La influencia oculta de los juegos antiguos en el mundo digital
Puede resultar fácil pensar que los videojuegos surgieron como una forma de entretenimiento completamente independiente, pero si indagamos un poco más, nos damos cuenta de que muchos de sus elementos indispensables tienen profundas raíces en muchos juegos de mesa tradicionales. Desde una tirada de dados hasta las manos de póker, el ADN de los clásicos es parte de las estructuras y sistemas que definen a los juegos de estrategia y a los RPGs modernos.
Mecánicas tan populares como la aleatoriedad controlada, el combate por turnos o la construcción de personajes, tienen influencias claras de juegos como el ajedrez, los dados e incluso el blackjack. Dejando de lado lo mecánico, estos juegos también fueron inspiración para modelos narrativos como el tramposo encantador o el estratega calculador.
A continuación exploraremos cómo estas influencias se han transferido al mundo digital, repasando mecánicas de juego, arquetipos de personajes o elementos narrativos que siguen presentes en títulos actuales.
De las mesas de cartas al mando: la evolución de las mecánicas
Los juegos tradicionales, y en concreto los de dados y cartas, han sentado muchas de las bases que vemos hoy en día en los videojuegos. Nociones como los faroles, la gestión de riesgo o la probabilidad, han pasado a los píxeles de manera sofisticada y creativa.
Por ejemplo, el concepto de farol es básico en el póquer y también se utiliza en títulos en los que manipular información o engañar al enemigo es clave. El farol es parte de la táctica en la saga Metal Gear, mientras que en Among us, las mentiras convincentes son el núcleo del juego.
El RNG (Random Number Generator) es esencial en casi todos los RPGs y podría considerarse como la evolución digital del lanzamiento de dados. La influencia de estas tiradas de dados es más que evidente en Dungeons & Dragons y Final Fantasy, mientras que Divinity: Original Sin adapta las tiradas de habilidad a decisiones de combate y narrativas.
Asimismo, es común ver minijuegos inspirados en juegos de azar como por ejemplo Red Dead Redemption, donde el póquer y el blackjack refuerzan la ambientación en el salvaje oeste. Final Fantasy VIII introdujo Triple Triad, un juego de cartas dentro del juego que se convirtió en un fenómeno en sí mismo. Persona 5 y Yakuza también tienen partes con minijuegos de cartas que ofrecen un momento de descanso y estrategia.
El paso de lo físico a lo digital no ha borrado estas raíces, sino que las ha enriquecido con otras capas de estética, narrativa e interacción.
El jugador como personaje arquetipo
El arquetipo del jugador o apostador siempre ha encarnado un espíritu libre, impredecible y a menudo encantador tanto en videojuegos como en literatura. Este personaje vive al margen de las reglas y se guía por el riesgo y la intuición más que por las normas o la lógica. A menudo se presenta como el pícaro, un personaje difícil de encasillar, astuto y con habilidades para el engaño, la improvisación y la suerte.
Estos personajes están inspirados en el Wild West, el cine negro y las tabernas de los mundos de espada.
Como ejemplo icónico podemos mencionar a Setzer, de Final Fantasy VI, un jugador incorregible que lanza cartas y dados gigantes como armas. En el mundo del cómic, Gambit de los X-Men representa esa mezcla de seducción, caos y riesgo y usa cartas cargadas de energía.
Hay más personajes que muestran esta tradición en clave más estratégica u oscura como Kaiji (del manga homónimo) que se enfrenta a situaciones límites de apuestas y psicología humana. En Slay the Spire o SteamWorld Quest, los personajes que utilizan mazos de cartas o habilidades aleatorias, representan el desasosiego como una herramienta.
En Baldur´s Gate 3, los personajes con habilidades de persuasión pueden cambiar completamente el curso de una historia, lo que subraya la relevancia del jugador como arquetipo en la narrativa, alguien interesante, impredecible y, a menudo, inmoral pero con un toque encantador.

Dados y estrategia: el azar sigue siendo clave
Podría parecer que en la era digital la aleatoriedad no es necesaria en el diseño de videojuegos, donde todo se controla al milímetro, pero lo cierto es que el azar (a menudo representado por dados virtuales) sigue siendo una herramienta esencial para dar emoción y tensión.
La incertidumbre nos mantiene alerta, ya que saber que una sola tirada podría predecir el destino de un combate o una conversación, añade una capa más profunda de excitación.
Juegos como Darkest Dungeon o XCOM se sustentan en el RNG para forzar al jugador a adaptarse a nuevas situaciones. Por ejemplo, la euforia de una victoria improbable se mezcla con el miedo a un fallo inesperado. En Into the Breach, aunque los enemigos anuncien sus movimientos, es el jugador quien debe gestionar el caos que producen, ya que la estrategia no se basa solo en planificar, sino también en reaccionar a imprevistos con inteligencia.
El equilibrio entre habilidad y suerte se nota en videojuegos que integran bien la aleatoriedad, como en Divinity: Original Sin II que permite atenuar las tiradas de dados con habilidades específicas, lo que produce una sensación de control donde no dominamos el resultado pero podemos influir en él.
En definitiva, los dados no son solo un recurso retro, son un recordatorio de que en el juego y la vida, dependemos de factores que no controlamos y esto añade fuerza a muchas historias.
Del tablero al código – Juegos modernos con mecánicas de casino
El impacto de los juegos tradicionales no se limita solo a personajes o ambientaciones, también sirve de inspiración para estructuras completas de gameplay basadas en el casino. Un ejemplo es Slay the Spire, que mezcla construcción de mazos con decisiones arriesgadas que recuerdan al blackjack, ¿nos plantamos o pedimos otra carta?
Por otro lado, Inscryption mezcla el lado oscuro y el terror psicológico con mecánicas de juegos de cartas y hace que un juego aparentemente simple, se convierta en una metanarrativa sobre control, sacrificio y suerte.
Los minijuegos de cartas como Gwent (en The Witcher 3) o Triple Triad (en Final Fantasy VII y XIV) son ejemplo de cómo estos sistemas pueden separarse del juego principal y convertirse en fenómenos de culto, con torneos o comunidades propias.
También es necesario hablar de cómo algunos juegos traspasan una línea más polémica con las loot boxes y los sistemas gacha (visto en juegos online y móviles como Genshin Impact), que usa mecánicas parecidas a las slots que más pagan según SrCasino y explota la recompensa intermitente, intentando influir en el jugador para fomentar el gasto.
En Europa y en España esto ha generado debates éticos y legales y en 2023 se reforzó la regulación de estas prácticas, ya que se consideran un riesgo potencial, específicamente para los jóvenes.
De este modo, mientras el legado de los juegos clásicos puede enriquecer los modernos, también presenta desafíos como saber hasta dónde llevar la gamificación del azar.
Conclusión – Por qué lo clásico nunca muere
Los juegos de mesa, cartas y dados no son solo entretenimientos del pasado, son también pilares sobre los que se construyen parte de los videojuegos. Esta influencia es más que estética o nostalgia, ya que se trata de mecánicas esenciales como azar, estrategia o faroles, que siguen siendo tan relevantes en el mundo digital como lo son en tabernas o casinos.
Entender esto puede ayudarnos a disfrutar todavía más de nuestros títulos favoritos ya que, cuando intentamos engañar a un oponente o jugamos una carta clave online, estamos canalizando siglos de juego.
En la era de Internet, los dados siguen rodando y las cartas se siguen repartiendo porque los viejos juegos no mueren, solo se transforman.



























