Portada de "Voracidad" de Leigh Rivers.
Portada de "Voracidad" de Leigh Rivers. | Fuente: Ediciones Urano.
Portada de "Voracidad" de Leigh Rivers.
Portada de «Voracidad» de Leigh Rivers. | Fuente: Ediciones Urano.

Voracidad es el segundo libro de la trilogía Al filo de la oscuridad, escrita por Leigh Rivers y publicada por Sombras. Si Insaciable nos mostró el inicio de la historia entre Stacey Rhodes y Kade Mitchell, esta entrega nos sumerge de lleno en la oscuridad que los rodea. Es una lectura intensa, cruda y profundamente emocional.

En esta parte conocemos con más detalle el pasado de Stacey con su hermanastro, Chris. Lo que antes se insinuaba, ahora se muestra sin filtros. Rivers describe el abuso físico, psicológico y sexual con una sinceridad brutal. Chris representa el control y la manipulación más extremos. Su presencia se siente en cada página, incluso cuando no aparece. Es la sombra que persigue a Stacey, el recordatorio constante del miedo y del daño que ha sufrido.

Kade Mitchell también carga con su propio infierno. Vive bajo amenazas y arrastra la culpa por no haber podido proteger a Stacey. En Voracidad vemos su vulnerabilidad, su rabia y su desesperación. Es un hombre que ama, pero que no sabe cómo salvar a la persona que más le importa sin destruirse a sí mismo. Rivers nos deja ver sus pensamientos más oscuros. Nos muestra hasta qué punto el dolor puede transformar a alguien.

En este libro conocemos también a Thobias Mitchell, el padre de Kade. Es un personaje duro, controlador, y lleno de secretos. Su aparición explica mucho del pasado de Kade y de su forma de vivir el amor y el miedo. Es un padre que intenta enmendar el pasado, que sabe que tiene que salvar a su hijo y para eso, no ser tan bueno como estaba fingiendo ser. Eso sí, nunca jamás ha hecho daño a sus hijos, todo lo contrario.

La estructura de la novela refuerza esa sensación de desgarro. Leigh Rivers alterna entre el presente y los recuerdos de Stacey y Kade como pareja. Los flashbacks muestran momentos de ternura y conexión que contrastan con la dureza actual. Cada escena del pasado tiene un eco doloroso en el presente. El lector entiende así cuánto se amaron y cuánto han perdido.

El estilo de Rivers es directo y visceral. No busca suavizar nada. Cada palabra tiene peso. La autora escribe con empatía, pero también con crudeza. Las escenas difíciles no están ahí para escandalizar, sino para mostrar la realidad del trauma y la supervivencia. Stacey no es solo una víctima; es una mujer intentando recuperar su voz y su libertad. Kade, por su parte, intenta reparar lo irreparable, aunque eso le cueste la cordura.

Voracidad no es una historia romántica tradicional. Es una historia de resistencia, de dos almas heridas que aún buscan salvarse. Habla del dolor, la culpa y el amor en su forma más desgarradora. Leigh Rivers construye un mundo oscuro, lleno de heridas, pero también con pequeños destellos de esperanza.

Esta segunda parte consolida la trilogía como una de las más intensas del romance oscuro contemporáneo. Es un libro que duele, pero también emociona. Quien se atreva a leerlo no saldrá ileso.

Irati Egaña
Desde pequeña fui una ávida lectora, y tras mucho leer y escribir reseñas en mi blog, he conseguido acabar aquí de redactora.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.