto apoteósico que hacía a los ciudadanos levantar la ceja de la sospecha.

Por supuesto, en Gijón no nos podíamos quedar atrás, como una de las ciudades más grandes del norte de España y nuestros excelsos políticos planearon el Metrotrén, un túnel que agujerearía la ciudad para llevar la línea de Cercanías de FEVE y RENFE por todo el casco urbano y hasta el hospital de Cabueñes, situado a las afueras y en el lado contrario a la estación de tren. Huelga decir, por supuesto, que ese proyecto no se construyó nunca pero los ciudadanos perdimos la céntrica estación de cercanías (sustituyéndose por una “provisional” JAJAJAJA, en las afueras) y ganamos a cambio unos túneles inundados en el mismo centro de Gijón. Hasta ayer mismo, febrero de 2020 (esta obra se empezó hace exactamente 20 años), había noticias sobre el Metrotrén diciendo que ya la FEVE si eso que no transitaría por los túneles y que al tan excelso sistema de metro le llevaría 25 minutos llegar desde el centro de Gijón hasta el hospital (se tardan 30 y pocos minutos en ir en tren de Gijón a Oviedo y depende qué línea de autobús urbano se coja, mucho menos al hospital en bus). Lo dicho, un cachondeo.

Por otro lado, día tras día en Gijón se superan los límites de contaminación seguros para las personas gracias a la acería de Veriña, que expulsa sin control aparente benceno al aire. Los vecinos de las zonas más próximas a la acería (las zonas más humildes de la ciudad, claro), se encuentran a diario capas de contaminación en los coches, en la ropa tendida, etc.

No se olviden, por favor, que hasta aquí todo son problemas reales, ahora pasaré a hablarles de la novela.

Con estas dos premisas, Román Sanz crea “Benceno en la piel”, una novela de zombis original y descacharrante que nos llevará por las consecuencias de las faraónicas obras y del descontrol medioambiental en un Gijón abarrotado de personas que acuden a visitar la Semana Negra, un festival literario que congrega a más de 1 millón de personas anualmente.

Argumento

Cuando empieza la novela nos encontramos con un grupo de escritores y aspirantes a escritores que vacían sin piedad las neveras alcohólicas del Don Manuel, el hotel donde se hospeda la creme de la creme de la Semana Negra. Mientras aburren a Alba, la camarera, con sus delirios alcohólicos, empiezan a notar que la gente se comporta de manera extraña, algunos caminando muy lentamente, otros mordisqueando a sus congéneres, otros saltando por las azoteas, pero primeramente lo achacan a su nivel de alcohol en sangre, por lo que siguen con su disfrute del festival y lo dejan correr.

Sin embargo la situación no para de empeorar y los comportamientos extraños aumentan hasta convertirse en una epidemia que provoca que Gijón sea aislada en cuarentena mientras la gente se devora a sí misma, a sus amigos o va caminando tan lento que colapsa la ciudad. ¿Se darán cuenta los escritores borrachos y sus amigos que el benceno ha calado en la gente, infectándola y provocando estos comportamientos que amenazan con acabar con la milenaria ciudad, su festival literario, y, lo que más les importa, las reposición de cerveza?

Opinión

Román Sanz Mouta es un escritor muy versátil, aunque centrado en el género del terror y con un marcado carácter intimista, en “Benceno en la piel” ha salido de su zona de confort para crear una novela descacharrante, con unos personajes atípicos y bien marcados que contagian su entusiasmo alcohólico a cualquier lector.

Por un lado tenemos al personaje serio, Guillermo, un escritor en ciernes a punto de lograr el éxito que parece ser la cabeza pensante del grupo; aunque para cabeza José o Eldel, cuya estrategia es la carga frontal y comer gofres aunque el puesto se halle en medio de la marabunta de zombis; Luis McGuffin aparece y desaparece según se despierta de las borracheras, conociendo la ciudad de una manera increíble en sus delirios alcohólicos y luego olvidándola para desesperación de sus compañeros de batallas. Tenemos también a Alba, la camarera a la que no paran de molestar día tras día, año tras año, minuto tras minuto y cuyo cerebro parece estar en stand by permanentemente, aunque con momentos de lucidez que serán importantes para el grupo.

Creo que Sanz ha conseguido algo muy original con «Benceno en la piel», puesto que aunque se podría ambientar en el género zombi está alejado de las novelas de supervivencia tradicionales pero también de sus versiones humorísticas. Aquí la acción está centrada en personajes con aparentes serios problemas mentales o de socialización, cuyos conocimientos no les dejarían ni abrir una navaja sin cortarse, pero que se las apañan muy bien precisamente, por eso, por salirse de la norma.

El estilo de Román, aunque no en su oscuridad, prevalece en la elección de frases cortas, casi poéticas, que lo convierten en un libro que se lee rápido y engancha por la capacidad de suspense pero sobre todo por el humor que despliega a lo largo de sus 150 páginas. Si os gustan las novelas de zombis distintas y no tenéis miedo del Ritmo Infernal, dadle una oportunidad.

El autor

Román Sanz Mouta es un escritor gallego afincado en Asturias. Ha publicado dos novelas, “Intrusión”, con Ediciones Camelot y esta, “Benceno en la piel” (MaLuma), pero también una novelette en Lektu titulada “De gigantes y hombres”. Se mueve en el género del terror y el suspense como pez en el agua, siendo H.P. Lovecraft su referente, por ello colabora con fanzines, programas de radio, podcast y revistas como: Círculo de Lovecraft, Vuelo de Cuervos o Dentro del monolito.

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Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista y voluntaria como arqueóloga en la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Trabajo en la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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