Una corona de huesos dorados noticia crítica reseña
Portada de "Una corona de huesos dorados" de Jennifer Armentrout. | Fuente: Puck
Una corona de huesos dorados noticia crítica reseña
Portada de «Una corona de huesos dorados» de Jennifer Armentrout. | Fuente: Puck

La luz del sol y el cielo despejado pueden ser tan engañosos como una densa pared de niebla y Poppy tendrá que descubrir los secretos que se esconden en las antiguas heridas de guerra, los pactos que parecen llevar el mundo en contra y los pocos segundos de felicidad libre que tiene por primera vez en su vida. Una corona de huesos dorados, novela de Jennifer L. Armentrout y publicada por el sello Puck nos lleva a Atlantia y su histórico conflicto con Solis, a los pasajes que tienen más años que cualquier mortal y que suponen el lastre para el futuro que Poppy está buscando. Supone el tercer libro de la saga, precedido por De sangre y cenizas y Un reino de carne y fuego.

Después de haber vivido encerrada, sin voz ni voto toda su vida, Poppy se encuentra libre por primera vez en la vida. Libre en voluntad, libre en carácter, libre en voz y en esperanzas. Libre para aceptar la felicidad que el amor de Casteel le trae a su vida. Aún así, sigue siendo una pieza fundamental en un mundo partido en dos y Poppy sabe que tendrá que enfrentarse a los riesgos y a las misiones más peligrosas para poder liberar al hermano de Casteel y encontrar al de Poppy.

Hay algo que siempre me ha hecho gracia de los Legend of Zelda y es esa costumbre de cambiarle el nombre a los seres fantásticos que se conoce todo dios. Entiendo que ellos lo hacen para remarcar lo único que es su universo y poder jugar con unas normas distintas. Armentrout hace algo parecido, pero impulsada por el hecho de que si le cambia los nombres a esas criaturas y nadie explica qué diantres son hasta que las tenemos de frente, pues la sorpresa nos la llevamos. Consigue que al final no puedas fiarte de tu intuición cuando los personajes hablan de algún bicho nuevo y Armentrout de vez en cuando se aprovecha de eso y se ríe del lector en su cara. Pero sin maldad, no preocuparse.

Armentrout tiene una habilidad singular para jugar con las palabras, para crear ilusiones con los sentidos y desdibujar el relato para correr entre el terror y el cuento de hadas en cuestión de segundos. Aunque este es un rasgo que ha demostrado en títulos anteriores de la saga, Una corona de huesos dorados es el título que más se centra en las relaciones y vínculos entre personajes y menos en el drama de dos países a punto de colisionar. Que el entramado político, las puñaladas traperas, los discursos y las peleas siguen sucediendo, pero en un rango mucho menor.

La saga ha tenido contenido erótico desde el principio y casi siempre eran una forma divertida, voraz e inteligente de crear descansos en una trama de traición y secretos, como la de conocer en más profundidad a los personajes y los vínculos entre ellos. Este es el primer libro de la saga en el que las escenas de sexo me llegaron a aburrir. No porque estén mal escritas ni porque sean carentes de imaginación, más bien es porque suceden todo el rato. La primera mitad del libro bien puede ser casi toda de sexo. Ocurren algunas movidas, pero, en serio, es todo el rato. Al final la erótica acabó transformándose en una versión narrada del kamasutra para principiantes.

No importaba lo bien escritas que estuvieran, llegué a un punto en que me costaba avanzar en la lectura porque me aburría leer sobre Poppy y Casteel liándose a cada dos pasos sin que otros elementos de la historia tuvieran espacio para existir. Creo que al único personaje al que le permitieron tener una presencia más o menos igual de fuerte fue a Kieran y tengo claro por qué.

Sin embargo, cada vez que Armentrout volvía a las conversaciones intrigantes, las teorías conspiranóicas, los secretos polvorientos y putrefactos o los planes sin sentido, era casi imposible separarme del libro. Esa tensión está tan bien planteada y ejecutada que al llegar al final del libro me dolió no poder continuar leyendo. Armentrout lleva a toda la orquesta a toda leche durante las últimas doscientas páginas y cuando llegas al final finalisimo es como si la solista cantara a cappella hasta que lo único que se puede escuchar es su voz, incluso cuando ya ha dejado de cantar.

Para quien busque salseo pícaro y mamarrachería, este será su libro favorito de la saga. Aunque los temas de conflicto, guerra, la batalla entre el futuro y el pasado, apenas consiguen avanzar aquí consiguen prender la mecha de interés para el siguiente título: La guerra de las dos reinas.

 

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Carolina de León
Periodista, camarógrafa y escritora. Con muchas historias que ver, relatos que escribir y memorias que vivir.

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