Carlos Sisí (Madrid, 1971) se enfrenta su tercer lanzamiento en apenas un año, pandemia mediante. Los volúmenes de la trilogía Rojo salieron en abril («Rojo») y octubre («Fundación») de 2019 e «Infierno», tercero y final de saga, estaba previsto para abril de este año, todos ellos en Minotauro. El coronavirus golpeó de lleno a su lanzamiento, retrasándolo a junio y finalmente ha terminado su periplo llegando a las librerías. Carlos Sisí nos concede una entrevista donde repasaremos los pilares de su saga vampírica, además de viajar por el resto de su obra y algunos aspectos del mundo que nos rodea.
Hablar con Carlos es muy fácil, afable en el trato, con conversaciones de tono pausado llenas de amabilidad. Llamativo contraste, al ser uno de los escritores de terror más importantes de nuestro país. Se presta a cualquier lío, incluso a completar el largo cuestionario que da forma a esta entrevista.
Un excelente autor, un tipo sencillo, al que merece la pena escuchar y leer.

Rojo: El vampiro resucitado.

Lj Zapico: Rojo se fraguó a partir de un comentario en Facebook en el que preguntabas a tus seguidores si estarían interesados en leer una creación tuya con la figura del vampiro como tema central. Miles de likes, una trilogía y mil quinientas páginas después, ¿te imaginabas un fenómeno así, salido de una inocente publicación?

Carlos Sisí: Bueno, no lo percibo como un «fenómeno». A veces me digo que si hubiera publicado esta saga en 1984, hubiera sido todo muy diferente. Había menos publicaciones, más lectores, y la industria del ocio no se extendía tanto por todos los otros medios, ya que la mayoría de los que se ganan la atención de la gente hoy día ni siquiera existían. Rojo es terror en su definición, al fin y al cabo, un género que recibe el cariño de un sector minoritario. Duele un poco cuando ves a un lector recomendando Rojo en su muro, en redes sociales, y a sus amigos diciendo: «Hace tiempo que dejé de leer libros juveniles». Si tuviera un poquito de inteligencia y pensara más en las arcas familiares, escribiría un thriller, o algo de tintes románticos, o una novela histórica, pero al final, escribes lo que te gusta, porque si no sale de dentro, no sale.

Lj Zapico: El vampiro, como mito clásico del terror, se transforma a lo largo de la trilogía, retornando a su status original, lleno de ferocidad y violencia. ¿Tenías en mente una reformulación de algún elemento clásico para una nueva novela o la idea del vampiro surgió sin tener nada previsto?

Carlos Sisí: No tenía mucho pensado, pero cuando escribimos y tomamos prestados elementos existentes como es el zombi, o el vampiro, no puedes evitar tomar los elementos que te fascinan y prescindir de los que no te funcionan. Ninguno de mis vampiros se ve afectado por símbolos religiosos, ni nadie lo intenta demasiado realmente porque la religión no es algo que esté ya en nuestras vidas como podía estarlo entonces. Tampoco cosas como el ajo, ni la clásica asociación del vampiro con algún conde atormentado del pasado. Me interesaba más su atribuida longevidad, con el objeto de dotarles de una gran inteligencia.
Rojo es la historia de cómo un ser con un gran intelecto consigue darle la vuelta al mundo utilizando los métodos de control que nosotros mismos inventamos, por ejemplo las estructuras de poder, las cúpulas de gobierno, las jerarquías, entre otras cosas. En ese sentido, su venganza tiene cierto karma asociado; se asemeja un poco a los sables de luz de los Jedi, que devolvían los disparos láser que los soldados imperiales disparaban contra ellos, provocándoles una especie de suicido justiciero. Ese detalle siempre me fascinó.

Lj Zapico: A excepción de algunos detalles, Rojo se percibe como una novela dividida en tres partes. ¿Planificaste la obra como una trilogía o fue una decisión tomada debido a su longitud?

Carlos Sisí: Sí que existió la intención de que la historia se extendiera a una saga desde el principio, porque el tema desde luego, por su naturaleza global, merecía cierta extensión.

Lj Zapico: Rojo es, además de una vibrante novela de terror, un vistazo a un mundo que se ve sometido a un cambio brusco. ¿Supuso un gran esfuerzo crear tantas escenas que dan forma a ese mundo, como los capítulos Antes, Después y Mientras tanto, de forma paralela a la trama principal?

Carlos Sisí: En realidad, casi todos los Después están extraídos de aquellos posts tempranos de Facebook, que escribí de manera independiente sin pensar que formarían parte de una historia concreta. Me quedé sorprendido cuando todos casaron perfectamente, de manera casi mágica, porque obviamente eran trozos «explosión» con momentos destacados y potentes de una novela por entonces ficticia, que no iba a existir. Cuando escribes un libro tienes momentos potentes y tienes el deber de anidarlos con segmentos más planos, de transición, que llevan al lector de un trozo a otro. Se corre el riesgo de incurrir en un «valle» que puede cortar el flujo de la historia, y de la atención del lector. Esto ocurre también, o sobre todo, en las películas. En muchísimas de ellas tenemos escenas costosas, vibrantes, con un alto factor WOW, rodeadas de secuencias de transición donde los personajes se toman un descanso, hablan, viajan, lo que sea. Los momentos Después ayudaron mucho a controlar ese flujo de lectura, intercalándolos allí donde hacía falta para mantener el interés y la tensión a niveles que resultaran equilibrados en el contexto de la novela.

