Si hay una saga deportiva que en los últimos años ha destacado por su calidad, esta ha sido la que nos ocupa. Los títulos de 2K de la NBA han llegado en las últimas entregas a un nivel tanto de calidad como de cantidad difícil de imaginar hace no tanto tiempo. Esta debería ser la última entrega que se lanza únicamente para las consolas de la actual generación en estas fechas, teniendo también en cuenta que está previsto su lanzamiento tanto para PlayStation 5 como Xbox Series X. Sin embargo, aquí nos centramos, obviamente, en las que ya tenemos entre manos.

Esta situación de título, digamos, entre generaciones, siempre suele significar una dejadez respecto a las novedades, que se reservan para el cambio de formato, dejándonos secuelas bastante conformistas. Por sí solo podría no ser una mala idea, habría que ver cada caso concreto y si nos merece o no la pena. Pero es que además estamos hablando de un título deportivo, que ya de por sí sufre el síndrome del lanzamiento anual, donde las novedades vienen ya a cuentagotas.

Por si fuera poco, la situación derivada de la pandemia actual, aunque no sabemos si ha afectado al desarrollo de esta entrega de forma específica, sí lo ha hecho con la NBA real. Actualmente se están disputando las play-offs de la temporada “pasada” y la 2020-2021 no va a empezar hasta diciembre, con lo que las plantillas y la situación para el inicio de su nueva campaña aún puede cambiar, limitando las posibilidades de añadidos interesantes.

Todo esto deja a 2K en una situación particularmente peliaguda. Un juego excelente que no requiere de muchos toques nuevos, no vayan a destrozarlo. A la temporada aún le quedan meses para empezar, las nuevas consolas están a la vuelta de la esquina y aún gran parte de la comunidad se encuentra encantada con la entrega anterior, de hace un año exacto. Una situación poco halagüeña para un nuevo título.

 

Novedades de la edición

Antes de pasar a analizar el juego en sí, vamos a hacer un resumen de sus novedades y su impacto en el mismo, para aquellos que ya conozcan las versiones anteriores. Si no es así, por supuesto, una vez acabemos este apartado pasaremos a valorar sus características en términos generales. De todas formas, tenéis un completo análisis de la versión 2k20 aquí mismo.

Respecto a la jugabilidad, prácticamente solo debemos comentar una cosa, el cambio en el sistema de tiro, que ya ha sido ampliamente criticado por una gran cantidad de jugadores e incluso por algunas de las estrellas de la propia NBA. Básicamente se trata de la sustitución de la barra vertical, donde teníamos que soltar el botón o el stick derecho cuando estuviera en su punto más alto. Ahora la barra es horizontal y según el sistema de tiro que usemos, debemos dejarlo en un punto concreto (botones) o justamente en el medio (sticks). Con el sistema de botones, ya el nivel de dificultad a la hora de acertar un tiro es considerablemente más alta, sobre todo en los tiros en suspensión a media distancia o los triples, obligando al jugador a adentrarse más en la zona incluso si su perfil de jugador es de francotirador. Sin embargo, al cabo de un tiempo uno se acostumbra y aunque sigue siendo más exigente, no supone un problema a largo plazo.

Donde se centran las protestas es en el sistema con stick, endiabladamente complicado durante las primeras horas de juego. Es hasta complejo de explicar. Según la dirección del stick derecho, realizaremos unos movimientos de dribbling u otros, muy útiles y espectaculares. La mejor novedad del juego, de hecho. Salvo cuando lo movamos hacia abajo, donde tiraremos. En ese momento exacto la dirección que le demos indicará la del tiro y tendremos que acertar donde se encuentre la canasta, sin apenas margen de error. Acertar un tiro perfecto durante las primeras horas es básicamente casualidad y en el caso de un triple, milagro.

Un parche al poco del lanzamiento suavizaba un poco este sistema, pero solo en las dificultades más sencillas. Pero desde entonces también se nos permite desactivarlo, así que si no nos gusta, podemos seguir como hasta el año pasado. Pero claro, nos perdemos una de las pocas novedades que tenemos en cuanto a jugabilidad.

Aparte de esta modificación, que sí que es importante, el resto son ajustes de juego que podrían perfectamente formar de cualquier parche de actualización. Ahora podemos crear bases más altos y algunas de las ventajas de las insignias se reducen o eliminan, como la de los tiros de suspensión rápidos, entre otras cosas. Se mantiene muy estable.

