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Portada de "El vals de la bruja" de Belén Martínez. | Fuente: Editorial Puck.
Portada de "El vals de la bruja" de Belén Martínez. | Fuente: Editorial Puck.
Portada de «El vals de la bruja» de Belén Martínez. | Fuente: Editorial Puck.

El vals de la bruja, título de Belén Martínez, nos traslada a un viaje atrás en el tiempo, donde una puerta entreabierta o una brizna de viento pueden encerrar los secretos más terribles e inimaginables. La novela de fantasía oscura, misterio y un toquecito de terror sangriento ha sido publicada por el sello Puck.

La historia nos traslada a 1895, Londres, donde las estudiantes de la Academia Covenant Eliza Kyteler y Kate Saint Germain deciden hacer una broma que acaba volviéndose en su contra y termina con las maletas malhechas y un portazo en las narices. No les queda otra que marcharse de la academia y enfrentarse a una vida de alta sociedad, secretismo, lujo y oscuras amenazas teñidas de sangre.

Al leer por primera vez la sinopsis tuve el mal presentimiento de estar ante un Vampire Academy pero con un par de siglos menos en el calendario. Agradezco que no fuera así y que las escenas de la academia se despacharan de forma tan ágil y eficaz. Enseguida se convierten en un recuerdo borroso dentro de una trama galopante donde el terror ante lo cotidiano y lo extraño, lo que te espera al abrir los ojos cada mañana y lo que imploras no ver jamás, se enlazan. Martínez sabe calibrar bien los ritmos en los que cada suceso tiene presencia y cabida en la mente y corazón de Eliza Kyteler, nuestra protagonista.

Eliza se encarga de ponernos al corriente de lo que conoce y lo que sabe, de manera que no tardamos mucho en estar tan perdidos como ella. Un buen movimiento que mantiene la intriga y el misterio hasta las últimas páginas. Algunos quizás demasiado porque quedan sin resolver, pero son incógnitas muy secundarias.

Si juntamos términos como brujas, aquelarre, magia oscura, sangre y demonios… La imagen que viene a nuestra mente puede ser bastante similar. Sobre todo si nos sumimos en las pesquisas de finales del siglo XIX. Me es difícil no pensar en Sleepy Hollow (1999), pero mi debilidad por el Tim Burton de esas décadas puede tener mucho que ver.

fotograma Sleepy Hollow
Katrina (Christina Ricci) e Ichabod (Jhonny Depp) en Sleepy Hollow (1999).

Sí, nos lleva un poco por ese camino oscuro donde la brujería es castigada, las mujeres no tienen voz y las personas del en su momento innombrado colectivo LGTBIQ+ eran aplastadas y apartadas por salirse de la norma. El mundo de Eliza, los Sangre Negra, aunque no sea bien recibido en terreno sagrado y sepa que va a ser acogido en los infiernos, tiene más semejanzas con los seguidores de la luz, también llamados por ellos Sangre Roja, de lo que les gustaría.

Lo queer debe permanecer oculto tras las sombras, los puentes y las noches de lluvia estrepitosa. Las mujeres podrán hacer magia con una gota de su sangre, pero no son nadie hasta no verse casadas. Martínez ataca con sagacidad esas desigualdades, interpelando directamente a los problemas que nuestra sociedad sigue teniendo a día de hoy, y siempre lo hace en el momento oportuno de forma que el concepto queda claro y ligado con eficacia a la trama.

La trama es feroz y está llena de adrenalina

Uno de los puntos fuertes de la historia es el mundo. Martínez nos plantea uno en el que las invocaciones, los demonios, los fantasmas y los hechizos están a la orden del día, alejándose de ese concepto puritano de otredad, satanizándolo, y lo acerca a lo mundano y a la ética. Martínez es una creadora de mundos con una visión muy amplia que estructura todo al milímetro, y lo que no lo tiene, bueno, la propia Eliza te dice que es un desastre. El vals de la bruja está plateada como una obra autoconclusiva, pero me encantaría explorar un poco más ese mundo a partir de otros títulos y personajes.

La trama es feroz y está llena de adrenalina. Es difícil soltar el libro y parar de leer. Aunque los giros argumentales no me sorprendieron como habría cabido esperar ya que puede pecar un poco de predecible, la historia sigue siendo muy disfrutable. Ayuda cogerle cariño a Eliza y a Trece, su Centinela y protector, a los que acompañas durante una serie de misteriosos asesinatos que ponen a toda la comunidad de los Sangre Negra con el corazón en vilo. El resto de personajes, aunque alguno logró despertar mi interés, no se me hicieron tan reseñables, más si me mantengo en la línea de los spoilers.

Aunque me muerdan las palabras mientras las escribo para no decir más de lo necesario, hay un personaje del que tengo que hablar sí o sí. Del villano solo puedo decir que me sorprendió, pero aún no logro descifrar si fue de una buena o mala manera. Tengo sentimientos encontrados. Por un lado entiendo la decisión de Martínez y la construcción de dicho personaje, entiendo los por qué, pero a la vez se me torna un poco hueca. Como si le hubiera faltado un ápice más de tiempo, de forma, de contenido, para que me resultara verdaderamente creíble y memorable.

El vals de la bruja es un una novela que promete una lectura intensa, con sus secretos escondidos en catacumbas y tazas de té, con prometas rotas en palcos de la ópera y en callejones de mala muerte, y con la búsqueda incesante de una vida más fuerte que la sangre.

 

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Carolina de León
Periodista, camarógrafa y escritora. Con muchas historias que ver, relatos que escribir y memorias que vivir.

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