Lj Zapico: Rojo avanza de manera inexorable hacia un final y siempre has defendido que la historia central de la trilogía (sin spoilers) tenía un final cerrado. Una vez finalizada la lectura de «Infierno» queda claro que ese era el final, ¿tenías planificado el final desde el inicio de la escritura?

Carlos Sisí: No, decidí el tono del final a mediados de «Fundación», y como es una resolución atípica, digamos, lo consulté con la editorial. Les pareció bien. Lo que no sabía era el cómo. Esta llegó de repente, recuerdo que paseando con mi mujer y mi hijo, sin que estuviera pensando en ello de manera consciente. Pero cuando llegó, me gustó inmediatamente, supe que… era ese. El final de la historia.

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Lj Zapico: La construcción de personajes carismáticos y muy completos es otro de los puntos fuertes de la trilogía. ¿Tienes algún hijo o hija favorito/a entre ellos?

Carlos Sisí: Me gustan muchos… incluso algunos son personajes muy secundarios. Para bien y para mal, las personas somos muy complicadas, variadas, diversas, llenas de variables que además cambian de un día para otro. Me gusta mucho construir personajes interesantes con pasados que acondicionan su manera de percibir el mundo y cómo se mueven. No es interesante para el desarrollo de la novela detenerse de una manera exhaustiva en comportamientos psicológicos demasiado detallados – la novela no va de eso, pero suelo hacer diseños con rotuladores de punta gruesa porque cierto nivel de detalle, en este sentido, es beneficioso. Eso hace que los personajes funcionen mejor, supongo, y la gente los ame o tengan sentimientos hacia ellos, incluso de rechazo. Últimamente encuentro más placer escribiendo el diálogo entre dos personajes interesantes que en la mera descripción de un bosque, o cualquier otro lugar; todos sabemos cómo es un bosque y a lo que huele, pero las reacciones de unos personajes cuando interaccionan con otros siempre son sugerentes.

Lj Zapico: Entre las páginas de Rojo hay escenas terroríficas, ¿cuesta mucho meterse en la piel de esos personajes y saber dónde cortar la narración para no irse a un entorno demasiado oscuro?

Carlos Sisí: Solo una vez me detuve y «suavicé» un poco, porque era un tema que me tocaba muy de cerca, y ahondar en esa herida no me estaba provocando una experiencia muy placentera; cuando los palurdos de aquél pueblo de la América profunda confunden el cáncer de una niña con vampirismo y la obligan a salir de casa para que le de el sol. Pero quitando ese hecho, no suelo… evitar no irme a un entorno demasiado oscuro. Si se me ocurre, si lo veo con los ojos de escritor, es porque funcionaría. No puedo imaginar nada que no lleve dentro, ni creo que nadie pueda.

Lj Zapico: El vampiro de Rojo, además de volver a un estado salvaje, cuenta con un lore profundo, rozando la fantasía de Tolkien, que se va detallando en los tres libros. ¿Te guardas algún as en la manga para volver a ellos, en ese entorno específico, en algún momento futuro?

Carlos Sisí: Me gustaría mucho explorar el mundo de los vampiros en la época que ellos describen, cuando Tusla Edron era su ciudad fortaleza y su reino, y el Hombre era parte de la cadena alimenticia. Quizá en tono de fantasía, sí, como hice con «Nigromante». Pero hay tantas historias que contar, tantas posibilidades, y tan poco tiempo, que quién sabe.

Lj Zapico: Héroes humanos, vampiros, huidas al límite…o no. Muchas veces Rojo se percibe como un videojuego o un juego de mesa, ¿han sido esas referencias muy importantes a la hora de pautar el ritmo y el tono de la acción?

Carlos Sisí: Supongo que eso es producto de que mi bagaje mental, incluso cultural, bebe mucho de los videojuegos. No es algo consciente, son las cosas que me han formado: Los cómics de 2000ad, los videojuegos, y los juegos de mesa, sí. Imagino que mi mente funciona un poco así. Recuerdo que estaba escribiendo «Fundación» mientras jugaba al «Days Gone», y ese hecho tuvo mucho que ver en cómo se desarrolló la novela. Creo recordar que toda la parte basada en Sacramento pudo tener su inspiración en los diferentes campamentos que se muestran en ese juego.

Lj Zapico: Hablando de referencias, manejas de forma consciente o inconsciente muchos elementos extraídos de películas, series, etc. ¿Cuáles han sido las más importantes?¿Y alguna que crees que haya pasado desapercibida por los lectores?

Carlos Sisí: Sin duda, las dos cosas, aunque siempre funciono más de manera inconsciente porque lo que no recuerdo es haber pensado: «Voy a hacer esto como esto otro». No me interesa mucho lo que ya existe, sino crear algo nuevo, contribuir con un aporte diferente; de hecho, no tenía ninguna intención de escribir Rojo porque existía «Salem’s Lot» y me imaginaba que lo que yo tenía en mente era algo muy similar: El pueblo pequeño consumido cada noche, la casa… ¡la casa!, el vampiro dormido en su sótano. Siempre he mencionado «Salem’s Lot» como la principal referencia, pero también sin duda el mencionado «Days Gone», aunque vaya de zombis, la película «Stake Land» sobre todo, «Noche de Miedo», «30 Días de Oscuridad» por el concepto estético de los vampiros… que yo recuerde. Otras influencias son menos evidentes pero también importantes, «La Carretera», en este caso la película, ya que el libro (lamento decir, y es una espina que tengo clavada) no me funcionó por el estilo de frases cortas y directas.

