Yukiko Motoya

En «Mi marido es de otra especie» (Alianza, 2019) la escritora japonesa Yukiko Motoya (Ishikawa, 1979) desarrolla una extraña y desconcertante literatura de ideas. En el centro, la exploración del alma humana, y en especial del alma femenina, en busca de un ser esencial, básico y fundamental; desprovisto de las convenciones sociales más habituales y en comunión con la realidad más pura de la naturaleza. De hecho, parece ser en el ambiente natural: en las montañas y los montes, los campos y los parques; donde sus personajes encuentran la harmonía con su ser. Mientras que en las ciudades y los ambientes urbanos, encerrados en sus coches o de compras en los supermercados, se encuentran como animales enjaulados, acorralados y agobiados ante una realidad ajena y alienante.

Por eso, aquí juega un papel fundamental, en las cuatro piezas contenidas en este libro -la novela corta que le da título y los relatos “Los perros”, “El baumkuchen de Tomoko” y “Un marido de paja”- la relación directa positiva entre lo humano y lo animal. Las personas proyectan su personalidad, y parece que también exploran la esencia de su ser, a través de sus mascotas (perros y gatos). De ahí la permanente sensación de extrañeza que nos asalta cuando vemos cómo los propietarios humanos se relacionan con ellas. Pues no se trata solo de una relación propietario-propiedad, como la que actualmente codifican nuestras leyes, ni tampoco de una liviana empatía entre seres vivos, sino del contacto entre un ser consciente (la persona) y su subconsciente (el animal); representando este último su lado oscuro, desconocido, instintivo o salvaje.

Critica los entornos sociales que construimos para socializar

Este autoconocimiento de la persona parece establecerse por Motoya como el proceso fundamental en el descubrimiento de lo esencial en la humanidad, de lo que nos hace seres auténticos. A la vez que critica, velada pero inconfundiblemente, tanto a los entornos sociales que construimos y en los que nos metemos para “socializar” con otras personas, como a las convenciones de las que revestimos a esos entornos para hacer más fácil el entablar una relación con los demás. Se muestra especialmente dura con la sacralizada institución del matrimonio, a la que le dedica “Mi marido es de otra especie” y “Un marido de paja”, aunque también se guarda importantes cargas de profundidad para el rol de la mujer como madre (“El baumkuchen de Tomoko”) y para, en definitiva, la vida de las personas en comunidad frente a una vida más pura en pleno contacto con la naturaleza (“Los perros”).

Mi marido es de otra especie -Yukiko MotoyaTrasluce aquí una defensa de lo cotidiano, de lo sencillo y de lo simple, que recuerda al mensaje del «Walden» de Henry David Thoureau; solo que actualizado a los términos de una sociedad del siglo XXI y a los marcos socioculturales de la sociedad nipona.

Además, lo que más nos sorprende del estilo de Yukiko Motoya es su utilización del surrealismo, del humorismo y de elementos fantásticos, y hasta fantasmagóricos, para establecer el estado emocional de los personajes principales respecto a la sensación de alienación o de extrañamiento que su contacto con esos entornos artificiales y esas convenciones sociales les hace sentir. De esta forma, lo que podría ser una defensa plana de lo cotidiano, se transforma en un relato excepcional cargado de simbolismos, con extraños personajes secundarios y atmósferas cargadas de tensión.

Una tensión que la novela corta y los relatos necesitan crear para desarrollar su crítica social y sus ideas. Pues se trata de mostrarnos cómo la vida en entornos diseñados en contra de nuestra naturaleza nos perjudica hasta separarnos, u oponernos, a nuestro propio ser. En este sentido es cómo resulta simbólica la relación de la señora Kitae con su gato Sansho, cuyo problema con la orina la lleva a una lucha interna sobre la conveniencia o no de desprenderse de él -el dónde lo abandona también será un tema importante-. O la creencia pavorosa de San sobre los motivos por los cuáles su rostro se parece, cada vez más, al de su marido, mientras ambos viven una relación de lo más anodina y convencional que la hace definirse como: “una ama de casa como yo, sin hijos ni una ocupación fuera del hogar, y sin unos objetivos concretos. Mi vida no se diferencia a la de estar exiliada en una isla.” (pág. 64).

La tecnología como mediadora entre el ser humano y la realidad

También se introduce en la ecuación, si bien de forma sutilísima, a la tecnología. Varias serán las veces en las que leamos a los personajes enfrascados en sus iPads, ajenos a todo lo que les ocurre alrededor. Los videojuegos también tendrán su pequeño espacio. Los coches y los modernos supermercados tampoco se escapan de la fina mirada de Motoya, con su capacidad para substituir a otras formas de moverse (los personajes que corren por el parque en “El marido de paja”) o las otras formas tradicionales de comprar (aunque suponga un mayor coste) en “Mi marido es de otra especie”. La tecnología se impone como mediadora entre el ser humano y la realidad, y ello parece tener para Motoya unas notables consecuencias negativas que, aquí, sirven para reforzar el malestar existencial de los personajes principales.

La literatura que Yukiko Motoya nos regala en «Mi marido es de otra especie» (Alianza, 2019) nos resulta sorprendente, desconcertante e inquietante, inteligente e incisiva. Una literatura de ideas sutil, que utiliza lo extraordinario para defender una humanidad capaz de reconectar con lo básico sin recurrir ni a técnicas mediadoras ni a convenciones facilitadoras. Una lógica esencialista que explica su tono crudo y directo, sin ambages. Lo que nos hace disfrutar a la vez que reflexionar sobre una vida que gira frenética y que, en este libro, tenemos oportunidad de detener y analizar con inusitada y gozosa profundidad. Un libro excelente.

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Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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