Parks, nos propone un thriller moderno de alta tensión apoyado en un drama familiar. Bien construido, usando un patrón clásico pensado para devorar el libro de un tirón, la  temperatura se eleva en cada capítulo hasta el clímax final.

Traducido por Ana Isabel Sánchez DíezPLAZA & JANÉS nos ofrece esta novela de Brad Parks, el único autor que ha ganado los premios Shamus, Nero y Lefty. Antes de dedicarse a tiempo completo a la escritura, trabajó para The Washington Post y The Star-Ledger.

 

 

 

Narrada en primera persona y tiempo pasado por el protagonista, Scott A. Sampson, un juez federal asignado a Norfolk, distrito este de Virginia, No digas nada es un thriller que cumple con todos los estándares del género. Actual, cercano y muy cinematográfico, nos introduce en el corazón de una familia cuyas vidas se pondrán patas arriba.

Scott está casado con Alison y tienen dos hijos mellizos, Sam y Emma. La historia se convierte en drama, desde el primer capítulo, con la desaparición de los pequeños. Cuando tienen la certeza de que se trata de un secuestro, la angustia se apoderará de ellos. Si quieren volver a recuperarlos, no deben decir nada a nadie y seguir las instrucciones que reciban. Dichas consignas estarán vinculadas a un caso de drogas contra un traficante reincidente, Rayshaun Skavron. A partir de ese momento, cada decisión condicionará el devenir de los acontecimientos. Eslabón a eslabón, el matrimonio se verá atado por una cadena cada vez más fuerte y pesada.

Lo cierto es que todos los trabajos tienen sus riesgos, pero este libro plasma a la perfección el clásico cliché de atacar a quienes más quieres para obligarte a hacer lo inimaginable. El libro gira en torno a esto, implicándonos los lectores en esa angustia, una carrera contrarreloj por llegar a tiempo. Y todo por no ir a la policía o al FBI, que sería lo más lógico, ¿no? Ese es el otro eje tractor de la novela, el poder de la pareja frente a la adversidad y la angustia de estar solos ante el peligro. No será fácil, como podemos intuir, por lo que el autor juega perfectamente a subirnos en una montaña rusa de sentimientos. La relación de pareja, pues, se pondrá a prueba y no estará exenta de desconfianza.

Alison Powell tiene dos hermanas: Jennifer, casada con Jason y sin hijos, y Karen (la mayor), casada con Mark Lowe y padres de cuatro hijos. Gina es la madre, viuda, de las tres mujeres. La piña familiar, por tanto, parece que podría prestarles ayuda. Se verá.

Intentaré no desvelar nada de lo que acontece a continuación. Tan sólo reiterar que la trama se enmaraña y cada decisión, en ocasiones una mentira, tiene una implicación o una consecuencia que normalmente es desafortunada. Cada personaje vive esta situación a su manera, aunque los lectores asistimos siempre desde los ojos del juez. El prisma varía dependiendo de si hablamos del protagonista, su mujer o los  secuestradores.

La historia sube de tono hasta alcanzar un juicio muy importante con la típica puesta en escena estadounidense que esto suele conllevar. Barnaby Roberts, director ejecutivo de ApotheGen, hará frente a la demanda interpuesta por el científico Denny Palgraff a raíz de los derechos de una patente que pueden afectar al próximo lanzamiento del medicamento Prevalia. Para hacer frente al gigante de los laboratorios, Palgraff contrata a Roland Hemans, el abogado que representará a David contra Goliat. En contraposición, Clarence Worth, será el abogado principal de Apothegen al frente de nada más y nada menos que 15 abogados defensores, además del departamento legal interno de la empresa.

Como decía, las dudas sobre todos no tardan en aparecer. La retahíla de personajes parece una rueda de reconocimiento: la niñera, el juez supervisor de la zona, un antiguo novio, un senador para el que trabajó Scott, el equipo colaborador del juez, un sheriff suspicaz, un detective privado,… Todos ellos aderezan el espectáculo mediático en el que se convierte el juicio entre los SMS y los paquetes que no paran de recibir nuestros protagonistas para desquicie del lector.

Los puntos fuertes en los que se apoya la historia son la disección del sistema judicial y la descripción de la exposición a la que se enfrentan los jueces. El autor consigue que todos parezcan sospechosos. No nos extraña que la intervención de los periódicos también pueda afectar al devenir de los acontecimientos… Según avanza la historia, empatizamos con la angustia del protagonista. Quieres gritar al juez cómo harías tú.

Videorreseña de «No digas nada» en La Nave de LanarkMcKlaor:

En conclusión, traiciones, suspicacias, acorralamiento y suspense en crescendo capítulo a capítulo hasta el electrizante final. La historia es lineal y se sigue muy bien, pero el desenlace te dejará clavado allá donde estés. Lectura adictiva para los amantes del género con escenas para la reflexión. Tienes dos opciones: esperar al telefilme y liquidártelo en dos horas para tenerlo olvidado en una, o durante cuatro días estar enganchado a la historia, aprovechando cualquier momento para leer un capítulo más y estar deseando gritar cómo resolverías tú esta situación.

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Jaime Santamaría
Economista con alma de escritor. Amante de los viajes, tanto de los que requieren maletas como imaginación. Siempre con ganas de aprender.

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