Lj Zapico: La acogida de Rojo está siendo bastante celebrada, a juzgar por los comentarios de los lectores. ¿Cómo crees que se van a enfrentar al final de la trilogía?

Carlos Sisí: Tenía serias dudas, pero ahora estoy tranquilo. Excepto por un comentario en Twitter («no era lo que esperaba»), los comentarios son potentes y positivos; se menciona a menudo «me ha explotado la cabeza» y alguien dijo que la saga era «un polvo bien echado», lo que me hizo reír durante un buen rato. Es un descanso. Aunque la gente se obceca por los finales y a menudo juzgan la obra completa por ellos, el sabor está o debe estar en el camino completo. Pero la saga merecía un buen final, o cuanto menos un final aceptable, y ese sabor de boca final está definitivamente ahí. A toro pasado me hubiera gustado meter más cosas, más historias paralelas, la situación en Europa, quizá… pero escribir «Infierno» fue más complicado de lo que calculé y, lamentablemente, teníamos un compromiso de publicación que había que cumplir. Tuve que dejar ir la novela.

Lj Zapico: Has conseguido insuflar sangre nueva al vampiro, ¿veremos algún tipo de rescate similar en tus próximos proyectos?

Carlos Sisí: Creo que… después de la experiencia con «Varsovia», he terminado con los monstruos clásicos. No me gustan nada los hombres lobo ni las momias, después de todo (risas). «Varsovia» era una historia propia, muy loca, pero muy divertida y que funciona muy bien, y ese inventar elementos de tu propia cosecha ofrece una libertad creativa que me interesa mucho ahora.

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Una década abriendo puertas a otros mundos.

Lj Zapico: Llevas poco más de una década como escritor de manera profesional y unos quince libros publicados. ¿Cómo valoras esta primera década?

Carlos Sisí: ¿Tantos? (risas). Supongo que la experiencia es lo más valioso. Ahora puedo escribir libros corales y complicados como Rojo, o historias más íntimas como «Vienen cuando hace frío» con más soltura y confianza. Aprendes a calcular el discurso narrativo, las medidas de los ingredientes, algunos trucos para que el lector comunique más con los aspectos dramáticos del libro, o cuándo es necesaria una pausa para distender y regresar luego con fuerza. Supongo que esto es gracias a los comentarios de la gente; cuando hablas con ellos te dan muchas pistas sobre cómo fue su viaje. Los gustos personales están siempre ahí, por supuesto, pero si alguien dice que un trozo determinado es maravilloso, o flojo, le das un valor de uno. Cien lectores diciendo lo mismo es un clarísimo valor cien, y te lo apuntas para ver qué hiciste bien, o qué hiciste mal. Ese tipo de cosas ayudan mucho a mejorar.

Lj Zapico: Siguiendo tu trayectoria se percibe una mejora casi exponencial desde tus primeros trabajos hasta el momento actual, incluso una manera de construir las historias muy personal. ¿Hay algún punto o novela en donde fuiste consciente de que algo había hecho clic, que ese era el tono que querías para tus obras?

Carlos Sisí: No, realmente no hubo un momento «click»… ha sido una progresión suave, constante, encontrando mi hueco. Es normal, supongo, que la práctica hace la profesión. Imagino que hace tiempo que superé las diez mil horas (risas). De todas maneras, de todo se cansa uno, y en «Nigromante» por ejemplo disfruté mucho guardando todo mi estilo y mi cinturón de herramientas en un cajón para explorar nuevos senderos; realmente cambié mi voz narrativa por otra, y fue un descanso mental y un placer enfrentarme de nuevo a la pregunta: «¿Cómo cuento esto?». Quiero volver a escribir fantasía, sin duda, y lo haré.

Lj Zapico: «Los caminantes» fue la novela con la que te diste a conocer, anticipándote al fenómeno zombie y generando una saga que va por la quinta entrega (a la espera de una sexta y última, previsiblemente). Echando la vista atrás, ¿cómo ve el Sisí de 2020 su novela de 2009?

Carlos Sisí: Fue un esfuerzo temprano. A veces, me siento como un pequeño traidor iracundo cuando algún lector dice haberme conocido por alguno de mis libros más recientes y anuncia que va a leer los famosos Caminantes, porque han pasado diez años y soy consciente de que aquél primer libro tiene… bueno, numerosos problemas. Les recomiendo Rojo, que me parece una obra mejor acabada y con mucha más profundidad y riqueza aún cuando mantiene más o menos un punto de ruptura parecido.

Lj Zapico: «La hora del mar» es una de tus novelas de la primera época que más me gusta, por contenido y ambición pero actualmente no cuenta con una nueva edición, ni siquiera en bolsillo. En ella tienen mucha importancia aspectos muy puntuales y específicos de ciencia y biología, además de fenómenos extraños como el Hum. ¿Demasiado trabajo de documentación y planificación para una segunda novela? ¿Arriesgaste demasiado en ese momento en concreto?

