Fathomfolk es una fantasía basada en la mitología de diferentes países asiáticos. Escrita por Eliza Chang y traducida por Gala Sicart Olavide fue lanzada por Minotauro el mes de junio.
Cuando vi la portada tan maravillosa y leí la sinopsis un poco por encima (porque me gusta entrar en las historias un poco a ciegas) me pareció que tenía una pinta increíble. Pero a fuerza de tropezarme siempre en la misma piedra me estoy dando cuenta que este tipo de fantasía no es para mí. He tardado mucho en leerla y en escribir esta reseña porque se me ha hecho realmente densa.
Tiankawi es una ciudad semisumergida en la que conviven tanto humanos como los habitantes del fondo marino. Se supone que esta es una convivencia pacífica, pero la realidad es muy distinta.
Los humanos viven en la superficie y los diferentes seres marinos se ven obligados a habitar en las aguas altamente contaminadas.
Aunque estos seres pueden cambiar su aspecto y volverse semihumanos cuando salen del agua, los pocos que viven en la superficie lo hacen de manera precaria y en situación de refugiados.
Mira, una medio humana medio sirena es ascendida a capitana de la guardia fronteriza. Ve esto como una oportunidad para conseguir mejoras para los oprimidos. No obstante, cuando los derechos de los sumergidos se ven mucho más amenazados tendrá que decidir si el coste de su lucha merece la pena.
Fathomfolk nos cuenta la historia desde el punto de vista de tres personajes.
Tenemos a Mira, la primera capitana que pertenece a los sumergidos. Está claro que su ascenso es algo para calmar las aguas entre humanos y seres acuáticos. Además su pareja Kai, un dragón de agua, es embajador de Tiankawi en la superficie.
Es testaruda y no entiende que para cambiar las cosas a veces tienes que dar tu brazo a torcer. Sobre todo cuando tratas con la élite de la ciudad.
Por otro lado está Nami. Es hermana de Kai, por su condición de dragón de agua ha crecido rodeada de privilegios en las profundidades. Cuando llega al exterior y se vuelve una rebelde es demasiado impulsiva y actúa sin pensar.
Para terminar tenemos a Cordelia, una bruja marina, egoísta y con una doble vida. Una usurera que hace tratos injustos con los más desfavorecidos. Alguien a la que poco le importa los que les ocurra a los demás mientras ella y sus hijos tengan lo que necesitan.
Tres puntos de vista y no he llegado a conectar con ninguno.
Fathomfolk es una dura crítica a la situación de los refugiados. A la pobreza, el abuso político y a las jerarquías sociales. Da un repaso a los problemas de la integración de los inmigrantes, las diferencias culturales o a la explotación de las personas en situación vulnerable.
Todos estos temas tan en boga hoy en día son importantísimos y es aún lo es más sacarlos a la luz, pero creo que el libro no lo hace de la manera adecuada. Quizá la extravagancia de las distintas criaturas fantásticas o el hecho de que los personajes no hayan llegado a calarme le ha restado fuerza al mensaje.
Algo que me ha chocado mucho en Fathomfolk es la vida submarina. Resulta que la vida en las profundidades es exactamente igual que fuera del agua.
Hay clubes nocturnos en los que la gente baila. ¡Los humanos van a esos clubes con trajes de buzo! ¿Por qué los habitantes submarinos caminan por el fondo pudiendo ir buceando de un sitio a otro?
No entendí esto igual que no entendí que no explicara nada entre las diferentes razas. La autora de Fathomfolk nos presenta un sin fin de criaturas, pero no las describe. Conozco a las sirenas pero no sé como es un dragón de agua, un kelpie, un kappa o un selkie. Así que me imaginaba a todos con cara de pez.
En fin, creo que esta historia podría haberme dado más de lo que ha hecho.
