En «El tiempo perdido» un grupo de personas de avanzada edad y de ambos sexos se reúnen todas las semanas en un café de Buenos Aires con un único objetivo: leer y analizar “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust, de manera continua y obsesiva. Llevan haciéndolo 17 años. No es una ficción, si no el último documental de la argentina María Álvarez.

Argumento

“El tiempo perdido” es un documental que oculta una insospechada complejidad y  que funciona a dos niveles: por un lado, muestra la actividad de un grupo de personas mayores que realizan un ejercicio de lectura, análisis y discusión como pasatiempo intelectual en la última etapa de su vida. Por otro lado, asistimos a un desmenuzamiento nada simple ni superficial de la obra Proust, de una manera tan concienzuda y profunda que no desmerece a cómo lo harían un grupo de catedráticos. Los mismos participantes dan las claves de su obsesión: no sólo es un ejercicio intelectual, también es un ejercicio de memoria: en una curiosa retroalimentación entre ficción y realidad, una obra cuyo tema principal es la memoria, sirve a estas personas para mantener su memoria viva y su mente activa, desmenuzando de manera obsesiva cada párrafo, cada frase, cada palabra de su obra literaria favorita.

Yendo más allá, se preguntan si esta constante relectura y análisis no es un arte en sí mismo, intentando darle a su actividad una mayor trascendencia. De hecho, a través de su actividad llegan a una especie de catarsis colectiva que transmite al plano comunal su experiencia de lectura personal. Con frecuencia, hacen paralelismos entre las historias narradas y sus propias experiencias, incluyendo en esta experiencia la identificación personal con la obra.. Al final, de manera similar a como ocurre en las novelas, y como ha sido ya anticipado sutilmente con anterioridad, al acabar se vuelve al principio, y tras el final se inicia de nuevo, como llevan haciendo de manera incesante durante más de tres lustros. Quizá, al final de lo que se trata es de pasar tiempo en buena compañía y nada más.

Opinión

“El tiempo perdido”, resulta por tanto, un documental que es sólo sencillo en apariencia, ya que no hace ningún alarde en el montaje ni en la narración, que atrapa al espectador y le hace sentir uno más de ese grupo de lectores compulsivos de Proust. El gran mérito de este documentales, sin duda, transmitir la pasión que el grupo siente con toda su intensidad. Una experiencia plena, quizá pura, y sin artificios para este FICX.

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