El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 1Enfrentarse a la secuela de uno de los más grandes manga que han existido puede llegar a ser una experiencia dura, al igual que lo fue, para Kazuo Koike, la pérdida de su otra mitad artística, Gôseki Kojima, en el propio límite del siglo XX.

Juntos, apelados como el Dúo Dorado, crearon no sólo su ópera prima El lobo solitario y su cachorro, sino toda una lista de excelentes jidaigeki como Hanzô, Asa el ejecutor, Kei o El hombre sediento, que por suerte podemos disfrutar ahora en España de la mano de dos de las editoriales más relevantes.

¿Qué podía contar Koike sobre su obra magna que no contase ya en los veinte tankôbon que la componen? ¿Cómo podía continuar una historia de venganza ya consumada, una ficción que terminaba en las más altas cotas de clímax y con el final más digno que pudiera tener? ¿Quién se atrevería a sacar la secuela del primer manga que atravesó las fronteras niponas como lo hiciera el Comodoro Perry rompiendo el centenario sakoku? Y sobre todo ¿Quién en su sano juicio lo haría sin contar con el excepcional pincel del malogrado Kojima?

Y sin embargo, así fue. De la manera más respetuosa hacía el dibujante y su viuda, como nos cuenta el propio Koike en el epílogo de este primer tomo, el guionista se embarcó en esta continuación que explora el único cabo suelto al que podía agarrarse: qué pasó con Daigoro, el hijo del Lobo.

Para ello eligió, como cuenta de una forma un tanto romántica, al casi desconocido Hideki Mori, seguidor y admirador del trabajo de Kojima, para ponerse a los lápices siguiendo la concepción artística original del maestro, como reza en la propia portada en un sincero gesto de tributo.
Evidentemente, todo aquel que no haya leído la obra original no debería comenzar por aquí, y recomiendo que deje de leer esta reseña y devore ávidamente el gran clásico de Koike y Kojima.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 1

El manga empieza ni un segundo después del final de la saga original, algo prácticamente insólito en cualquiera continuación. En la arena, Itto Ogami y Yagyû Retsudô yacen muertos, mientras que el joven Daigoro se mantiene en pie. Los distinguidos observadores, entre los que se encuentra el shogûn Tokuwaga, miran sin querer intervenir. Al final, Daigoro queda solo. Su venganza ha sido la más trágica: la venganza del que sobrevive.

Sin embargo, un solitario rônin aparece y decide hacerse cargo del niño. Como los lectores de la saga original saben, éste no es un pequeño normal, sino que ha seguido el meifumado, el camino del infierno, y esta imbuido en los secretos del bushido, por lo que su primera reacción es defensiva. Mediante una argucia (tanto del samurái como del guionista) la historia consigue unir a los dos solitarios: si la espada del extraño encaja perfectamente en la vaina de Itto Ogami (la vaina de una katana representa el alma del bushi) significará que el mundo lo acepta como nuevo Lobo solitario. Por suerte para ambos, el recién llegado porta una dotanuki forjada por Masakuni, es decir, una gemela de la ya memorable espada de Ogami. Este hecho titulará este primer arco argumental: La vaina de Jigen.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 1Nuestro nuevo protagonista es Togô Shigekata, del estilo Jigen-Ryû (la realidad revelada) de Satsuma. Esto es un dato muy interesante, porque el nuevo Lobo es en esta ocasión un personaje histórico.  La técnica básica de esta escuela consiste en cortar diagonalmente a partir del cuello al oponente. Además era famosa por su kiai (grito marcial) que imita a un mono, lo que quizás podamos apreciar en el hecho de que Shigekata pronuncie Chesuto cuando ataca, y que su forma de combatir es diferente a la de Ogami.

Quizás toda esta evolución no convenza del todo a los seguidores de la saga original, con una explicación cogida con pinzas para la unión de los dos protagonistas, una continua referencia a la obra madre (en el combate final, en la espada, en el carrito, en el camino del infierno) que apela a la nostalgia (con diferentes resultados. La escena del carro quizás es la más conmovedora) y con un nuevo samurái que aún siendo un gran maestro histórico, lo tiene difícil como personaje para hacer sombra al gran Itto Ogami. Lo mismo puede ocurrir en el apartado gráfico con Hideki Mori, que cumple su función mimética del maestro Kojima sin excesiva brillantez, lo que lo hace parecer un sucedáneo.

