Fragmento de portada de "Cómo cazar a tu asesino" de Bella Mackie, ilustrada por Anna Isabella Schmidt.
Fragmento de portada de "Cómo cazar a tu asesino" de Bella Mackie, ilustrada por Anna Isabella Schmidt. | Fuente: Suma.
Portada de "Cómo cazar a tu asesino" de Bella Mackie, ilustrada por Anna Isabella Schmidt.
Portada de «Cómo cazar a tu asesino» de Bella Mackie, ilustrada por Anna Isabella Schmidt. | Fuente: Suma.

Un fantasma desmemoriado pegado a un monitor como un alma (problemática) en pena, a la espera de encontrar la verdad tras su muerte y pasar al más allá, y una panda de mentirosos muy poco dispuestos a ponérselo fácil. Con esta premisa se nos presenta Cómo cazar a tu asesino de Bella Mackie. La novela publicada por Suma cuenta con la traducción de Laura Vidal y la ilustración de Anna Isabella Schmidt.

Uno de los chistes fundamentales de La familia Addams es que, pese a lo extravagantes, raros y siniestros que puedan resultar a simple vista, forman una familia que se quiere y que se cuida. Mackie invierte esta imagen con los Wistern, una familia aparentemente brillante e intachable que no es más que un cúmulo disfuncional e hipócrita. Creo que hasta los Tudor se tenían más cariño.

La máxima de todos los personajes se encuentra en que, cuando crees que no pueden ser peores personas, hacen algo aparentemente bueno o muestran un amago de honestidad que te hace dudar sobre si los has juzgado precipitadamente. A veces el pánico trastoca un poco a la gente, pero luego se arrepiente, ¿verdad? Pues no aquí. En cuanto se les otorga el beneficio de la duda, hacen algo mucho peor.

No hay ninguno que se salve y si lo aparenta es porque en contraposición con la panda de hienas que son los Wistern es difícil no parecer un ser de luz. Como es el caso de La Sabuesa. Sin embargo, peca de las mismas acciones que aquellos a los que investiga: justifica sus malas acciones y opiniones sesgadas con la excusa de que «es la única dispuesta a encontrar la verdad», lo que le da vía libre para hacer lo que quiera.

Afirma ser una figura imparcial a la que guían las pruebas, pero su investigación empieza únicamente por el pálpito de que se ha cometido un asesinato y a partir de ese punto busca un rastro que encaje con su versión de los hechos. Pueden parecer muy diferentes, pero lo que realmente diferencia a La Sabuesa de los Wistern no es la capacidad de autocrítica. Es el dinero.

Mackie se mete en la cabeza de tres personajes: Anthony, Olivia y La Sabueso.

Anthony es el fantasma desmemoriado, Olivia la viuda que tiene que lidiar con el desastre que su marido ha dejado atrás, y La Sabuesa es quien trata de descubrir la verdad escondida tras su muerte. Los tres coinciden en la victimización constante que hacen de sí mismos para justificar sus acciones, llegando a veces a un punto que raya lo ridículo y la fantasía.

El caso de La Sabuesa puede ser el menos drástico, además de ser la que puede tener más en común con el lector. Pero sus acciones siguen la misma búsqueda de estatus, dinero y notoriedad que Olivia y Anthony. Aún así, Mackie la deja regodearse en su desdicha de cuando en cuando.

No es lo mismo con los Winters. En cuanto el matrimonio empieza empieza a compadecerse de sí mismo, Mackie desata todo su humor y los hunde. ¡Oh, pobre Anthony, se dedicó a destrozarle la existencia a los demás porque se aburría! ¡Querida Olivia, que sufre los estragos del aislamiento social de la alta sociedad que ella misma erigió cuando estaba al otro lado! ¡Qué lástima!

Los personajes son banderas rojas con patas y empeoran cuanto más los conoces. No obstante, eso solo vuelve la historia más interesante y la resolución final mucho más esperada y satisfactoria. ¿Qué cuál es? Tendrás que leer Cómo cazar a tu asesino para descubrirlo.

Carolina de León
Periodista, camarógrafa y escritora. Con muchas historias que ver, relatos que escribir y memorias que vivir.

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