Harley Quinn Vol.7: nuevas aventuras de nuestra payasa favorita De hecho, el primero de los números que componen este tomo, “Harleywood”, cuenta con una cuota de sorpresas mayor de lo habitual con John Timms tomando el lugar en la serie del artista Chad Hardin, y un guión que recuerda ligeramente al “road trip” especial de Harley que reseñamos para números anteriores, pero con una dosis extra de imprevisibilidad y disparate. Así y todo, en esta ocasión no es un episodio “aislado” ni especial, sino que consiguen que se concatene coherentemente con el resto. Veamos:
   
Todo comienza con un delirante sueño en el asiento del avión mientras Harley viaja con objeto de ayudar a una de las enfermeras del hogar de ancianos donde trabaja, que ha pedido su ayuda con objeto de recuperar a su hija, que ha sido secuestrada por una secta en Los Ángeles. Harley ha tomado ese trabajo a pesar de que la desesperada madre había contratado a otro cazarrecompensas. Si, además de seguir la historia de Harley, seguís también la del Escuadrón Suicida, estoy bastante seguro de que podréis adivinar quién podría ser ese otro competidor. ¿Queréis una pista? Leed la portada del tomo. En fin, que Harley toma tierra en California e, inmediatamente, comienza a peinar el terreno para encontrar a la niña y, de paso, consiguiendo un inesperado ayudante por el camino.
   
En fin, si te gusta el furry y las ejecuciones psicóticas, este es el número que esperabas. Por lo demás, por primera vez desde que comienza la saga, vemos regresar a la Harley más brutal después de un largo periodo. Es en este número en el que, pese a que ella trata de hacer el bien, Amanda Conner y Palmiotti han clavado la dicotomía de las intenciones de Harley frente a su comportamiento. Lo que hace buena a la introducción de este tomo es la completa desconexión de Harley entre lo que es bueno y lo que es malo.

Harley Quinn Vol.7: nuevas aventuras de nuestra payasa favoritaJohn Timms es un gran partido a la hora de extraer la energía del personaje y la trama: su Harley no es necesariamente la gran tía buenorra, y ella no es tampoco arquetípicamente guapa. Pero le puede dar esa expresión de loca psicótica cuando debe hacerlo sin dejar de plasmar sus gestos y mohínes infantiles. En ocasiones (caso de la lucha de Harley con los matones del principio) falla en lo tocante a las proporciones anatómicas y la perspectiva, y peca de falta de detalle en los fondos (sobre todo cuando Harley accede al “chateau”, que no aparece ni de lejos tan majestuoso cono sugiere la reacción de Quinn). Pero debemos destacar su conocimiento del absurdo. El anfitrión de la fiesta es grotesco, y el vaquero es una mezcla delirante entre El hombre del sombrero amarillo y el Cowboy de medianoche.
   
Quiero llamar la atención sobre dos momentos especialmente surrealistas: la coña con el nombre del mayordomo (no se puede elegir más que entre dos nombres dentro del mundo del cómic, y como primera opción siempre se escoge la que no es), y el encuentro de Harley con “ella misma”. Os invito a descubrir estas dos pequeñas bromas que, seguro, os gustarán. Por lo demás, todo termina con la presentación de la competencia de Harley, que la aborda de un modo típicamente directo y que, no nos engañemos, todos esperábamos con ansia.
   
En fin, continuemos: se resuelve el tema del “secuestro” de Sparrow Adaro, la hija de la enfermera que contrató a Harley, que lo único que buscaba era conseguir algo de dinero de su madre. Las cosas se complican un poco cuando Deadshot intenta conseguir rédito por su cuenta, y ya tenemos la excusa para tener un choque de frente entre Harley y Deadshot.
   
Harley Quinn Vol.7: nuevas aventuras de nuestra payasa favoritaLa inclusión de Deadshot en este argumento no es del todo necesaria, pero es muy divertido el ver la dinámica entre ambos antihéroes. Sobre todo al final, cuando un Floyd sin traje de por medio accede a resolver todo con una copita en compañía de la señora del desastre. No soy especialmente aficionado al tema de los “invitados especiales” en aras de conseguir un valor añadido, pero en este caso los personajes funcionan bien juntos y en el contexto de la historia. Los guionistas proporcionan algunos diálogos muy divertidos entre ambos y, en última instancia, la presencia de Deadshot no afecta negativamente al desarrollo de la aventura de Harley.
   
En este punto, John Timms cumple de manera solvente con sus deberes como artista, manteniendo la continuidad de la historia en términos de diseño. Como ya hemos indicado anteriormente, el artista puede ser un poco parco en la representación de detalles en ángulos amplios, pero capta la energía de la acción y las tomas violentas muy bien, y le da al número una fuerte sensación de dinamismo. Aunque su estilo plástico puede no ser apto para todos los gustos.
   
