The Wicked & The Divine: Fandemónium es el segundo tomo de esta serie escrita por Kieron Guillen y dibujada por Jamie McKelvie. Tras la introducción al Panteón de los 12 dioses, llega el momento de reseñar este nuevo tomo editado por Norma Editorial con el mismo formato que el anterior y 200 páginas llenas de sorpresas.

El primer tomo de The Wicked & The Divine nos presentaba una premisa muy interesante:

«Cada noventa años, doce dioses regresan como jóvenes. Los aman. Los odian. En dos años mueren todos. Está ocurriendo ahora. Está volviendo a suceder«.

Estos doce dioses se convierten en estrellas musicales, y legiones de fans los alaban e idolatran. Una de ellas es Laura, la protagonista de esta historia. Sin saber muy bien cómo, se ve involucrada en un gran misterio dentro del Panteón.

Este segundo tomo continúa desarrollando este misterio. Además, continua presentando y profundizando en cada uno de los dioses que forman el Panteón. Esto tiene una doble implicación: por un lado, el lector desea conocer más sobre estos dioses; y por otro, descubrir quienes son las deidades que faltan en el Panteón.

Los hilos tejido por Guillen

Kieron Guillen es el guionista de esta serie, y conforme uno lee se va dando cuenta de que hay más información que el guionista nos oculta que de la que nos cuenta.

Para empezar, el hecho de haber escogido a dioses poco conocidos genera en el lector la necesidad de conocer más sobre estas divinidades. Esto conduce mínimamente a una búsqueda rápida en Wikipedia. Y no sólo eso, sino que también genera el deseo de seguir leyendo para conocer más sobre estas curiosas elecciones de personajes.

También sabe jugar muy bien con el lector. Y es que cada cierto número de páginas, aparece una página totalmente en negro, con 12 círculos pequeños que forman un círculo en medio de la página. En este círculo central aparece la fecha en la que van a ocurrir los acontecimientos que se van a leer a continuación. Pero en cada uno de los 12 círculos, aparece el símbolo de un dios. Pero hay círculos vacíos que representan a los dioses que aún no han salido en la historia.

Este segundo tomo juega muy bien con eso, dado que van presentando a algunos dioses (cómo Dionisio), mientras mantiene oculto a otros, generando curiosidad en el lector por saber cual será el siguiente dios.

Parte de este juego de máscaras es protagonizado por Ananké la diosa de la inevitabilidad (o del destino). Esta diosa se presenta en el primer tomo, pero no se sabe apenas nada de ella. Es en esta segunda entrega que toma protagonismo. No sólo contará su historia y su función sino que aporta algo de luz a la trama principal.

McKelvie es el dibujador de dioses

McKelvie vuelve a repetir como dibujante (y se mantendrá a lo largo de toda la obra). El dibujante continúa con un estilo pop que encaja perfectamente con el tono de la serie, aumentando la sensación de «fenómeno fan» que acompaña a los dioses del Panteón.

Pero no sólo eso, sino que hay páginas en las que su trabajo brilla especialmente. Por hablar de algunos ejemplos, tenemos un doble página destinada al mapa del lugar donde se va a celebrar el Ragnarok, un evento musical tipo festival. También tenemos una fiesta de Dionisio, donde la estructura narrativa de las viñetas y el dibujo, aparentando la sensación de «subidón» propia de las drogas típicas en ciertas fiestas. O la Splashpage sobre la revelación de otro dios, son algunos de los ejemplos del increíble talento de Jamie McKelvie.

Matthew Wilson

Poco que añadir sobre el colorista que no se haya dicho en la introducción de The Wicked & The Divine. El trato del color es increíble, con unas tonalidades perfectas para lo que el equipo creativo quiere contar y transmitir. Un claro ejemplo vuelve a ser la fiesta de Dionisio a la que acude Laura.

Conclusiones

Es muy difícil hablar de una segunda parte sin spoilear la primera. Se pierden multitud de detalles que uno desea compartir con los demás, pero la idea de estas reseñas es animaros a leer esta serie, y no estropearla.

El segundo tomo continua con la trama tal como se quedó en el primero. Laura continua envuelta en el misterio del Panteón y, cuanto más tiempo pasa cerca de los dioses, más desea convertirse en uno de ellos, aunque eso suponga la muerte tras dos años. Este sentimiento contrasta con el miedo de algunos dioses a morir tras tan breve período de existencia entre los humanos, lo que genera una cuestión compleja que no debe pasarse por alto.

Y es que a pesar de todo el color y el pop de The Wicked & The Divine, o de que Laura sea una adolescente fan de la música del Panteón, el trasfondo de esta historia  es compleja, con una profundidad teológica latente tras la supuesta trama principal. Y es que comienza a difuminarse que es lo más importante: el misterio del Panteón, o el problema teológico subyacente.

Este segundo tomo es más complejo de seguir. La atención se desvía en parte de Laura, y se centra en los dioses, como Ananké, abriendo así dos vías de desarrollo.

Para terminar, cabe mencionar el Cliffhanger con el que Guillen deja a los lectores. Está claro que el guionista busca sorprender con esta obra, y desde luego lo está consiguiendo.

La serie mantiene el nivel, volviéndose quizás un poco más compleja, lo que en mi opinión disminuye la sensación original de que The Wicked & The Divine sería una buena obra de iniciación. Tendremos que continuar leyendo para ver como acaba todo….

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