Grimoire Grooves – Análisis

Reseña de Grimoire Groves: un roguelite acogedor lleno de magia y naturaleza

El género roguelite suele estar dominado por propuestas intensas, llenas de combates frenéticos y atmósferas oscuras. Hades, Nuclear Throne, o Dead Cells son buenos ejemplos de ello. Sin embargo, Grimoire Groves se atreve a romper con ese molde e ir por dirección contraria: ofrece una alternativa mucho más acogedora, encantadora y relajada. Este título combina la exploración de mazmorras con un sistema de combate no violento, donde la magia y la naturaleza se entrelazan para dar forma a una experiencia única. El resultado es un juego que sorprende, tanto por su originalidad como por la calidez de su propuesta.

Un roguelite comfy

Lo primero que llama la atención de Grimoire Groves es su aspecto visual. Con un estilo gráfico redondeado, colores suaves y un aire que recuerda a producciones como Ooblets o Spiritfarer, el juego transmite ternura desde el primer momento. No es solo un apartado artístico bonito, sino también coherente con la experiencia que propone: un mundo amable donde no hay violencia explícita, y donde todo, desde las criaturas hasta la interfaz, está diseñado para transmitir serenidad y simpatía. El trabajo de dirección de arte está más que logrado. La paleta de colores pastel es vibrante, los personajes son muy adorables y amables (nos recuerdan a Hora de Aventuras),  y la sencillez de la interfaz genera una atmósfera que invita a relajarse. Y como veremos ahora, esto va de la mano con su “sistema de combate”

Combatiendo sin combates

El juego nos pone en la piel de Primrose, una joven que aprende magia bajo la guía de la bruja Lavender. La misión es simple: devolver la vitalidad a las plantas debilitadas de los bosques. Lo malo es que… No hay más. Ahí se queda la narrativa. Apenas se explica por qué Primrose y Lavender tienen esa relación, ni qué las motiva más allá de “curar la naturaleza”. Además, los personajes secundarios tampoco ayudan a dar más profundidad. Durante la exploración del bosque, encontraremos estos personajes con los que podremos charlar y entablar una amistad.  Aunque su diseño artístico es adorable y cuentan con biografías breves que incluyen gustos y aficiones, sus comportamientos son estáticos y su papel se reduce a dar misiones secundarias repetitivas de recolección. Hay intentos de añadir variedad con minijuegos, pero no son muy interesantes.

El bucle jugable: de la emoción a la frustración

El corazón de Grimoire Groves es un bucle constante: entras en el bosque, recoges todo lo que puedas, “luchas” contra criaturas vegetales y regresas al jardín de Lavender para invertir los recursos. Sobre el papel, funciona. En la práctica, aparecen problemas. Os preguntareis porque la palabra “luchas” está entre comillas. Pues bien, en lugar de eliminar a los enemigos con golpes o armas, nuestro objetivo es lanzar hechizos que transforman a los simpáticos seres planta que reinan el bosque en nutrientes mágicos. Recursos que usaremos para mejorar el jardín. De esta forma, lo que en otros títulos sería un combate, aquí se convierte en un proceso de cultivo. Cada hechizo afecta de maneras diferentes con áreas de efecto distintas, y aunque en general no supone un reto grande, si que se necesita algo de habilidad para poder conseguir los preciados nutrientes. No deja de ser un sistema de combate sencillo, pero carente de toda violencia.

Por otro lado, estas criaturas planta tienen un curioso sistema de defensa, si es que lo podemos llamar como tal. Las criaturas no atacan de manera tradicional, sino que nos “abrazan” para drenar nuestra energía, haciendo que no podamos lanzar hechizos. Esta mecánica añade un giro simpático y, a la vez, un desafío. No basta con lanzar hechizos al azar, sino que hay que pensar qué tipo de magia conviene usar, adaptarse a las combinaciones de enemigos y reaccionar con rapidez ante las situaciones que se presentan. Eso si, no podemos morir, tan solo frustraran nuestras acciones. Al principio, el juego es muy sencillo y amigable, pero pronto descubrimos que la curva de dificultad está bien ajustada para mantenernos en alerta. Sin llegar a ser difícil, el ritmo exige reflejos, memoria y estrategia, especialmente si queremos progresar y obtener mejoras permanentes que nos permitan llegar más lejos en la siguiente partida. Incluso hay cabida para enfrentamientos con jefes… Aunque suelen ser bastante confusos, funcionan como reto extra.

Una mezcla que no termina de cuajar

Toda la parte de exploración podemos decir que es correcta. El problema es cuando volvemos al jardín de Lavender. La base de operaciones suele estar llena de exclamaciones y puntos de interacción cada vez que entramos. Hay tantos objetos, altares y árboles de habilidades repartidos por la zona que el jugador pierde el sentido de prioridad. Al final, acabaremos gastando recursos casi al azar, simplemente para silenciar los avisos constantes.  En el jardín podremos, además de cosechar plantas, mejorar y adquirir nuevos hechizos, que a su vez nos servirán para conseguir recursos más fácilmente en el bosque. Un bucle jugable de manual. Por otro lado, podremos desbloquear portales y atajos que, aunque prometen agilizar la experiencia, añaden más puertas vacías y sensación de desorden al jardín. Todo ello hace que lo que debería ser una progresión satisfactoria se convierta en un proceso tedioso.

Conclusión: Buena idea, ejecución mejorable

Grimoire Groves es un juego visualmente encantador, pulido y con mucho potencial, pero que se pierde en la ejecución de su jugabilidad central. Sus gráficos pastel y su planteamiento original despiertan interés, pero la falta de narrativa, la repetición excesiva y los problemas en el diseño de sus bucles hacen que la experiencia se vuelva frustrante con el tiempo. Es un proyecto hecho con cariño, y se nota. Sin embargo, el núcleo de diversión que debería sostenerlo no logra mantener el interés. Hoy por hoy, resulta difícil recomendarlo salvo a jugadores que busquen una experiencia adorable, tranquila y simple.