Carlos Sisí: Quedé contentísimo con «La Hora del Mar». Fue realmente mi primera novela, tal y como yo lo veo, porque «Los Caminantes» jugaba con personajes y situaciones que habían sido pensados por otros. Fue como si dirigiese una película cuyo guión hubiese sido escrito por otra persona, con un director de fotografía ajeno a mi, y un plan de marketing que hubiese estado en funcionamiento antes de que me sentara en mi silla de director, porque esas situaciones tipo refugio, asedio de zombis, brote y supervivencia ya sabíamos que funcionaban.
Cuando terminé «La Hora del Mar» pensé que me había quedado fantástica y estaba orgulloso de cómo había resuelto los problemas a medida que los encontraba. Tiene momentos muy complicados por los que avancé a trompicones, con escenas donde los gobiernos se reúnen y debaten, personajes de diverso calibre, y un aspecto global que tiene sus dificultades.
Investigué mucho sobre muchas cosas, sí, pero eso forma parte de la diversión. Funcionó, no se puede decir que no,  pero no ha sido de los más vendidos, así que fue una cura de humildad. En su momento, todos mis lectores eran amantes de los zombis, y la portada fue una pésima decisión… es malísima, y lo que enseña es otro zombi cuando el libro no iba de eso. Creo que mucha gente esperaba ver a Dozer subido en un todoterreno disparando a los zombis, y se encontraron con un thriller medio-ambiental con teorías OVNI y GAIA de por medio. A lo mejor con otra presentación y en otro momento, la recepción de la historia hubiera sido más honesta.
Aún así, lo que decíamos antes… «La Hora del Mar» es el libro favorito de algunos lectores, y hay quien pide todavía una segunda parte.

Lj Zapico: «Panteón» se alzó con el Premio Minotauro en 2013, además de suponer tu debut en la ciencia ficción. La novela se convirtió rápidamente en una de las favoritas de tus seguidores, ¿quedaste satisfecho, en su día, con el cambio de género literario?

Carlos Sisí: Sí, fue muy divertido escribirla y traerla a la vida. Había leído muchísima ciencia ficción y era (soy) fan absoluto de personajes de cómics con trasfondos muy potentes, como Rogue Trooper. Tenía muy claro lo que quería hacer, y lo hice, y fue un descanso mental porque no es una novela complicada, sino una especie de blockbuster literario con muchas cosas que me hubiera gustado ver en una película de Star Wars, por ejemplo.

Lj Zapico: Tienes una segunda entrega planificada para el futuro cercano, impulsada por un crowfunding, ¿la concibes como una secuela al uso o utilizarás el primer «Panteón» como una introducción? ¿Cómo ha sido la experiencia del crowfunding?

Carlos Sisí: «Panteón» era una historia intimista, controlada, que describía el viaje iniciático de solo dos personajes en un misterio con puzzle encerrado. Pero al final de la novela, este entorno se abría de alguna manera para mostrar varias pinceladas de un mundo enorme y complejo, lleno de lugares que cualquier aficionado al género hubiera querido explorar. «Panteón 2» merecía que prestase atención a todos esos escenarios y mostrara un cuadro global más amplio, cosa que hace. Fue realmente bonito ver que tanta gente apoyaba esa iniciativa, la del crowdfunding; pedían una segunda parte, y realmente hicieron honor a su petición con su dinero. Eso es tener palabra; palabra para conseguir, y palabra para cumplir.

Lj Zapico: «Alma» aterrizó en 2016 y lleva unos cuantos años circulando, con el aura de ser un libro especial dentro de tu bibliografía. A simple vista, como lector y aficionado, parece ser uno de tus títulos más personales. ¿Fue dura la experiencia de sumergirse en mundos tan amplios y diferentes, como pueden ser los avances informáticos y el mundo paranormal?

Carlos Sisí: «Alma» fue especial, sí. Quería escribir sobre fantasmas, casas atroces e imposibles que están aquí y allí a la vez, ese tipo de cosas. Tenía la película «Poltergeist» en la cabeza, en concreto el momento en el que la médium, la madre y el niño hablan en voz baja en el salón sobre la naturaleza de los fenómenos (mi favorita), y quería ver qué podía hacer con algo así. De hecho escribí unas cien páginas con situaciones imaginadas que hemos visto demasiadas veces en todo tipo de películas y libros; fantasmas iracundos, grandes peligros, misterios inexplicables; pero cuando tuve que hacer hablar a uno de los personajes, que era una médium, supe que no podía. En las películas vemos a los médium tener sensaciones que se describen de manera visual con un centenar de sonidos raros mezclados y varios efectos de cámara, pero… ¿qué sienten, o qué creen sentir en todo caso?, ¿cómo perciben el mundo?, ¿en qué creen?

Durante una comida con mi editor en Barcelona, se me ocurrió preguntarle si tenían algún médium o algún investigador con el que pudiese entrevistarme, ya que Minotauro es un sello del grupo Planeta y cuentan con diversos programas, publicaciones y profesionales dedicados a la investigación real de esas cosas. Digo «real» porque me decía a mí mismo que algo debía haber en ese mundo cuando suscitaba tanta investigación, tanto debate, preguntas… casos.
Me llamaba la atención que en cualquier grupo de personas, siempre hubiera al menos una que hubiese vivido fenómenos de primera mano, o tuviera a alguien muy cercano que los hubiera vivido, así que  Ese fue un punto de inflexión, supongo, un momento donde la vida se bifurca. Acabé hablando con muchísimos médiums y gente relacionada con el mundo, y estuve navegando por esas aguas por espacio de unos dos años, más o menos. Fue un boom mental tremendo. Encontré un mundo fascinante, muy real, que se me antojó como la última frontera del conocimiento humano. Hay mucho ahí que merece atención, o tal vez no, porque estos días son días de tierra y de carne y el mundo espiritual, como es evidente, nos está vetado. De existir, hay un esfuerzo indecible y clarísimo de que nos olvidemos de él para concentrarnos en otras cosas.
Lo curioso vino después, cuando terminé el libro. De repente era un magufo que hablaba de tonterías medievales. Entidades invisibles, energías, sensaciones inexplicadas, intuiciones… el Amor como motor del Universo, y la ausencia de Amor como un cáncer que nos retrasa. Mucha gente se aferraba a la ciencia para rechazar de plano la posibilidad siquiera de que tales cosas pudieran ser reales, plausibles al menos.
Creo que el mundo espiritual y la ciencia deben, pueden y se darán la mano algún día, porque sin duda, ese mundo no puede existir sin las leyes físicas que hemos ratificado ya. Lo que no existe es la magia.

