La venganza se sirve en piña.
Por desgracia, es muy probable que muchos de los que estáis leyendo estas líneas hayáis sufrido episodios de acoso en algún momento de vuestra vida como estudiantes. Si habéis pasado por eso, sabéis lo horrible que pueden llegar a ser algunas de las situaciones que se viven dentro y fuera del entorno escolar, en una etapa en la que no tenemos las herramientas necesarias para defendernos y hacer frente a personas que, por un motivo u otro, deciden cebarse con los más “débiles” y convertir su día a día en un auténtico infierno.
Cuando oí hablar por primera vez de la premisa de Pinneapple: A Bittersweet Revenge justo antes de su lanzamiento en Nintendo Switch (también disponible en Steam), no pude evitar desconfiar del juego. ¿Un videojuego que nos pone en la piel de una persona que sufre bullying y que ha decidido acosar a su propio acosador? Al principio la idea no solo no me convenció en absoluto, sino que me generó rechazo pensar en defender la idea de acosar a alguien como forma de vengarse de lo que te ha hecho previamente.
Sin embargo, Pinneapple: A Bittersweet Revenge va un paso más allá y, lejos de limitarse a contar con humor cómo nuestra antigua acosadora empieza a pasarlo realmente mal según pasan los días, el equipo de desarrollo ha sido capaz de dejar un mensaje potente con el que sí he conectado, aderezado de mucho humor negro y situaciones absurdas que ayudan a encajarlo mejor.
Pero, ¿qué es realmente Pinneapple: A Bittersweet Revenge?
En la práctica, Pinneapple: A Bittersweet Revenge es una experiencia interactiva de algo menos de una hora de duración que bebe mucho de la fórmula de WarioWare, pero añadiendo escenas y diálogos entre prueba y prueba.
El juego se divide en varias fases de unos pocos minutos de duración, en las que iremos viendo los planes de la protagonista para fastidiar el día a “La bruja”, nuestra antigua bully. Así, por ejemplo, abriremos su taquilla en el vestuario del instituto para robarle sus cosas y dejar una piña en su lugar, nos colaremos en su casa y dejaremos una piña debajo de la almohada, o le abriremos el coche para, sí, dejarle un montón de piñas en el maletero. En cada una de esas fases tendremos que completar un minijuego de unos pocos segundos de duración, en los que básicamente habrá que pulsar un botón, introducir un código o mover el stick mientras buscamos un objeto concreto en una imagen.
Como decíamos antes, todas estas pruebas, diálogos y fases están repletas de un humor muy absurdo y negro que le sienta realmente bien a la propuesta, y que el equipo de Patrones & Escondites ha sabido introducir con acierto en los momentos clave del juego.
Dibujos de instituto
El otro pilar sobre el que se sostiene el juego es su apartado visual. A nivel artístico, tanto escenarios como personajes recuerdan muchísimo a los clásicos dibujos que podíamos hacer en nuestra libreta mientras ignorábamos a la profesora de matemáticas, con ese aire distraído y poco cuidado que encaja a la perfección con la temática del juego.
Por lo demás, el juego cuenta con textos en castellano, y queda claro que el equipo de desarrollo es español gracias a las referencias más o menos directas a Mortadelo y Filemón y otras tantas obras clásicas con las que hemos crecido los niños de los 80 y 90.
Conclusión del análisis de Pinneapple: A Bittersweet Revenge
Estamos ante una propuesta extraña y única que claramente no es para todo el mundo, pero que, quien conecte con su tono, mecánicas y estilo visual, disfrutará de una experiencia breve pero muy interesante.
Seguiremos atentos a los próximos proyectos del estudio porque, como mínimo, serán muy diferentes a lo que solemos ver en la industria
✔️ PROS: Su forma de abordar un tema tan delicado como el acoso escolar.
❌ CONTRAS: Extremadamente breve.
🎮 PLATAFORMAS: Steam y Nintendo Switch