Por suerte, Koike siempre será el gran guionista que nos enreda y cautiva con sus giros argumentales y sus intrigas y pronto se hace valer de sus armas y sus puntos fuertes para arrebatarnos de esa lacónica nostalgia y ponernos en situación con nuevo peligro: las conspiraciones del clan ninja Hattori, comandado por Anzô, involucrarán de lleno a Togô y a Daigoro. Los Hattori verán el cielo abierto tras la desaparición del clan Ogami y del clan Yagyû, pero preveen una oposición del feudo de Satsuma, precisamente del que proviene nuestro nuevo samurái. Es muy interesante ver aquí el cruce con el clan del gran Hanzô, protagonista de otra de las obras magnas del Dúo Dorado.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 1También, otro de los recursos de Koike se hace presente en Anzô: el líder ninja se transforma en hombre o mujer a voluntad. La presencia de personajes ambiguos, que toman el rol del sexo contrario o que se travisten es bastante común en la tebeografía del maestro. Hay que recordar que la idea tradicional de la homosexualidad en Japón es bastante diferente, quizás parecida a la de la Grecia clásica en algunos aspectos, pero que básicamente consiste en actuar según tu rol de género, independientemente del sexo que tengas. Simplificando mucho (porque todo esto está lleno de excepciones y refutaciones), o eres un hombre o una mujer, como el yin y el yang, no hay medias tintas.
El propio clan Hattori usará a Togô para cumplir su misión. Todos los espías infiltrados en Satsuma son descubierto por sus diferencias dialectales, y Togô, al ser originario de ese feudo, es el adecuado para realizar, sin saberlo, la labor de estos ninja. La estratagema de estos, inentendible para un occidental, consiste en morir a manos del samurái para pedirle, con el último aliento, que entierre un objeto querido en el palacio de Satsuma, lo cual es una voluntad ineludible para un guerrero bushi.  Los restantes ninja les irán atacando para probar la valía y la idoneidad de su, sin saberlo, candidato para la misión. Vemos aquí aún más la diferencia de técnica de Togô Shigekata, y sobre todo el espíritu samurái de Daigoro, que se enfrenta a la muerte con determinación y una sonrisa.

Hideki Mori hace aquí suya la obra. La técnica más o menos realista, profusa en claroscuros, texturas de pincel y rayados de Kojima sigue presente, como seguramente lo haga durante toda la obra; pero la forma en la que narra los combates, los paisajes, la composición de página (frecuenta las viñetas con personajes de cuerpo entero, o las escenas de lucha resueltas en un solo movimiento de una sola viñeta, ganando en rapidez pero perdiendo la tensión de Kojima) e incluso los bocadillos y las onomatopeyas ya denotan un espíritu propio que, sin ser tan magistral como el de su antecesor (ni tampoco llega al grado de abstracción de éste) auguran un camino propio.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 1

La edición de Planeta Cómic es atractiva aunque frágil (la capa transparente de la rústica se estropea fácilmente, y las esquinas no soportan mucho). La maquetación es llamativa, con una rotulación que rápidamente se asocia a la obra y conjunta con la saga original, y una numeración simple pero elegante. La contraportada con ese aspecto desgastado alude, aunque sea la competencia, a las recientes ediciones de los mismos autores de ECC. Por el contrario, el uso de imágenes interiores para conformar la portada no termina de quedar bien, pues el dibujo no soporta una ampliación a ese tamaño, menos aún superpuesta con otro dibujo cuya línea tiene un grosor y escala diferente (y además el pie de Daigoro aparece cortado).

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 1El rotulado interior es correcto, aunque algunas palabras transcritas parezcan extrañas (sogún y no shogûn) y desaparezcan las onomatopeyas originales, que forman un todo con el dibujo y que son irremplazables (nosotros no podemos entender la estrecha relación que existe entre el dibujo y los ideogramas japoneses, pues nuestro abecedario es mucho más abstracto), y que seguro que quedarían mejor acompañadas por la traducción al lado o a pie de página. El precio es inentendible para un tomo que tiene la mitad de páginas que uno de los tankobon de la historia original (o de Lady Snowblood, otra de las obras de Koike que tiene en su haber Planeta) pero que sin embargo es más caro. ¿Las cuatro páginas a color serán el motivo, o acaso el hecho de que sea una obra licenciada recientemente? Aún así, si no comparamos, es un precio bastante asequible, más tratándose de un manga de esta envergadura.

Todo parece indicar que Togô y Daigoro serán peones del clan Hattori hasta llegar a Satsuma. Sin embargo, la duda se infiltra en el niño. ¿Por qué Shigekata cuida de él? ¿Querrá hacerse con el tesoro que ganó su padre, Itto Ogami, matando como mercenario?

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M. G. Villarrubia
Arquitecto enamorado del cómic, la literatura, la música rock y el arte en general. Además de ser organizador del Festival Manga de Cádiz, investiga y realiza conferencias sobre japonología.

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