Mi Carrera, de vuelta a la universidad

Para quien no los conozca, la inmensa cantidad de modos de juego que tiene NBA 2K parece no tener fin. Las joyas de la corona son Mi Carrera y Mi Equipo, pero son solo la punta del iceberg.

Este año el modo Mi Carrera ha sufrido muy pocos cambios y no siempre para bien. La parte inicial, la argumental, nos hace pasar en esta ocasión por equipos universitarios antes de llegar al Draft de la NBA. Desde este punto de vista es bastante interesante ya que nos deja elegir entre más de una decena de universidades a nuestro gusto, aunque no cambia para nada la historia en sí. Aún así, es un punto a favor respecto a otros años. Por otro lado, se ha reducido notablemente la carga argumental de los negocios y los patrocinios, que inundaba hasta la saciedad los diálogos entre partidos el pasado año, otra ventaja. Se ha optado, eso sí, por una historia bastante sencilla y poco trascendente con una rivalidad que apenas es tal y unos traumas paterno-filiales que tampoco son para tanto. Salen Lillard y Zion Williamson, que ya al menos es algo. Pero por lo general, el nivel es más bajo que en las dos ediciones previas.

Además, si ya anteriormente echábamos de menos que parte de lo que hacíamos durante la historia se reflejara durante el juego o en El Barrio, porque solo se reducía a entrevistas aleatorias y a algún cameo de alguna superestrella de vez en cuando, ahora ya no hay de que preocuparse. Básicamente, se han eliminado. Es cierto que había una parte importante de la comunidad que lo iba exigiendo, porque a largo plazo el contestar a las preguntas aleatorias de una rueda de prensa no aportaba demasiado al juego, salvo recompensas de vez en cuando, pero creemos que hubiera sido mejor buscar una alternativa menos radical. Por lo demás, todo sigue como siempre.

La creación de nuestro avatar sigue siendo muy completa, sobre todo respecto a la personalización de sus habilidades, aunque es cierto que, para los que vengan de nuevas, no vendría mal un tutorial. Como siempre, una vez creemos a nuestro jugador, las estadísticas serán tan bajas que no merece la pena ni salir del banquillo. Poco a poco y con nuestro sueldo por partido, podremos ir subiendo las que más nos convengan hasta el límite que le hayamos impuesto. En esta ocasión, las mejoras son más caras que en la pasada edición, pero aún así bastante menos que en la de 2019, donde mejorar a niveles altos implicaba un sacrificio en forma de horas o de sacar la billetera.

Aparte de estas estadísticas generales, entrenando y consiguiendo objetivos en los partidos accederemos a las insignias, que no son más que mejoras específicas. Su cantidad viene determinada por el estilo de jugador, pero luego dentro de las que nos dejen, podemos elegir las que queramos. Tenemos, como siempre, de todo, dentro de sus cuatro categorías: en las de tiro podemos aumentar nuestro alcance o reducir las penalizaciones si estamos cubiertos al lanzar, entre otras. En las de finalización, mejorar nuestras bandejas y mates, así como sortear a los defensas en la zona. En las de organización dar pases complicados, asistencias para alley-oops o realizar mejores contraataques. Por último, en las de defensa, intimidar al contrario, robar con más facilidad o cazar mejor los rebotes. Un par de decenas por categoría y cada una con hasta cuatro grados de mejora. Gestionarlas bien es clave para no ser un jugador más del montón, ya que las ventajas son muy considerables y terminan de definir nuestro estilo. Solo podremos coger un porcentaje muy, muy pequeño de ellas.

Inherente a Mi Carrera es El Barrio, una zona donde podemos andar libremente entre partidos y donde podemos encontrar tiendas de ropa para nuestro avatar, la zona de entrenamiento del equipo y un montón de canchas para jugar online de forma más informal o con reglas especiales. Este año ha mejorado su aspecto visual y hemos pasado de un parque entre edificios a una playa de estilo californiano más compacta y mejor distribuida.

Por lo demás, sigue siendo lo mismo de los últimos años. Entrenar, jugar desde la posición de suplente hasta hacernos con un puesto en el quinteto inicial, pedir traspasos, mejorar nuestras estadísticas y acumular victorias hasta conseguir el anillo de campeón. En nuestra opinión sigue siendo el modo más completo, accesible y satisfactorio de jugar, a menos a medio plazo. Una pena el recorte al modo historia y la absoluta falta de novedades aparte de la nueva estética playera.