Por cierto, pregunta abierta: sabiendo el tono de las aventuras de la protagonista de la serie… ¿Para qué narices se molestan en pixelar una evidente peineta? ¿Tan políticamente incorrecto es representarla en un cómic con la temática y trasfondo que tiene este?
   
Pero prosigamos, prosigamos: ya han pasado unos cuantos números (16, creo) desde que Harley y Sy Borgman derrotaron a la villana soviética Zena Bendemova en una enrevesada venganza que dejó un rastro de cadáveres, incluyendo a la propia Zena empalada en el cuerno de un rinoceronte. En ese periodo, Harley ha pasado por muchos cambios sutiles que la han convertido de un villano psicópata en una antiheroína que pretende seguir y progresar por un camino recto.

Harley Quinn Vol.7: nuevas aventuras de nuestra payasa favoritaEse camino parecía que, disparates aparte, transcurría de manera relativamente suave, pero últimamente Palmiotti y Conner han elevado el nivel de las travesuras agresivas de Harley, y ha evolucionado hasta su reflejo más típicamente sádico en los últimos números. No obstante, y esta es una apreciación meramente personal, me gusta ver a Harley en esa tesitura: resulta un mejor personaje cuando se muestra transtornada, y el rumbo de sus aventuras parecen mostrar que este rasgo ha vuelto para quedarse. En breve veremos el porqué.   
En fin, que Harley acaba de regresar de sus aventuras en Los Ángeles después de que haya exprimido las tarjetas de crédito del pobre Floyd Lawton para encontrar el tipo habitual de caos y calamidades de vuelta a casa. Empeorados porque la antigua némesis de Sy Borgman, Zena Bendemova, se ha asociado con su nieto Erik, que la ha convertdo en un espeluznante y eficientemente ciborg.  ¡Por cierto! El detalle de la cabeza llorosa disecada de rinoceronte en la cabecera de la cama de Erik es un simpático guiño.
 
Un montón de rusas rubias en uniforme con minifalda interceptan a Harley tras haber sido secuestrada (sin ella saberlo) en el aeropuerto, y se lía una antológica ensalada de tiros en el que las pobres soldados rusas reciben las suyas y las de un bombero. No sobrevive nadie salvo la protagonista de la historia… Y me temo que Harley no anda de humor para aguantar esto.
   
Mientras tanto, en una trama secundaria que, seguro, será principal en números subsiguientes, Mason Macabre llama a su casa a quejarse del trato que está recibiendo en la cárcel. Naturalmente, se aprecia un intento de fuga en breve… Pero luego iremos con los espóilers.
   
En fin, vemos cómo la banda de Harley se ha visto un poco reducida, pero seguramente lo que queda está para quedarse. En fin, al menos los periquitos le siguen siendo fieles, y la ayudan a dar un merecido escarmiento a ciertos entusiastas albañiles.
    
Chad Hardin ha regresado y su narración visual es tan aguda como siempre, incluso con los detalles más nimios, como en el momento en el que una bandada de periquitos se posan en el rifle de Harley, pero se le aprecian algunos atípicos flecos, como la recreación del aeropuerto Kennedy, que parece mal copiada de una fotografía de archivo, y algunos errores anatómicos en las páginas finales. Pequeños flecos provocados, probablemente, por la cercanía del final de los plazos establecidos.
   

Harley Quinn Vol.7: nuevas aventuras de nuestra payasa favorita

Conner y Palmiotti han hecho grandes esfuerzos para afirmar la independencia de Harley con respecto al Joker, y para mostrarla como superviviente de la auto-conciencia del abuso físico y emocional. Pero es en este número en el que comenzamos a tomar conciencia, a través de una aparentemente inocente incidencia con un muñeco, de que la trama va a ir dirigida a un inevitable reencuentro entre ambos. Y eso me ha colocado la expectación por las nubes. ¿Cómo jugarán los guionistas sus cartas? En breve resumiremos la primera mano.
   
Obviamente, con respecto a la situación de Mason Macabre, tanto Harley como su panda tomarán cartas en el asunto, pero con un efecto secundario inesperado: el traslado del hijo de Madame Macabre a otro centro penitenciario que todos conocemos bien donde tomará contacto con… Y hasta aquí puedo leer.
   
Hasta este momento, y con respecto a este tomo en rústica de 128 páginas, sólo puedo decir que tanto Amanda Conner como Jim Palmiotti siguen haciendo un impecable trabajo. Aunque seamos testigos de cómo la que empezó siendo una Harley tierna y entrañable, con ganas de hacer bien las cosas, va transformándose en el “pequeño monstruo de papá”
   
Por lo demás, y tal y como nos tienen acostumbrados en ECC, podremos disfrutar de todas las portadas tanto oficiales como alternativas de los números entre el 20 y el 24 de la serie regular.
   
Mi consejo: ¡Leed y disfrutad!

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