Nos sentimos muy seguros en este sistema, pero el sistema no dudará en expulsarte de la manera más dura, desagradable y dolorosa si no cumples con los requisitos: Trabajar, ganar dinero, gastar dinero, ir a dormir, vuelta a empezar.

Lj Zapico: Con la perspectiva de los años y del resto del discurrir de tu obra, «Alma» se eleva como una pieza clave, siendo un libro de extremos: o gusta o no, no parece haber puntos intermedios. También se percibe la importancia personal e incluso parece que muchos de los personajes protagonistas contengan partes de ti mismo. ¿Querías reflejar algunas inquietudes personales en los distintos personajes?

Carlos Sisí: Es inevitable; si eres un escéptico recalcitrante, «Alma» no funcionará para ti. Cuenta un montón de cosas que requieren cierto nivel de apertura mental. Yo hice esa investigación porque siempre me había acercado al mundo desde un punto de vista lúdico; me gustaba ver la tradicional foto de fantasmas con el gusto añadido de la posibilidad de que fuera auténtica, porque eso formula preguntas interesantes y abre nuestro concepto de existencia a niveles llenos de posibilidades, misterio, promesas de futuro que resultan excitantes, y por qué no, un sentido más allá de la mera existencia química y biológica. Así que si tienes la mente abierta a la posibilidad, leerás su mensaje con otros ojos, acompañarás a los protagonistas en su descubrimiento, las preguntas te calarán. No puedes hacer preguntas a quien no quiere escuchar ninguna respuesta, es fútil y estéril. El mundo espiritual es un viaje, desde luego, pero es sobre todo un viaje hacia dentro. En un tema de introspección tan complicado es inevitable vestir las situaciones con perspectivas propias, así que muchos de los personajes están basados en experiencias contadas para mi por médiums y gente conectada, y otras son personales. No sé por qué, cuando una historia tiene un trasfondo de verdad, aunque sea sólo un poco, se percibe diferente. Algo en nuestro interior señala esa historia, sea la que sea, y dice: «¡Eh, eso resuena!». Eso lo tuve muy claro desde el principio, y por eso «Alma» ahora busca a los suyos.

Lj Zapico: «Vienen cuando hace frío», de 2017, es una de las novelas más vendidas dentro del catálogo de su editorial, Insólita. Es una novela con una decisión compleja en su parte final, ¿que te impulsó a tomar ese camino?

Carlos Sisí: El gusto por la escritura y por contar historias (risas). Fue la única novela, desde «Los Caminantes», que escribí sin planificación editorial; la hice porque me apetecía, en el transcurso de un verano tranquilo y ocioso. Sin contrato por medio. Sin necesidad de que existiera. Hice lo que me dio la gana, y por eso resulta poco comercial en su diseño y estructura. Básicamente hago varias cosas prohibidas en cualquier taller de escritura, algunas graves… pero sin embargo, de entre los míos, es el libro favorito de algunos de mis lectores. Otros la señalan como una de mis peores novelas, claro (más risas).

Lj Zapico: «Varsovia», también editada por Insólita, es un festival creativo. En una de sus múltiples facetas cobra un interés especial el día a día en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial, en una serie de capítulos brillantes, con una amplia documentación. ¿Tienes un interés especial en ese momento histórico o fue un trabajo específico para la novela? ¿Cómo fue el proceso de introducirse en el papel de una persona con una enfermedad mental?

Carlos Sisí: La documentación de «Varsovia» fue laboriosa, sin duda. Leí bastantes libros sobre el tema del gueto en particular, pero sólo para tener datos concretos porque la Segunda Guerra Mundial es un tema que me despierta gran fascinación desde siempre, probablemente por amor hacia mi padre, un entusiasta de esa época. No me interesaban tanto los guetos y los horrores del holocausto, sino las contiendas bélicas del escenario europeo, sobre todo: Los tanques avanzando por la Francia ocupada, esas cosas. Pero la idea global de «Varsovia» llevaba mucho, mucho tiempo rondando por mi cabeza, eso de que la humanidad se echase a dormir y solamente la gente con taras mentales permaneciera despierta. Pero no conseguía avanzar mucho en la resolución de la trama, el por qué, el destino final de ese viaje, y la idea se quedó ahí en un cajón mientras escribía otras cosas. Curiosamente, la palabra Varsovia empezó a aparecer con una tenacidad abrumadora en mi vida. La veía por todas partes; compraba un algo en eBay y me lo enviaba un vendedor de WARSZAWA. La veía en mi mente, en inglés, por cierto: WARSAW, palabra curiosa porque… ¿no podría traducirse, literalmente, como «La que vio la guerra»? Sé que el nombre original hace referencia a una hermosa historia entre un joven llamado War y una sirena llamada Szawa, pero… pero en algún momento, la historia del gueto de Varsovia y mi historia de durmientes felices casaron de alguna manera extraña.

