Segunda película del director texano Richard Linklayter presentada en el FICX 63, esta centrada en el rodaje de “Al final de la escapada” de Jean-Luc Godard.
Crítica de Hugo Mier Calleja.
En 1951, un grupo de críticos de cine franceses fundan la revista “Cahiers du cinéma” Unos años después, tras publicar innumerables críticas y realizar algunos trabajos dentro de la industria, empiezan a platearse seriamente dar el paso de crear sus propias películas. El primero en decidirse es Jean-Luc Godard, que a partir de una idea de Françoise Truffaut, pergeña un argumento. Una vez conseguida la financiación y los actores, se inicia el rodaje. Godard decide no escribir un guión, obsesionado con perseguir la espontaneidad: al principio garabatea unas notas que pasa a los actores, pero pronto prescinde de ellas, para desesperación de los intérpretes, especialmente de Jean Seberg, procedente del rígido y eficiente sistema de Hollywood. Tras muchas dificultades, vicisitudes y un rodaje caótico, la película por fin se termina y se estrena, y la historia del cine cambia para siempre.

En Nouvelle Vage, Linklater realiza el enésimo retrato del cine dentro del cine, y al igual que muchas de sus predecesoras, esta película funciona como homenaje tanto como narración de los hechos. En este caso, Linklater ha decidido mostrar los orígenes de la Nouvelle Vague, un movimiento cinematográfico francés absolutamente rupturista nacido del deseo de trascender las formalidades que se habían establecido en el cine, especialmente desde el asentamiento y estandarización del sistema de estudios a lo largo de los años 20, aunque sus integrantes ya habían empezado a cambiar desde su revista la visión que se tenía del medio al observar desde una perspectiva artística lo que hasta entonces se había tenido más bien por un entretenimiento.
El enfoque de Linklater resulta muy interesante: opta por una exposición de acontecimientos y personajes muy cercana al documental, decidiendo presentarlos de una manera clara y directa, recurriendo a carteles con los nombres de cada uno. Esto se mantendrá a lo largo de todo el metraje, pero es en el primer acto de la película, el más expositivo, donde más lo veremos. Esto resulta útil dada la gran cantidad de personajes que vemos desfilar por la pantalla: no sólo a los y las cineastas, si no también actores, actrices, productores, críticos… usando además un blanco y negro similar al de la película original. Es necesario resaltar también el esfuerzo en la caracterización de los actores, que ayuda aún más a la inmersión en la historia.

Otra decisión de Linklater es no ceñirse totalmente a los hechos, si no fabular, dejándose llevar por la máxima fordiana: “print the legend” Así pues, no podemos tomarnos demasiado al pie de la letra lo relatado en la película, pero sí quedarnos con nombres y fechas y aceptar una exageración dramática (y a menudo cómica) que favorece decisivamente la narración.
La conclusión es que Nouvelle Vague resulta definitivamente recomendable tanto para amantes de la Nueva Ola francesa como del cine en general. Linklater consigue construir con gran acierto el retrato de un momento de capital importancia en la historia del cine con una película que además resulta fluida y entretenida.
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