
¿A quién no le gusta la historia de un buen golpe? Ladrones con planes locos, técnicas innovadoras y un carisma que se come las letras. Caitlin Schneiderhan traslada al lector a la Florencia del siglo XVI, una tierra de trampas, riquezas y muerte, con su novela Asalto Medici. Publicada por el sello Puck, cuenta con la traducción de Javi G. de Hita.
Muchos son los que se embarcan en la aventura de la Florencia renacentista con demasiadas ambiciones y poca estrategia. No es el caso de Rosa Cellini. Ella tiene un plan. Se planta en la ciudad el mismo día en que el papa León X, perteneciente a la poderosa familia Medici, regresa para recuperar el poder. No piensa permitírselo, ¿y qué mejor forma de desbaratar el futuro del papa que arrebarándole su fortuna? Sin dinero, no hay apoyos. Así de simple.
Rosa recluta a un grupo de inadaptados con el objetivo de llevar a cabo el mayor atraco del Renacimiento: Sarra, la Tintineadora; Khalid, un matón a sueldo; y Giacomo, un maestro del disfraz. Sin embargo, los secretos corren por sus vidas más rápidos que la sangre y el creciente poder de los Medici se convierte en un obstáculo cada vez más peligroso. ¿Logrará Rosa celebrar su gran golpe o acabarán todos con el agua hasta el cuello?
El encanto tras un robo espectacular está en las pantomimas, los trucos y las ilusiones. Tanto si se valen de una baraja de cartas como de una llave magnética, el verdadero poder no se encuentra en el coste de la tecnología. Está en el ingenio. Bueno, y en tener más cara que espalda, también. Gente lista y tramposa ha existido siempre y, ¿cómo iba a ser menos durante el Renacimiento?
Asalto Medici traslada al lector a la Florencia de 1517, un espacio revolucionario en cuanto al arte y al humanismo. Un festín ambicioso para aquellos que quieren doblegar el poder con mano de hierro. Los Medici han recuperado la autoridad perdida y reparten sus influencias por toda la ciudad y más allá. Mucho más allá.
¿Existe mejor objetivo que la familia más rica de la ciudad, la más hambrienta de estatus y renombre? La novela seduce al lector con su idea de un plan imposible, un equipo conformado por talentos locos de atar y una fecha límite. Sin embargo, tarda muchísimo en arrancar y, cuando lo hace, no es que consiga adquirir velocidad con facilidad. Igual que viajar en una carreta con las ruedas desiguales, las partes más complicadas del camino se vuelven incómodas e inestables.
Schneiderhan es detallista y minuciosa, sin embargo, la historia acaba ahogada en esos mismos detalles. El protagonista de cada capítulo cambia, de manera que nos vamos turnando entre los diferentes artífices del robo. En lugar de aprovechar ese recurso para dar saltos más ágiles entre eventos, la autora recrea los mismos acontecimientos desde la perspectiva de varios personajes. Algo muy útil durante el golpe en sí mismo, donde cada segundo cuenta una historia vital, pero no tanto en lo que respecta a unos preparativos que duran semanas.
Al igual que me sucedió con la saga Asesino de brujas, me sacaba de mis casillas tanta cursiva, tanta palabra sin traducir solo…, porque sí. Tiene sentido mantener la terminología italiana en nombres propios y palabras que tienen un significado tan destacado en sí mismas que no necesitan traducción. Pero, ¿»signora»? Es una palabra común que se traduce por señora y ya está. ¿Es un intento por recordar al lector que está en Florencia? En lugar de ayudarme a sumergirme en la historia, esto es algo me expulsaba.
No obstante, la forma en que Schneiderhan y Javi G. de Hita tienen de saltar entre el vos y tú es brillante. Los cambios son tan graduales y sutiles que son casi imperceptibles hasta que ya has entrado en confianza.
Asalto Medici cuenta con unos personajes interesantes que da gusto conocer y una ambientación estudiada en detalle. Puede suponer una lectura lenta, especialmente las primeras partes, pero la forma en que la autora siempre deja incógnitas por responder según avanza es intrigante.