The Drifter — Análisis

The Drifter es un juego de aventura gráfica point-and-click que nos sumerge en una atmósfera noir y nos mantiene atados a una historia digna de un thriller. Aunque el género no está en su mejor momento, los desarrolladores independientes nos brindan algunas joyas como este trabajo. Con un más que cuidado pixel art y unas narraciones increíblemente buenas, esta aventura te mantendrá en constante atención.

Aventura gráfica, lo pillo

El nombre de nuestro protagonista es Mick Carter, un hombre al que la vida le ha golpeado en más ocasiones de las que él mismo puede contar. Ya sea por su imán hacia la mala toma de decisiones o las vueltas que le ha dado la vida, no se puede decir que sea agraciado en ella. Mick es algo gafe, y atrae los problemas como si tuviera una fuerza gravitacional a su alrededor.

Nuestras andanzas comienzan mientras despertamos desorientados dentro de un vagón de tren, rumbo al funeral de nuestra madre. Nada más tomar conciencia de nuestro personaje, las cosas se lían y nos encontramos en medio de un asalto, presentándonos la mecánica estrella. Mick no puede morir, en el sentido de finalizar con su vida, sino que podremos revivir los últimos instantes para cambiar el desenlace de los acontecimientos.

Justo como utilizar las Arenas del Tiempo

Es verdad que en The Drifter tendremos la opción de cambiar lo que ocurre, y no nos importará probar diferentes opciones, aunque continuemos muriendo (dependiendo de nuestra tolerancia al fracaso). Sí que es cierto que, por suerte, las opciones crípticas tan características de la vieja escuela de aventuras gráficas han sido refinadas, por lo que no tendremos que sufrir tanto. Además de evitar situaciones absurdas, la implementación de controles y calidad de vida son fundamentales.

No se puede decir que estemos ante una aventura gráfica clásica propiamente dicha, ya que su diseño es bastante más amigable. Tendremos que poner atención no solo a nuestro inventario o las opciones, sino también a nuestro alrededor. El mundo que nos rodea está vivo y se siente vivo, así que hay que estar al loro con el entorno. Se acabó el utilizar docenas de objetos en todas las partes de la pantalla; The Drifter es lo suficientemente amable como para marcar puntos de interés y guiarnos durante nuestra partida.

Un apartado artístico que encantará a todos

Sin duda alguna, el apartado gráfico dejará boquiabierto a más de uno, tanto si es fan de las aventuras gráficas como si no las controla demasiado. La profundidad de las animaciones, los detalles en apenas unos píxeles tan característicos, y una personalidad impresionante hacen que cada individuo cuente. Tanto principales como secundarios, el tratamiento sigue siendo sublime, tanto visual como sonoramente.

El trabajo de doblaje es una locura, y es que nuestro personaje tiene un carisma increíble que, aunque a primeras pueda llegar a chocar, es encantador. Las líneas están grabadas con personalidad, con una entonación que realmente cree en lo que está haciendo, y nos sumerge en una historia que nos mantiene en vilo hasta los últimos compases.

Obviamente la banda sonora no se queda atrás, consiguiendo imbuirnos en esa atmósfera noir y haciendo hincapié en el suspense de la historia. Durante nuestra aventura con Mick, las melodías que suenan hacen que nuestro camino sea más creíble, y aunque pueda llegar a parecer una tontería, detalles como estos son los que marcan la diferencia.

La historia te atrapa hasta que digas «basta»

Después del primer encontronazo con la mala suerte de nuestro personaje, el guion no para de tirarnos historia a la cara. Con un ritmo bastante bueno, The Drifter nos ofrece situaciones interesantes, nos mantiene atentos a la historia, y no nos aburre en absoluto. Los puzles que tenemos que resolver son bastante amigables, y no deberemos comernos demasiado la cabeza.

Si hubiera que sacarle alguna pega, es que después de varios giros en la trama, la recta final se hace algo predecible. No es que la finalización sea mala, simplemente era algo esperable, y empaña un poco todo el viaje emocional que hemos completado. Es cierto que en la mayoría de aventuras lo que importa es el camino y no el desenlace, y aunque esta recta final no defraude, se siente que no está a la altura del recorrido.

Aventura gráfica sí, pero amigable

Se acabó el navegar entre decenas de objetos, intentando combinar unos con otros, o intentando que funcionen en cada píxel de una pantalla completa. The Drifter acota tu inventario a varias opciones, las más inteligentes y obvias, para que no te vuelvas loco probando. Hablando de probar, basta de buscar un punto aleatorio en concreto en una pantalla; si se puede interactuar con él, se hará notar.

El control es otra de las modificaciones interesantes que el juego tiene que ofrecer, y es que a pesar del purismo del teclado y ratón, es totalmente jugable con mando. No es que se haya adaptado para que «además» podamos jugar con mando; realmente se ha implementado nativamente el uso de mando, sin adaptar nada.

Por poner alguna pega

Ya que se ha hablado de la trayectoria de la historia, una de las cosas más importantes que tendrían que mejorar es la traducción a otros idiomas. Es posible que sea complejo adaptar todos los modismos australianos, pero solo ofrecer el inglés y alemán como idiomas escritos lastra (y mucho) a una aventura excelente. Es cierto que el trabajo de modders conseguirá más pronto que tarde solucionar esto, pero esperamos de corazón que lo hagan de manera oficial ya que, sin duda, hará que un juego tan bueno pueda llegar a más gente.

Conclusión

Sin duda alguna, The Drifter es una sorpresa que abrazamos con toda la alegría que nos permiten las aventuras gráficas. Posiblemente se hable de ella durante años, de su ejecución, de su atmósfera y de su adaptación jugable a los nuevos tiempos. Con un apartado artístico sublime, fluido y atrayente, un trabajo de doblaje sobresaliente y una premisa que nos mantiene en vilo, es todo un acierto dar con él. Con una duración bastante acertada, su precio reducido lo hace todo un imprescindible dentro de su género, pudiendo llegar a captar a nuevos adeptos dentro del mismo.