Captain Blood – Análisis

Captain Blood tuvo un desarrollo tan confuso y extenso que había naufragado ya antes de lanzarse al mercado. 

Hoy nos toca hablar de un caso algo curioso por decirlo de alguna manera. Estamos ante un juego en el que lo más interesante es toda la historia detrás de su desarrollo, hasta el día de su lanzamiento.

En 2003, la empresa Akella, desarrolladora de juegos como Sea Dog y años más tarde cocreadora de Assassins Creed: Black Flag anunciaría su nuevo proyecto. Un juego estilo hack and slash inspirado generalmente en el exitoso God of War  pero con temática pirata. En principio iba a ser lanzado para PlayStation 2 y Xbox, pero después de muchos problemas, se quedaron sin financiación y pusieron sus esperanzas en la generación de PlayStation 3 y Xbox 360 para por fin poder lanzarlo al mercado.

Después de tres años, su productora se retiró del proyecto alegando que se trataba de “una historia tan compleja que sería inabarcable”. Esto supuso que el juego quedara en un cajón por muchísimos años sin que nadie supiera nada de él. Tras 23 años, este juego por fin se ha lanzado al mercado. Y aquí es donde empiezan los verdaderos problemas, pues una vez lanzado… poco pueden hacer para mejorarlo. 

Un argumento que no va más allá 

Nos encontramos en la era de oro de los piratas, en pleno caribe, con guerras entre piratas y soldados del reino español situados en Port Royal. Aquí es donde conoceremos a nuestro protagonista, el Capitán Blood, un pirata y corsario que trabaja tanto para los buenos como para los malos de la época. Seremos contratados por el duque español Sabanto para rescatar a su hija secuestrada por una banda pirata. A partir de aquí, la historia empezará a tomar giros demasiado intrincados para un juego de este estilo. 

Su jugabilidad 

El sistema de combate de Captain Blood es un descarado intento de copiar la fórmula de God of War con una capa de pintura pirata. Contamos con ataques rápidos y pesados, combos, un modo de furia especial y hasta ejecuciones finales similares a las del título de 2005. 

Aunque nuestro protagonista dispone de un arsenal variado que incluye sable, pistola, granadas e incluso la posibilidad de usar armas arrebatadas a los enemigos (espadas a dos manos y pistolas dobles), el combate resulta repetitivo y aburrido, sin la profundidad ni la satisfacción que ofrecía su inspiración. Los enemigos no son más que sacos de recibir golpes, sin importar los esquives o los golpes especiales como las finalizaciones con cinemática, cada enemigo común o jefe de zona será igual a nivel mecánicas. 

Sin expandirnos mucho, en Nintendo Switch, podremos hacernos el juego completo pulsando repetidamente la Y contra todos los enemigos que encontremos sin necesidad de mirar la pantalla de vuestra consola en muchísimas ocasiones. 

Su apartado artístico 

Visualmente, Captain Blood parece haberse quedado atrapado en la era de PlayStation 2, con un estilo cómico que no consigue disimular sus limitaciones técnicas. Aunque las cinemáticas tienen cierta dinámica y el estilo exagerado de la física de los personajes aporta un toque de locura acorde con el tono general, es imposible ignorar que estamos ante un juego técnicamente obsoleto y anticuado. 

Los escenarios son lo más destacable visualmente, pero los numerosos errores (personajes flotando, elementos que atraviesan otros, problemas con las colisiones) evidencian una falta de pulido final que resulta imperdonable tras tantos años de desarrollo. 

Conclusión 

Captain Blood es un intento fallido de algo que hubiera triunfado hace casi dos décadas. Es un misterio, como tras 23 años de desarrollo no han sabido incluirle detalles a su jugabilidad más de nuestra época. Da la sensación en todo momento que abrieron un cajón, encontraron un juego sin lanzar al mercado y decidieron hacerlo sin querer mejorarlo ni adaptarlo al presente. 

Por su puesto, queremos resaltar que esto es simplemente la opinión de una persona más que ha podido jugarlo. No todo el mundo tiene porque pensar igual sobre este juego. Y por supuesto si es el juego favorito de alguien, también seria entendible y respetable. Pero, bajo nuestra opinión, se trata de una oportunidad malgastada.