Pasé muchísimo tiempo en grupos de bipolares en Reddit leyendo sus testimonios individuales y personales… sus miserias, miedos, dudas, dramas, sus alegrías, sus motivaciones. No me extraña que un bipolar se enfade cuando muchos de nosotros usamos el término alegremente, como si fuera algo divertido («¡es que soy bipolar!») porque desde luego es una enfermedad terrible y muy seria. Los personajes quedaron así por eso; su percepción del mundo no es normal, se entregan a conversaciones que pueden parecer divertidas pero tienen un trasfondo muy dramático. Cogí mucho cariño a esos personajes. Jeremy es quien más se me parece en muchos aspectos. Estoy muy satisfecho con «Varsovia». La hemos traducido al inglés y mi agencia, Antonia Kerrigan, la está moviendo por ahí fuera para ser publicada.

Lj Zapico: Con «Nigromante» te sumerges en el mundo de la fantasía, ¿repetirás la experiencia? Aparte de tu amor por la obra de Tolkien, ¿que te motivó a trabajar en ese estilo y, además, con perspectiva de género?

Carlos Sisí: Sobre todo mi amor por Tolkien (risas). En serio, he leído mucha fantasía, y hay cosas alucinantes desde luego, como Moorcock, y un buen número de autores internacionales que todos conocemos bien, pero Tolkien consigue siempre que te sientas mejor persona cuando acabas de leerle. Hay una bondad natural en esas páginas que no es muy evidente, pero que se destila; algo que no existe por ejemplo en la obra de George Martin. Es mi biblia, mi amor es incondicional y mi admiración mayúscula; y sí, realmente quiero y voy a escribir más fantasía en el futuro.

Lj Zapico: En tus títulos recientes, como «Varsovia», «Alma» o la trilogía Rojo, vas construyendo una serie de personajes, de entidades, como el Señor Basura, que encarnan el mal puro, sin grises, descarnado. ¿Te obsesiona ese mal «auténtico», esa maldad que se infiltra en cualquier sitio? Hay veces que podría articularse como un tema transversal a tu obra, parecida a la figura de Flagg que Stephen King utiliza en su universo, ¿es esa figura totalmente oscura la auténtica némesis del Sisiverso?

Carlos Sisí: El Mal existe, sin duda. Además es muy listo y premia muy muy bien a los suyos. Seguro que conoces a alguien que es un auténtico bicho, un tramposo, y la vida le sonríe de maneras que a personas honradas y buenas que también conoces, no. No me… obsesiona en el sentido de que me asuste, o me preocupe siquiera. El mal debe existir porque forma parte de esta escuela de la vida. El dolor existe por la misma razón. El dolor es un gran maestro, no se aprende mucho de los momentos buenos, de los días tranquilos y amables. No me preocupa porque forma parte del trato y pretender erradicarlo es como quitarle el hidrógeno al agua; destruirías su sentido. Creo que en esta vida hay gente predestinada a la Luz y gente que está abrigada por la Oscuridad, y ambos tienen sus recompensas cuando sigues sus caminos.
Ese otro camino, el de la oscuridad, me llama mucho la atención. A veces ni siquiera puedo entender cómo alguien puede hacer las cosas que hace, ni siquiera desde el punto de vista del egoísmo más recalcitrante, así que jugar con esos conceptos en mis libros es una constante. Es como: «¡Esto es loquísimo!», así que lo pinto, vuelvo a pintarlo, uso otros colores, lo giro y le doy la vuelta, porque en el fondo supongo que me gustaría comprender.

Las pesadillas del mundo real.

Lj Zapico: Eres tremendamente activo en redes sociales, compartiendo pensamientos y temas de actualidad. ¿Consideras (como persona, no como escritor) las redes sociales imprescindibles en el mundo actual? ¿Cómo ves las polémicas diarias y el incontrolado ataque de trolls?

Carlos Sisí: Eso sí es preocupante. Es una secuela, supongo, de esta tendencia de usar y tirar. Las cosas ya no se arreglan, se incendian. No se dialoga, no se habla: O estás conmigo, o estás contra mí. Si tienes otra perspectiva de las cosas, eres un imbécil, un estúpido, y te bloqueo. El otro día hice un post pro-homosexualidad y perdí diez seguidores de repente. No es que quiera que estén ahí si tienen problemas con que cada uno ame a quien le de la gana, o se sienta mujer habiendo nacido hombre, para el caso, pero ilustra esto.
En el libro, las redes sociales son preciosas… significa que las distancias se reducen, que puedo preguntar cualquier cosa y alguien en Bélgica puede responderme y darme su opinión sobre algo, y con una cultura tan diferente, ese intercambio es enriquecedor. Pero sin ganas de escuchar, de comprender, de aprender, todo eso se corrompe, se convierte en una trinchera donde uno busca solamente gente afín a su particular manera de entender las cosas, en nosotros contra ellos. A modo de ejemplo, me han llegado a decir que no hable de feminismo porque soy hombre, y por lo tanto, no tengo ni puta idea. Y no es un problema de edad, ni de sentido común: He visto gente que intenta luchar por cosas en principio honorables pero lo hacen con los dientes apretados y una intolerancia desproporcionada, descabellada, superlativa. De verdad que ardo en deseos de hablar con un psicólogo social que me explique qué nos ha llevado a esto, porque por más que leo, no termino de comprender.

