La literatura americana se ha centrado en varios tópicos a lo largo de la historia: género, racismo, viajes, la economía de Wall Street, etc. Pero uno de los conceptos que más me interesa es el de la libertad. La sociedad e historia americana parecen tener un gran interés en el concepto de la ‘libertad’. Hubo el deseo de ser liberados del Imperio Británico para llegar a ser un país independiente con sus propias leyes y gobierno; el deseo de los esclavos afro-americanos de ser liberados de las plantaciones y de sus pobres condiciones laborales; las categorizaciones racistas de la sociedad después de la abolición de la esclavitud; la ambición de Franklin D Roosevelt de conseguir las Cuatro Libertades; la estatua de la libertad; etc. Publicada en 1899, una de las formas de libertad que Kate Chopin nos muestra en “El despertar” es la libertad que tienen las mujeres dentro de una sociedad patriarcal. En un corto relato, Chopin nos describe la ‘rebelión’ y crisis de una mujer que empieza a sentir que no es feliz con la vida que tiene.

En “El despertar” conocemos a Edna Pontellier, una mujer casada con un hombre de negocios que la mantiene a cambio de que sea la mujer y madre perfecta. Desde el comienzo, el lector ve como, aunque su marido le compra regalos y le paga vacaciones de ensueño, no mantienen una buena relación entre ellos y viven bastante independientemente uno del otro. Al principio de la novela, vemos como el mismo narrador afirma que para el Señor Pontellier, Edna no es más que una ‘pieza valiosa de propiedad personal’ la cual puede controlar como él quiera. A lo largo de la historia, Edna poco a poco se va cansando de ser la madre, la esposa, la anfitriona, la vecina simpática y decide cambiar finalmente su estilo de vida.

Uno de los claro ejemplos de estereotipos de género que encontramos en la novela es cuando uno de los hijos de los Pontellier está enfermo y el señor Pontellier culpa a Edna por no haber cuidado bien al niño, afirmando que es su responsabilidad como madre cuidar de él ya que su marido está muy ocupado pasando la noche en clubs de hombres y viajando.

El problema con el que lucha Edna no es solo contra su marido, sino con la sociedad en general. Edna intenta encontrar apoyo, pero nadie la ayuda, ya sea por un motivo o por otro. Por lo tanto, Edna tiene que luchar sola contra la construcción social de género y liberarse ella sola de todas las ataduras que la atan a su matrimonio infeliz.

Poco a poco Edna va liberándose, se va distanciando de sus hijos y encuentra el amor con otro hombre con el que mantiene relaciones. Uno de los momentos sublimes de la historia es cuando, después de un día en la playa, el señor Pontellier le pide a Edna que vayan dentro de casa a dormir y ella se niega completamente a hacerle caso, renunciando así a la sumisión y la domesticidad en la que estaba atrapada.

Sin poder entender como una mujer puede no hacer caso a su esposo, Léonce Pontellier decide ir con el Doctor Mandelet para quejarse de que el hecho que Edna sea más independiente le priva a el de los derechos que tienen los hombres como maridos y que cree puede tener problemas psicológicos o alguna enfermedad que hace que se comporte de esta forma. Sin darse cuenta que no es más que el deseo de Edna de liberase de las ataduras sociales y psicológicas que la envuelven. Es sorprendente ver como varios personajes de la novela no llegan a entender que una mujer quiera ser algo más que una esposa, ama de casa o madre.

Aprender a nadar hace que Edna se sienta libre de nuevo y es el mar mismo el que tomara mucha importancia en el final de la historia.

Muchos críticos han criticado el hecho de que Edna deja de lado a sus hijos, cuando estos no son más que otra obligación que le puso la sociedad al ser una mujer casada. En ningún momento dice que no los quiera, es solo que ella nunca ha querido ser madre. En la época en la que se publicó este relato, la sociedad creía que, si algunos jóvenes la leían, podrían no entender bien la novela y revelarse en contra de lo que en el momento se consideraba lo ‘correcto’. Por no seguir las convenciones sociales, Edna Pontellier ha sido descrita como una mujer desviada y pervertida.

Lo que conmociona al lector es el final de la novela, la decisión que toma Edna delante de la sociedad tan opresiva en la que se encuentra hace reflexionar al lector y darse cuenta de que por mucho que una persona luche por ser quien realmente es, la sociedad siempre luchara por destruirla si no están de acuerdo con sus ideales.

Considerada la Madame Bovary criolla, Edna Pontellier es uno de los mejores personajes femeninos que he leído nunca. Kate Chopin era, sin duda, una pionera de la literatura. Que una mujer decidiera publicar en 1899 América una novela que lucha contra las ideas y los cánones de que es una verdadera mujer es sin duda, digno de admirar.

Muchas novelas han sido publicadas en los últimos años sobre que es el feminismo, como ser mujer y otros tópicos para luchar por los derechos de las mujeres. Recomiendo sin duda el corto relato de Chopin para todos aquellos interesados en el tema, no es un manual, ni un documental de historia, sino la historia de una mujer que lucha por ser quien verdaderamente quiere ser, sin ataduras.

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