El Transbordador es una de las editoriales más en forma del panorama español actual. No deja de acumular éxitos en los últimos meses, mezclando buen ojo editorial, unos libros llenos de detalles y mimo, mucho riesgo y apostando por autores fuera del radar. Sorprende, la mayoría de las veces, cómo son capaces de encontrar autores con tanto talento y que habían pasado desapercibidos. Parece que los encuentren debajo de las piedras. «Efímera» es uno de esos ejemplos. La primera novela de Juan F. Valdivia se engloba dentro de un entorno de fantasía oscura pero no se queda en la superficie del género. Una novela de cercana al grimdark, con toques de horror y temática náutica. Menuda mezcla.

El Argumento.

Asbaros Mistraquiis es el protagonista de «Efímera», un joven (pero sobradamente preparado…) capitán de la Marina de Efímera que va a recibir un ascenso y capitanear su propio buque. La llegada a puerto de un buque destrozado hace saltar todas las alarmas y los poderes de Efímera trazan un plan desesperado para atajar al horror que se aproxima. Asbaros, junto con representantes de todas las fuerzas de la región se embarcan en la Embestida de Sol Taciturno, en una misión suicida.

La creación de un mundo nuevo.

En «Efímera», a poco que se tenga en cuenta su argumento, cobra una importancia esencial la temática naval. Y ese es, quizás, uno de los primeros peldaños a superar para poder entrar dentro de la historia que plantea. Esa inmersión en el mundo naval juega un doble papel: supone un obstáculo (muy entre comillas) para el lector pero aporta una dosis de realidad y verosimilitud al relato. Hay que matizar esa dificultad, por supuesto. No debe ser muy complejo,si uno está versado en la temática naval, pero el resto de lectores deben hacer un esfuerzo. No es una cuestión que afecte a la obra, no más que imbuirse en un nuevo mundo de fantasía, por ejemplo o el choque que también surgía en la serie de novelas de Patrick O’Brian o en «El Terror» de Dan Simmons. Se incluye, para paliar esa condición, un glosario completo en las páginas iniciales, además de gráficos de la embarcación. Y se agradece, vaya que si se agradece.

La entrada al mundo de «Efímera», una vez superado nuestro déficit en temas navales, es fluida y muy satisfactoria. Para explorar el mundo, Valdivia utiliza a los personajes embarcados en la misión, en vez de densas explicaciones. La misión a la que tienen que hacer frente es de tal importancia que representantes de todos los poderes se reúnen en el barco. Así, dichos personajes nos sirven de puerta abierta al mundo, entre individuos de La Universidad, prelanes de La Catedral, relojeros de El Campanario y comerciantes de La Liga. Entre ellos, gente normal y aguerridos marino. Las facciones en las que se divide el mundo de «Efímera» representan los mismos poderes que existen en nuestro plano de realidad: iglesia, educación, industria, comercio, política… y las personas de a pie.

«Efímera» de Juan F. Valdivia tiene una mezcla de ideas y un constante devenir de acontecimientos, que junto con la riqueza de la narración y la creación de un mundo profuso en detalles, ayuda a crear una obra original.

Juan F. Valdivia explota su creatividad en la formación del mundo de «Efímera» y sus personajes. Modificaciones corporales extremas, lindando con el body horror más propio de Clive Barker, alteradores de la realidad, mezclas de carne y máquina… todo lo que imaginéis tiene cabida en «Efímera». La ilustración de portada de Manuel Gutiérrez encaja a la perfección con el espíritu de la novela, en otro acierto estético de los autores y la editorial. El terror al que deben hacer frente los tripulantes de la Embestida no resulta sencillo de concebir. Alejándose de lo que podría pensarse en una novela de fantasía oscura, Valdivia pone sobre el tablero una amenaza tremenda, con unas repercusiones que alcanzan tintes filosóficos, en una escalada de eventos que no deja de crecer en las 350 páginas de duración.

Es ahí, en el ritmo de la narración, donde «Efímera» y su autor brillan, pese a un arranque pausado. La sucesión de situaciones no deja respiro, apenas unas páginas para completar información sobre el mundo y sus personajes. Al igual que la Embestida de Sol Taciturno, la embarcación que es un personaje más, la novela no deja de avanzar en ningún momento. Hay diversos saltos, giros, en la narración, muy bien ubicados, que disparan el interés del libro a temas diversos que, quizás, no esperaba encontrar. Una diversidad y profundidad de ideas que engrandecen a «Efímera» y a su autor.

En resumen:

«Efímera», al igual que otros trabajos de El Transbordador, desborda calidad y originalidad, gracias al buen hacer de Juan F. Valdivia. La mezcla de ideas, el constante devenir de acontecimientos, la riqueza de la narración y la creación de un mundo profuso en detalles, entre otros aspectos, crea una obra original, cosa nada fácil. Es sencillo entrar en el mundo de «Efímera» pero quizás cueste un poco de esfuerzo mantenerse y profundizar en él, aunque nada excesivo. El tramo final es pura tensión dejando ciertas sorpresas y muchas ganas de volver. La edición de El Transbordador es exquisita, como acostumbran: ilustraciones interiores, glosarios y un diseño cuidado. Un aspecto que se coordina con la calidad que atesora una novela tan peculiar. Espero volver a surcar los mares de «Efímera» pronto.

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LJ Zapico
Criatura de la noche. Redactor en Fantasymundo.com

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