Mi Equipo como joya de la corona

En el espectro opuesto del juego esta Mi Equipo, el sistema de cartas coleccionables para crear nuestro equipo de fantasía, ya sea con jugadores actuales o estrellas de tiempos pasados. Con las microtransacciones siempre rondando, en esta ocasión sí que hay un par de añadidos fundamentales, aparte de ligeros cambios aquí o allá.

Por un lado, sabiendo ya que conseguir todas las cartas es una misión inalcanzable, ahora podemos descartar las que no usemos (o las de peor grado) para convertirlas en otra nueva, con mejor puntuación. Según vayamos jugando y nos sobren el noventa por ciento de las cartas, es un alivio y agradecemos esta posibilidad. Ahora este modo se centra más en tener un par de equipos sobresalientes más que en un coleccionable de cartas porque sí.

La otra gran novedad es la aparición de las temporadas, eventos de varias semanas donde, según subamos experiencia, conseguimos ciertas recompensas sin que, por una vez, podamos gastar monedas para avanzar. Sí que es cierto que conseguir la carta diamante rosa de Stephen Curry, el premio gordo, es algo bastante utópico, pero de nuevo, se agradece que jugando sin más, al menos, podamos conseguir recompensas razonables.

Desde el punto de vista jugable, se pueden personalizar ciertas cartas con insignias y unas cuantas novedades más que al menos, dan la sensación de ser, esta vez sí, una secuela y no un parche más. En cuanto a contenido, hay nuevos torneos y pruebas casi de forma continua, así que si nos gusta, no nos vamos a aburrir.

Modos de juego para no acabar nunca

Podemos estar así un buen rato, con cada uno de los modos, pero solo vamos a comentar ciertos aspectos relevantes de algunos de los principales. Mi GM, donde nos ponemos en la piel de un mánager general, no ha sufrido apenas cambios, algo que necesita de forma bastante urgente. Se ha quedado atrás respecto al resto de posibilidades. La comunidad 2K sigue promocionando mucho Blacktop, para jugar pachangas desde uno contra uno hasta con un equipo completo, pero apenas presenta cambios.

Un aspecto importante es que, al igual que en la edición anterior, tenemos disponible la WNBA, la liga femenina. Por desgracia, tan limitada como entonces. Lo mejor que podemos decir de jugar con los equipos femeninos es que, al menos, no son skins de mujer en animaciones y estilos de juego de la liga masculina, sino que tienen un estilo propio, más agil, que se nota bastante al jugar con ellas. Menos mal. Lo peor: ni rastro de esta posibilidad en los modos principales Mi Carrera o Mi Equipo, ni un solo cameo de alguna jugadora en el modo historia.

Los modos trayectoria, temporada y partidos clásicos, sin comentarios, siguen estáticos.

Excesivamente conformista

Creo que todos os podéis hacer una idea de cuales son las conclusiones de este análisis, pero para confirmarlo, en el aspecto técnico tampoco hay prácticamente ninguna mejoría relevante. Es cierto que el nivel ya era muy alto y que a veces parecía que no podía dar más de sí y que tenemos una playa nueva para pasear, pero las animaciones, modelos, expresiones y texturas son prácticamente las mismas. Se han añadido ciertos movimientos específicos de algunos jugadores, sobre todo en defensa, pero en el día a día no lo vamos a notar.

La banda sonora sí que es nueva, por supuesto, repleta de temas actuales y muy bien seleccionados, a lo que el propio Damian Lillard ha puesto su granito de arena. Los comentarios, por otro lado, son exactamente los mismos, aparte de por supuesto, hacer referencias a eventos y estadísticas actuales. Seguimos teniendo la opción de descargarnos comentarios en chino y español y en este último caso, que supongo que es el que nos interesa a todos en este análisis, se nota ya que necesitan una revisión para acercarse al nivel de los americanos, mucho más fluidos y por alguna razón, menos repetitivos esta vez.

Finalizando ya, parece claro que, al menos en estas versiones de la generación actual y esperando a lo que nos puede ofrecer la nueva, sólo podemos recomendar 2K21 a aquellos que o llevan unos años sin acercarse a la saga o directamente no la conocen, porque se van a encontrar con un título sobresaliente en todos sus aspectos. Pero si venís de 2K20, no hay prácticamente nada que justifique el paso a esta versión.

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