Hay algo en el sótano

A veces uno se cruza con un cómic que no esperaba, que no venía recomendado por algoritmos ni por listas de “lo mejor del mes”, y que sin embargo te atrapa desde la primera página. Eso nos ha pasado con Hay algo en el sótano, de Ben Hatke, publicado por Norma Editorial bajo su sello Astronave. Una historia preciosa y con un equilibrio muy bien medido entre lo fantástico, lo emocional y lo inquietante.

Una historia que empieza con un calcetín… y acaba en otro mundo

La premisa es sencilla, casi cotidiana: Milo, un niño tímido y algo reservado, se muda con su familia a una casa nueva. Todo parece normal, hasta que su madre le pide que baje al sótano a buscar un calcetín perdido. Y claro, como buen lector, uno ya sabe que ese sótano no va a ser un simple cuarto lleno de cajas y polvo. Lo que Milo encuentra allí es una puerta secreta que lo lleva a un mundo subterráneo lleno de criaturas extrañas, pasadizos imposibles y desafíos que no se resuelven con espadas ni con superpoderes, sino con empatía, observación y una buena dosis de valor silencioso.

 

Lo que nos gustó es que el cómic no se limita a ser una aventura fantástica al uso. Hay algo más profundo en cómo se cuenta todo. El sótano funciona como metáfora del miedo, de lo desconocido, de ese momento en la infancia en el que uno empieza a entender que el mundo tiene capas, que no todo es seguro ni fácil. Y Milo, lejos de convertirse en un héroe épico, se enfrenta a sus miedos con una mezcla de curiosidad y ternura que lo hace muy humano.

Personajes que no necesitan gritar para hacerse notar

Milo es un protagonista que se gana el cariño del lector sin hacer grandes gestos. Es observador, sensible, y tiene esa mezcla de inseguridad y determinación que muchos tuvimos de pequeños. No es el típico niño valiente que se lanza a la aventura sin pensar, sino alguien que duda, que se asusta, pero que sigue adelante porque sabe que tiene que hacerlo.

A lo largo de su viaje se encuentra con criaturas que, aunque al principio parecen monstruos, tienen sus propias motivaciones, sus propias penas. Y eso es algo que nos ha encantado: el cómic no cae en el cliché de “lo feo es malo”. Al contrario, muchas de las criaturas del sótano son más comprensivas que algunos adultos. Hay un mensaje muy bonito sobre no juzgar por las apariencias, sobre escuchar antes de atacar, sobre entender que el miedo muchas veces viene de no conocer al otro.

Hay algo en el sótano

La familia de Milo también aparece en momentos clave, y aunque no tienen tanto protagonismo, se nota que Hatke ha pensado en ellos como algo más que simples figurantes. Hay dinámicas familiares que se sienten reales, con sus pequeñas tensiones y sus gestos de cariño.

Un dibujo que te abraza y te inquieta a la vez

Visualmente, el cómic es una maravilla. Hatke se encarga tanto del guion como del dibujo, y eso se nota en la armonía entre lo que se dice y lo que se muestra. Su estilo es limpio, expresivo, con un trazo que recuerda a los cuentos ilustrados. Las criaturas del sótano tienen diseños geniales: algunos son adorables, otros inquietantes, y todos tienen algo único que los hace memorables.

Los escenarios están llenos de textura, de detalles que invitan a detenerse en cada viñeta. Es un cómic que se disfruta tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta.

Una joyita que merece más atención

Hay algo en el sótano es uno de esos cómics que te reconcilian con la idea de que las historias para niños pueden ser profundas, inteligentes y emocionalmente potentes. Es ideal para lectores jóvenes, sí, pero también para adultos que valoran las buenas historias.

Es una obra que mezcla aventura, emoción y una reflexión suave sobre el miedo, la empatía y el crecimiento personal. Y lo ha hecho con cariño, con sensibilidad y con un estilo visual que acompaña perfectamente la narrativa.

Si tienes hijos, sobrinos o simplemente ganas de leer algo que te haga sentir como cuando eras niño y te asomabas a la oscuridad con el corazón latiendo fuerte… este cómic es para ti. Y si no, también. Porque todos tenemos un sótano interior, y a veces lo único que necesitamos es una buena historia para atrevernos a abrir la puerta.

Antonio Cabilla
Redactor, editor y director de la sección de videojuegos. También garabateo en la sección de cómic/manga.

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