

¿Existe el momento perfecto para descubrir que tu vida ha sido una mentira? O, al menos, para que surja la esperanza de que sea así. El destino dirá que sí, pero nuestra protagonista no estaría tan segura. Cartas de otro mundo es la novela de fantasía de Emily J. Taylor publicada por el sello Puck.
Cuenta con la traducción de Carmen Romero Lorenzo, el mapa y el arte de portada de Jim Tirney, el diseño de cubierta de Kristie Radivilowicz y la adaptación de Mai Martínez.
Maeve Abenthy tuvo una infancia medianamente normal bajo los cuidados de su padre, un scriptólogo enamorado de su profesión, y su tía. Pero todo cambió cuando el mundo se vino abajo. Su familia, su hogar, su confianza e incluso su nombre, lo perdió todo.
Siete años después, una carta misteriosa pone sobre la mesa una afirmación que ella creía imposible: «tu padre era inocente«. De ser verdad, podría dejar de huir de un lugar a otro, de esconderse, de ocultar su identidad tan hondo que ni ella misma podía reconocerse.
No obstante, para descubrir la verdad tendrá que colarse en las mismísimas entrañas del Correo Entremundos y cruzar los dedos para que nadie descubra quién es en el proceso. Lidiar con su reservado pero sagaz mentor, el mismo que ya sospecha de sus mentiras, no parece que le vaya a hacer la vida mucho más fácil.
Maeva ha pasado la mitad de su existencia escondiéndose. Apenas reconoce su propio nombre cuando se enfrenta a solas a su diario. Ella no existe, oculta permanentemente en la oscuridad de noche sin luna. Cada vez que corre riesgo de llamar un mínimo la atención, recoge sus escasas pertenencias y se marcha a otro pueblo desconocido.
Sin embargo, la idea de descubrir si es cierto que su padre fue incriminado injustamente es demasiado tentadora. Podría suponerle una libertad total del odio y el miedo. No tendría que esconderse nunca más. Podría recuperar los recuerdos felices con su padre sin sentirse culpable por ello. Esto la empuja a dar un salto de fe y olvidar sus instintos de poner pies en polvorosa.
El viaje de la protagonista va en dos direcciones: la intriga criminal y el descubrimiento personal. La intriga criminal es una línea clara, aunque retorcida: ¿cuál es la verdad tras el crimen de su padre? ¿Realmente es inocente? El autodescubrimiento, en cambio, se difurca en decenas de caminos diferentes por los que ella se pierde, lamenta y frustra.
Maeve ha dedicado tanto tiempo a esconderse del mundo para sobrevivir que solo reconoce sus espinas porque la protegen del exterior. No conoce nada más y le da miedo incluso pararse a pensar en ello.
A través de cada dato nuevo de la vida de su padre y los encontronazos con Tristan, se conoce a sí misma y se enfrenta a su mayores traumas y defectos. Es lo que le permite recordar el hogar, sueños, sentimientos y esperanzas de su infancia previos al desastre y re instaurar unos nuevos.
Al igual que no puedes plantar nada en un terreno enfermo, Maeve necesita hacerse cargo de todo lo que ha obviado antes de plantearse si puede hacer crecer algo nuevo.
Cartas de otro mundo crea un universo rico, variado e interesante. Uno que señala la scriptomancia como una ciencia y una magia con infinidad de usos, tan amplía que Taylor tiene que acordarse de acotarla al manejo de la comunicación entre los mundos cosntantemente.
Taylor pone todo su esfuerzo en la creación de su universo y los protagonistas. El resto de personajes pasan a un segundo plano. Algunos por obligación, otros por ausencia, los personajes secundarios dan saltos más bruscos en cuanto a desarrollo del carácter y su enfrentamiento a una situación crítica que los protagonistas.
El mayor defecto de la novela es que está cargada de erratas, palabras mal puestas y otras que brillan por su ausencia. Encontrarte con alguna palabra mal transcrita, una coma ausente o un «pero» merendado no es de extrañar. Pasa en casi todo lados y, en muchos casos, son tan mínimos que ni nos damos cuenta al leer.
No obstante, en esta novela sucede con tanta frecuencia que fue imposible no percatarse. Tenía que imaginarme constantemente qué querían decir la autora y la traductora con la frase que estaba leyendo, ver qué palabras tenía que quitar y cuáles añadir para que tuviera sentido.
No sé el motivo tras estos errores, ¿demasiado trabajo en un plazo muy corto de tiempo, tal vez? ¿Incongruencias que ocurren entre el texto traducido y el texto maquetado? Sea como fuera, habría esperado un mayor cuidado en lo que viene siendo la esencia del libro: sus palabras. Aún así, hay un eco de cariño en el texto que permite reconectar con la historia.
Cartas de otro mundo cuenta con una premisa interesante, una protagonista es capaz de lanzar la cordura por la borda y una enorme cantidad de intrigas.