Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo: memoria isleña de la Guerra CivilQuien haya escuchado alguna vez una charla de Alexis Ravelo recordará probablemente su simpatía, con una sempiterna sonrisa en el rostro que acompaña al cadencioso acento canario de su voz. A esa simpatía hay que sumar otro rasgo de su carácter que se ha puesto de manifiesto últimamente: la valentía.

Valentía para abandonar –aunque sea solo temporalmente-  la senda de la novela negra, de la que es ya uno de los premiados maestros en nuestro país. Ni su anterior obra, «La otra vida de Ned Blackbird», ni esta «Los milagros prohibidos», ambas publicadas por Ediciones Siruela, pertenecen a ese género, aunque muchos rasgos de su narrativa anterior sigan presentes en ellas.

Destacan las novelas de Ravelo por la autenticidad que rezuman sus personajes y el mundo isleño en el que se mueven. Todo de carne y hueso, nada de cartón piedra. El lector nunca tiene necesidad de suspender la credulidad ni de asumir sin cuestionárselo ningún aspecto de la trama.

Si había alguna duda acerca de si esa naturalidad sin fisuras se mantendría en una historia que no tuviera lugar en nuestros días, «Los milagros prohibidos» -ambientada en la isla de La Palma durante la Guerra Civil Española- la despeja. Huyendo de maniqueísmos, mostrando seres humanos con luces y sombras; personajes complejos en días de miseria y violencia.

Tras el llamado alzamiento nacional del 18 de julio de 1936, la isla canaria de La Palma se mantuvo fiel a la República durante una semana, la que se conoce como Semana Roja de La Palma. Durante la misma, una milicia integrada por unos tres mil hombres consiguió que la isla se mantuviera republicana sin disparar un solo tiro. Se alcanzó una especie de acuerdo social por el que, contando con la fidelidad a la República de la Guardia de Asalto, el Ejército y la Guardia Civil se mantuvieron acuartelados, a la espera de ver si el golpe resultaba ser solo una intentona fallida.

Pero el 25 de julio llegó ante la isla el cañonero Canalejas, que fondeó en el puerto de Santa Cruz de la Palma con la amenaza de bombardearla si no se rendía de inmediato al bando nacional. Ante el ultimátum, para evitar el bombardeo y una confrontación armada en la ciudad,  los milicianos decidieron echarse al monte. Durante las primeras semanas, los que se entregaban eran juzgados y encarcelados. Pero pronto, con la prolongación de la guerra, la legalidad dejó paso a la caza del hombre, la represión más descarnada y las ejecuciones sumarias.

Paradójicamente, retorciendo el lenguaje y empleándolo como arma, a esos milicianos huidos por defender la legalidad republicana que se escondieron en el interior de la isla se los llamó alzados. Y fueron perseguidos por partidas de militares y falangistas que pertenecían al mismo pueblo llano al que ellos pretendían representar y defender. Cazados implacablemente en un territorio insular que se convirtió en un verdadero coto sin salida.

Ése es el escenario en el que Ravelo sitúa su novela, para la que recurre a una serie de personajes muy humanos y, a la vez, muy representativos de aquellos tiempos. Narrando, dentro de la gran tragedia colectiva, una historia de tragedia personal en torno a tres protagonistas principales unidos por un triángulo amoroso con dos vértices enfrentados a muerte.

Emilia Mederos, mujer bella y de buena familia, está casada con Agustín Santos, maestro republicano al que ama y que ha huido al interior de la isla de La Palma tras el desembarco de las tropas nacionales. En las partidas que le persiguen hay un falangista que tiene especial interés en dar con él. Se trata de Floro ‘el Hurón’, un antiguo pretendiente despechado de Emilia cuyo odio por Agustín tiene mucho más de personal que de ideológico.

Alrededor de esa historia central de caza del hombre en los parajes agrestes del interior de La Palma hay otras en las que Ravelo despliega toda su capacidad para crear personajes muy  diversos y profundamente humanos. Especialmente, personajes femeninos, protagonistas también a su pesar de esos tiempos terribles. Y, con ellos, la propia isla, tanto su capital como sus paisajes naturales.

Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo: memoria isleña de la Guerra Civil

Alexis Ravelo nació en Las Palmas de Gran Canaria y cursó estudios de Filosofía. Asistió a talleres creativos impartidos por Mario Merlino, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique. Dramaturgo, autor de tres libros de relatos y de varios libros infantiles y juveniles, ha logrado hacerse un hueco en el panorama narrativo actual con sus novelas negras, que han merecido diversos reconocimientos, entre ellos el prestigioso Premio Hammett de la Semana Negra por «La estrategia del pequinés» y el Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe del Getafe Negro por «La última tumba». Con su anterior obra, «La otra vida de Ned Blackbird», se alejó temporalmente de la senda de ese género.

Seis años le ha llevado a Alexis Ravelo escribir esta novela: cuatro de documentación y dos de redacción. Muy trabajada y depurada, está organizada en cinco partes, hábilmente subdivididas para hacer muy ágil la lectura. Además, cada parte va acompañada magistralmente de un bloque titulado La memoria (hay un sexto bloque final) en el que un narrador parece estar evocando sus recuerdos de primera mano y dando testimonio ante un entrevistador.

Ediciones Siruela, que ha apostado por el autor grancanario, publica por segunda vez una obra de Ravelo en su colección Nuevos Tiempos. Lo hace de manera sobriamente impecable, con una exquisita ilustración de cubierta, obra de Ana Bustelo, y diseño gráfico de Gloria Gauger.

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Fran Sánchez
Lector, conversador, escribidor.«Reading maketh a full man; conference a ready man; and writing an exact man.» (Francis Bacon)

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