Blame! 1Corría el año 1998 cuando Tsutomu Nihei comenzó a serializar en la revista Afternoon de Kōdansha la obra que lo convertiría en uno de los referentes de la ciencia ficción manga del nuevo siglo. En Blame!, el artista de Fukushima crea un mundo más que posapocalíptico mediante una narrativa eminentemente visual y una imaginería tan genuina que le sirvió no sólo para alcanzar el éxito sino para lograr el status de autor de culto.

Nihei (Kōriyama, prefectura de Fukushima, 1971), que fue arquitecto antes que mangaka, eligió no someterse a los límites que impone la realidad y prefirió plasmar sus construcciones y diseños en el mundo de posibilidades que brindan las viñetas.

Tras una estancia en Estados Unidos ejerciendo su antigua profesión, regresó a Japón  y empezó a trabajar para la revista Kōdansha Magazine, en la que publicó varios one-shot, incluido el que dio origen a Blame! Finalizada su obra más reconocida en 2003 tras diez tomos, continuó con Biomega y Abara, publicada en Ultra Jump y en la que crearía los Gauna, las criaturas frente a las que lucha la humanidad en su actual y exitosa obra Knights of Sidonia.

Por una pasarela que separa dos muros cuya pista se pierde en un abismo artificial caminan un chaval y un niño. De repente, un encuentro inesperado. Alguien se dirige hacia ellos. El niño se oculta, el joven desconfía… y acción.

Así comienza nuestro seguimiento del periplo de Killy por una megaestructura de límites desconocidos en busca de algo llamado “genes de conexión a la red”.

Blame! 1

El escenario que Nihei plantea en Blame! es una inmensa construcción con miles de niveles, cada uno más gigantesco e inaccesible que el anterior, en los que diferentes seres han evolucionado sin apenas noticia del mundo existente fuera de su nivel y sin comprender qué es aquello en lo que sus vidas se desarrollan. Como nosotros, se podría decir. O como los Tecnómadas, humanos que van de un laberinto de acero y cables a otro huyendo de los Vigilantes: un tipo de las criaturas robotizadas encargadas de mantener la seguridad y perseguir implacablemente a todo lo que parezca humano. Adoptan diferentes formas y no todos tienen el mismo poder, pero parecen estar conectados a un ente central que ordena sus pasos y al que protegen.

Junto con ellos, Killy se encontrará con los Contructores, máquinas encargadas de continuar la expansión sin fin de la megaestructura o los Silíceos, cybors que como él prefieren disparar antes de preguntar y son capaces de moverse entre los diferentes niveles sin demasiados problemas.

Blame! 1Precisamente, aquel primer encuentro ha puesto a Killy en el punto de mira de una pareja de Silíceos interesados en destruir aquello que el joven de negro trata de proteger, dando lugar a las primeras páginas de vertiginosa acción que son norma en Blame!.

Porque golpe a golpe y gracias a su lanzador de partículas gravitacionales —un pistolón que ni el de Harry el Sucio— nuestro caminante machadiano continuará abriéndose paso en una ruta plagada de combates y en la que las líneas de diálogo son casi inexistentes.

Decía al principio que la narrativa de Tsutomu Nihei se centra en lo visual y cuando os hagáis con el manga podréis comprobar que no exagero. En las más de cuatrocientas páginas que contiene el primer tomo de la Master Edition publicada por Panini  Cómics habrá, a ojo de buen cubero, unas setenta que contengan algún tipo de diálogo y de ellas, pocas dan información al lector acerca de la trama principal por la que se mueven los personajes.

Esta renuncia a la palabra escrita como conductor de la historia determina que Blame! sea un manga muy dinámico en el que las múltiples escaramuzas de Killy son el motor que hace avanzar la historia, y que no se entiende sin la importancia del entorno creado por el mangaka de Kōriyama.

Blame! 1La arquitectura desarrollada por Nihei es impresionante, plagada construcciones colosales y laberínticas hasta el punto de recordar a  los diseños de Escher. Este escenario hace que todas las escenas de acción sean espectaculares, con enfrentamientos francamente memorables y destrucción a tutiplén.

Sin embargo, el afán por epatar juega en ocasiones en contra de Blame!, restándole legibilidad y fluidez a determinados pasajes que quizá hubieran necesitado de una ejecución más limpia sin que por ello se hubiera deslucido ni roto el estilo imprimido por Nihei a todo el volumen.

Con esto tiene mucho que ver la principal crítica que se le ha hecho desde siempre a la joya de la corona del autor nipón: ser confusa, difícil de seguir. Lo cierto es que Blame! es un manga complejo, pero al margen de lo dicho en lo referente al dibujo de ciertas partes, la trama tiene un desarrollo bastante equilibrado aunque logrado, eso sí, mediante mecanismos poco habituales.

La ausencia de una explicación literal y la insistencia del autor en que sea el lector quien descifre las viñetas para hallar respuestas (siempre sujetas a interpretación según en qué  manos caiga el manga), convierten a Blame! —al menos este primer tomo— en una obra exigente pero que desde el minuto uno invita a disfrutar de los trepidantes momentos que ofrece sin obsesionarnos con lo que está por venir. Habrá quien no pueda evadirse de ello. Debería intentarlo.

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Más difícil es imaginar cómo sería disfrutar Blame! sin la nueva edición de Panini Cómics. Originalmente publicado en España por Glénat al inicio del milenio, la Master Edition compila la obra en seis tomos con nuevas portadas, alguna que otra página a color y unas dimensiones de 17×24 centímetros. Un tamaño para disfrutar del arte de Tsunomo Nihei como se merece.

Blame! es un manga distinto que transita por lugares comunes en la viñeta japonesa desde hace décadas con valentía y una espléndida puesta en escena. Parada ineludible para los amantes del cyberpunk.

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