Lj Zapico: También hay que resaltar que eres muy atento con tus seguidores. ¿Qué te aporta esa cercanía? ¿Te ayuda en tu proceso creativo?

Carlos Sisí: Eso es… es todo. Con honestidad, los cheques son necesarios porque tengo que pagar el ordenador en el que escribo, la luz, el internet, el techo bajo el que duermo, etcétera, pero hay otros trabajos que podría hacer que generarían más dinero que la escritura en España. Pero es precioso cuando cuentas una historia y luego escuchas cómo otros la han vivido. Eso es una maravilla, el prodigio de la creación artística, la recompensa. Y lo que cuentan, sea bueno o malo, ayuda muchísimo a abordar nuevas creaciones. Para mi, no se trata de hacer lo que quiera y gustar a quien guste, simplemente; el proceso de creación debe contemplar a la gente a la que va destinada la obra. Eso forma parte de la definición de diseño. Es parte del juego (y del reto) ver cómo puedo hacerlo mejor, cómo llegar a más gente, cómo comunicar más, como decir mucho con menos palabras, o al contrario, cómo mantener el interés con un paseo en barca de dos mil palabras manteniendo el ritmo suave y lento sin cansar. A veces me siento como un programador que optimiza su código para ser más eficiente, rápido, certero.

Lj Zapico: Unas quince novelas en poco más de una década, ¿algún secreto para ser tan prolífico?

Carlos Sisí: Sólo trabajo (risas). Y que me gusta lo que hago, por supuesto. Si no te gusta lo que haces, estás sacrificándote, y acabas enfadado contigo mismo.

Lj Zapico: Entre tus críticas más frecuentes resuenan las voces negativas hacia los desenlaces de tus libros, ¿te interesa más el camino que la meta o estamos ante el típico ejemplo de que «no escribes las novelas que yo quiero leer»? ¿Cómo gestionas las críticas, tanto negativas como positivas?

Carlos Sisí: No leo demasiadas críticas, las mantengo a un nivel prudente… a veces veo anuncios de la editorial que han generado cien mensajes, pero no los leo. Sólo leo los mensajes que aparecen en mi muro, que se destinan a mí de manera expresa con una etiqueta, que aparecen entre mis privados. A esos los contesto, siempre que puedo, siempre que no se me pasen por alto. Eso es diferente, es gente que ha demostrado un interés por hacerte llegar un mensaje y han invertido tiempo en ello; por lo general, son útiles y de consideración (para lo bueno y para lo malo). Las valoraciones de Goodreads, Amazon, etcétera, no son para mí, así que esas las dejo para quienes se interesen por esas cosas.

Lj Zapico: Pese a que eres un escritor especializado en el terror, tus últimas obras dejan un regusto optimista, esperanzado ante los cambios. ¿Te sientes así frente al estado actual del mundo, en esta realidad de nueva normalidad? ¿Nos centraremos en los aspectos sociales o volveremos a la casilla de salida?

Carlos Sisí: En realidad no me siento muy optimista en estos momentos sobre nuestra evolución como especie. El tema de la pandemia, las protestas en USA, las tensiones con China, España dividida en dos ideologías antagónicas y las opiniones de la gente sobre todo ello me han pintado un cuadro muy muy feo. No se entiende. Somos niños consentidos y mimados por una sociedad del bienestar donde se nos han inculcado cosas que tienen un daño colateral demoledor en cómo nos comportamos, en cómo sentimos a la gente que tenemos alrededor. No tiene pinta de que esto vaya a ir a mejor, al menos inmediatamente; de hecho percibo que vivimos y vamos a vivir un retroceso importante en algunas cosas que parecía que habíamos conseguido. Se han perdido cosas, no se cómo ni cuándo, y eso se percibe cuando miras películas antiguas, documentales antiguos, cuando escuchas a los abuelos hablar. Cierta bondad. Algo inaprensible, que hemos ido deconstruyendo sin darnos cuenta. No me siento muy capaz de cambiar nada, ni estoy seguro de que nadie quiera realmente cambiar nada porque esa reforma va a dejar todo perdido de escombros, así que mi granito de arena se limita a poner posts con mensajitos, embutirlos en mis novelas, y confiar en que lleguen a alguien.

Redes sociales Carlos Sisí

Lj Zapico: Cambio climático, pandemias, fake news, resurgimiento del fascismo, pobreza, odio al distinto, racismo, terrorismo… ¿el terror literario se ve superado por el día a día? Como experto en apocalipsis, ¿que terminará primero con la humanidad, aparte de nosotros mismos?

Carlos Sisí: Menudo cuadro, y es absolutamente cierto, por eso te decía que no me siento muy optimista. La humanidad está durmiéndose como los personajes de mi novela, «Varsovia», sólo que no tiene sueños felices: Sólo el ticket de compra de las últimas zarandajas audiovisuales que ha adquirido porque las últimas cien ya no satisfacen, son antiguas, obsoletas, ya vistas y manoseadas.

Lj Zapico: En algunas entrevistas recientes mencionas la inteligencia artificial como un tema a seguir, ¿qué temas te obsesionan a día de hoy?

