Hace años que el Imperio gobierna con mano dura. La fuente de todo su poder es la magia de los hechiceros. Los mismos que moran, encadenados, dentro de ataúdes convertidos en meros generadores. Un encantamiento siniestro que sustenta La sangre de los antiguos reyes, fantasía del escritor surcoreano Sung-Il Kim.
Minotauro edita esta primera parte de saga, con una portada espectacular diseñada por Dominik Mayer y la traducción de Cristina Molina.
Tenemos tres acciones, tres caminos independientes que conseguirán que el Imperio se tambalee.
Para empezar, Arienne, una estudiante de hechicería que tiene claro cuál será su futuro: convertirse en uno de los hechiceros encadenados. Hasta que un día comienza a oír una mágica voz de ultratumba.
Luego tenemos a Loran, quien ha despertado al gran dragón anclado al volcán. El resultado supone un pacto beneficioso para ambos.
Mientras, en la capital del Imperio, Caine busca a los responsables de la muerte de su mejor amiga y mentora.
La sangre de los antiguos reyes empieza con la acción en lo más alto. Nada menos que con Loran aterrizando en las entrañas del volcán junto al dragón. Y esta acción no remite en ningún momento de la historia.
Con capítulos cortos y saltando entre los diferentes puntos de vista de los tres protagonistas, el autor consigue que no puedas despegar los ojos de las páginas.
Cada uno de los tres personajes principales de La sangre de los antiguos reyes aporta distintos matices a la narración.
Loran, una mujer que perdió a su marido y a su única hija a manos del Imperio, busca venganza. Debido a su arco es que conoceremos la parte más política de la historia. Las batallas y las luchas de poder.
Caine, involucrado en una trama de espionaje inesperada. Con él veremos la parte más divertida del libro, ya que se verá envuelto en situaciones de lo más enrevesadas.
Arienne, una adolescente que da la espalda a su destino. Ella nos irá enseñando el sistema de magia, así como el lore de un mundo creado por el autor con la ayuda de un hechicero demasiado poderoso.
La sangre de los antiguos reyes tiene un sistema de magia de lo más fascinante. Sobre todo, es muy original el hecho de que el Imperio utilice los cuerpos momificados de hechiceros como generadores de energía. Dependiendo del nivel de habilidad del mago en cuestión, el generador será más o menos potente.
Es más, el Imperio los clasifica y los utiliza para suministrar energía tanto a su infraestructura militar como a los aparatos de uso cotidiano.
Algo muy de agradecer en el libro es qué la información está muy dosificada. Según vas leyendo vas conociendo el mundo creado por el autor y su funcionamiento. En ningún momento me he sentido abrumada por un exceso de descripciones o información, algo que suele ocurrir en otras historias de fantasía épica.
Este libro el comienzo de una saga de fantasía. Aún así, a día de hoy desconozco si el resto de la serie va a ser publicada. Supongo que dependerá de la acogida que tenga esta primera parte.
El autor utiliza un lenguaje sencillo, fresco. En ocasiones con diálogos bastante ingeniosos que te harán soltar alguna carcajada.
Para tratarse de una historia de fantasía con muchos elementos de la fantasía clásica, La sangre de los antiguos reyes es un libro fácil de leer y ligero que os hará pasar unos buenos ratos.