Carlos Sisí: La Inteligencia Artificial y la IA Fuerte en concreto son el camino a seguir. Sin duda hemos avanzado mucho con nuestro razonamiento, pero cada vez cuesta más llegar más lejos, como te dirá cualquier investigador o científico: La herencia de todo lo que hay que aprender y dominar es demasiado extensa ya, y los diferentes campos se superponen los unos a los otros. Necesitamos ayuda, y las máquinas, son sus capacidades de computación, pueden manejar muchísimas más variables que nosotros, a la vez. Yo incluso voy más lejos: Está claro que el principal problema de cualquier forma de gobierno, cúpula de poder, directivo… es la corrupción. La codicia forma parte inherente de la construcción esencial del ser humano, así que la única manera de eliminarla de la ecuación es confiar en una máquina. Un software de código abierto que maneje todas las variables con todos los problemas y necesidades de un país debería ser capaz de asignar presupuestos y sugerir caminos de actuación. Suena a locura, pero creo que algún día, tal vez en el Facebook de 2077, alguien cogerá esto y dirá: «¡Eh, este loco hablaba de nosotros ahora!». Hay mucho material ahí para una novela. Y tengo ganas de explorar una trama donde la IA, por fin, no se rebele contra los humanos con la intención de matarlos (risas).

Lj Zapico: Es un hecho comúnmente aceptado que para escribir hay que leer o haber leído bastante, ¿obras que sean tus referentes de cabecera?¿Qué lees actualmente?

Carlos Sisí: Ahora leo mucho menos… escribo mucho, y he perdido la necesidad de absorber las historias de los demás. Pero hace algunos años leía de todo, desde Asimov a Truman Capote pasando por Tomás Salvador, King, Koontz, Crichton, Sheckley… Cogía libros de mi casa, así que un día estaba leyendo a Benito Pérez Galdós y al día siguiente podía leer a Kundera, o a Bernard Werber. Me gustaban libros muy diferentes, aunque la ciencia ficción era mi favorita, y las historias de King siempre tenían ese que se yo que me entusiasmaba, porque te planteaba una situación común del día a día y luego lo manchaba todo con fenómenos paranormales, monstruos y cosas terroríficas que reptan húmedas en los sótanos.
Lo que ando leyendo ahora tiene mucho que ver con la IA. Es un campo que ha experimentado notables avances  en las últimas décadas. Recuerdo que la primera vez que vi una IA en acción, al menos, de una manera evidente, porque hay muchísima IA en funcionamiento a nuestro alrededor sin que lo advirtamos. Fue en un videojuego llamado «Quake». Su punto fuerte eran las partidas multijugador, pero Internet en España, por aquel entonces, era caro y era terriblemente caro y lento, así que para muchos era algo inalcanzable. Un tío llamado Steven Polge debió darse cuenta de esto, y programó unos bots que utilizaban lógica heurística para aprender los entornos tridimensionales, perseguir al jugador y a otros bots, luchar y buscar armas y munición, exactamente como lo haría un jugador real. Era increíble: No había manera de decir si los enemigos eran bots o eran personas; incluso fallaban a conciencia para esconder sus impecables (y letales) cálculos matemáticos. Aprendían sobre la marcha porque por entonces muchos de nosotros creábamos nuestros propios mapas con herramientas 3D y ellos no tenían problemas en explorar los niveles y construir una base de datos con las diferentes rutas. Recuerdo que entrevisté a Steven para una entrevista para la revista Micromanía y quedé maravillado con el concepto. Era solo el principio, por supuesto.

Lj Zapico: Videojuegos, series, películas, cómics… en tus libros se aprecian toques y referencias de múltiples expresiones culturales. ¿Cuáles han dado forma al Carlos Sisí adulto y al escritor?

Carlos Sisí: Supongo que en mi vida, los cómics, los libros, los videojuegos y el cine han ido siempre de la mano. Recuerdo que la primera vez que salí de noche, digamos, con amigos, tenía ya 18 años. Estaba siempre en mi cuarto, rodeado de mundos fantásticos, de experiencias literarias, de fantasías. Los libro-juegos… me encantaban. Recuerdo ahorrar el dinero del desayuno para comprarme alguno. Ese era mi mundo, mi realidad, era lo que me gustaba. En mi pequeñísimo cuarto estaba la máquina de escribir como centro de todo: hacía relatos, reseñas de videojuegos que no iban a ninguna parte ni nadie leía, revistas que componía con ayuda de una fotocopiadora, etcétera. Todo eso formó mi baúl de recursos, pequeñas semillas que me formaron en todos los sentidos.

Lj Zapico: Además de “Panteón 2” y la sexta entrega de “Los caminantes”, ¿qué nos traerás en un futuro?

Carlos Sisí: Bueno. Un par de cosas, seguro (risas). La verdad es que siempre estoy probando cosas y lanzando pequeños drones exploradores a ver si alguno llega a buen puerto. Ojalá que sí. Lo que puedo prometer es un par de historias… o un par de pares, algunas esperadas y otras no (risas).

Lj Zapico: ¿Qué le provoca terror a un creador de pesadillas?

Carlos Sisí: No poder pagar la hipoteca o las facturas. Caerme de la rueda. Nos sentimos muy seguros en este sistema, pero el sistema no dudará en expulsarte de la manera más dura, desagradable y dolorosa si no cumples con los requisitos: Trabajar, ganar dinero, gastar dinero, ir a dormir, vuelta a empezar. No estamos protegidos para nada. El sistema no ama a nadie, ni cuida de nadie, solo cumple un contrato. Estamos desamparados. El día a día es un combate por la supervivencia, y eso sí que aterra.

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LJ Zapico
Criatura de la noche. Redactor en Fantasymundo.com

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