Mircea Cărtărescu

Una voz literaria de inmenso poder: expresiva, evocadora y sorprendente. Un teórico de la literatura cuyos extensos conocimientos en: historia de la literatura o técnica constructiva del discurso literario o interpretación del texto creativo o postmodernismo aplicado al texto construido, consigue transformar en un incalculable valor añadido impregnado en cada frase de cada texto de cada libro. Aquel al que todos consideran ya como el más serio candidato de las letras rumanas para conseguir, por vez primera en su sistema literaria, el Premio Nobel de Literatura. Y una voz susurrante en nuestro sistema literario español que, poco a poco, y desde que en 2006 publicase por vez primera ‘Por qué nos gustan las mujeres’ (Funambulista, 2006), ha ido consolidándose como una referencia ineludible para cualquier lector de paladar exquisito.

Mircea Cărtărescu (Rumanía, Bucarest, 1957) publicó desde entonces pocos libros además del ya nombrado: ‘El ruletista’ (Impedimenta, 2010), ‘Cegador’ (Funambulista, 2010), ‘Lulu’ (Impedimenta, 2011) y ahora ‘Nostalgia’ (Impedimenta, 2012). Todos ellos narrativa corta, muy representativa del estilo del autor, pero que nos sabe a poco cuando nos llegan los ecos tanto de su excelsa calidad como de su versatilidad como poeta o ensayista. Y es que a cualquier lector que acabe un texto de Cărtărescu puede pasarle, como me pasó a mí, que al terminar se junten la necesidad y la sorpresa y la ansiedad por la falta inmediata de nuevas inyecciones en vena de su literatura. El hombre se vuelve mono por unos momentos hasta que o nos calmamos o acudimos a la librería a saciar nuestra angustia.

He de añadir a «Nostalgia» a mi lista sentimental de los mejores libros que, a estas alturas de mi vida, haya leído jamás

Para este lector ansioso, el mérito más notable de Mircea Cărtărescu está en que, construyendo textos complejísimos cuya interpretación necesitan de un seguimiento atento y esquemas puestos negro sobre blanco modificados una y mil veces, consigue una lectura ágil y liviana. Casi parece, por momentos, que sea el texto de un conocido cualquiera, de un amigo que se dirige a ti para narrarte sus sentimientos o sensaciones o recuerdos.

La conexión sentimental con las narraciones de Cărtărescu no es una casualidad, existe un tono que habla directamente al oído de nuestra alma, existen unas historias que consiguen tocar el recuerdo íntimo o la cotidianidad de cada uno de nosotros. Lo más reconocible y accesible de su estilo le habla a nuestro subconsciente, a nuestro “yo íntimo”, a esa parte de nosotros más añorada, más cálida y más protegida: a nuestros recuerdos de la infancia, a los lugares mágicos dónde han tenido lugar los hechos importantes que nos han definido, a las personas que han pasado por nuestra vida dejando su marca indeleble en nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

Portada de Nostalgia, de Mircea CărtărescuEste diálogo con la parte interna de cada uno de nosotros es, también, un diálogo de Cărtărescu con esa parte de sí mismo. Lo onírico consigue que el texto sea, simultáneamente, un monólogo interior de la voz narrativa, un diálogo de la voz narrativa con el lector y, por supuesto, un monólogo interior del lector consigo mismo; provocándonos el traer al primer plano los recuerdos de nuestro “yo íntimo” que materializan y dotan de vida a sus historias. La literatura muestra cómo es posible una simbiosis perfecta entre creación y lectura, cómo la interpretación del texto leído provoca sensaciones y emociones a quién lee de indescriptible intensidad. Al tiempo que muestra nuestros recuerdos como esa nebulosa imprecisa de ensueño, a la que recurrimos de vez en cuando para recuperar el equilibrio de nuestra humanidad.

Precisamente, se nos habla en algunos momentos de ‘Nostalgia’ (Impedimenta, 2012) de los “arquetipos” y del “libro de los sueños” que la voz narrativa, constante durante todo el libro a pesar de su construcción fragmentaria, ha ido escribiendo a lo largo del tiempo. Una visión coherente con la psicología analítica junguiana que hace que veamos a la literatura de Cărtărescu como una vía de expresión del “inconsciente personal” (que, hasta este momento, hemos denominado conscientemente “yo íntimo”), proveniente de nuestras experiencias personales más íntimas -de ahí nuestra tramposa denominación, parte de nuestra personalidad, pero también por algo guardadas a buen recaudo en lo más hondo de nuestro inconsciente.

El fragmento más conocido de este libro es «El ruletista»

Todos los fragmentos oníricos contenidos en ‘Nostalgia’ (Impedimenta, 2012) corresponden a una misma persona, personalidad e historia de vida. De ahí que podamos situarnos espacialmente en los bloques de edificios de Ştefancel Mare y distinguir cada vez con más precisión su construcción y organización, de ahí que a pesar del muy distinto contenido de las historias presentes en la novela -porque para mí sí estamos ante una novela aunque cierta parte de la crítica considere este volumen como una colección de relatos- podamos ver figuras constantes en todos los relatos: el joven contador de historias que protagoniza el recuerdo de “El Mendébil” hace acto de presencia en otros textos (como en “REM”) con otras formas y otros nombres. Nuestra personalidad se define por un continuo consciente que evoluciona con el paso del tiempo (voz narradora), pero también a partir de una memoria íntima repleta de recuerdos fragmentarios.

Si bien es cierto que el fragmento de ‘Nostalgia’ (Impedimenta, 2012) más conocido y reconocido es “El ruletista” (publicado en formato libro por Impedimenta en 2010), también lo es que todos los demás fragmentos poseen una expresividad y una fuerza similares a éste. Porque Cărtărescu construye personajes con la fuerza de la sorpresa, en los márgenes de lo común, conjugando en equilibrio funámbulo entre la realidad y el sueño o entre lo posible y lo imposible. Véase, sino, cómo transcurren todos los relatos, progresando desde lo cotidiano hasta lo extraordinario, llevándonos de la mano desde lo más reconocible hasta lo más fantástico o, en términos junguianos, desde el “inconsciente colectivo” que a todos nos relaciona hasta el “inconsciente personal” que a todos nos distingue.

Te capta en la primera página y no te abandona jamás

El postmodernismo de Cărtărescu se percibe en su fragmentariedad, en su juego con los tiempos y los espacios, en su membranoso discurrir entre la realidad y el sueño, en la habilidad con que construye personajes caleidoscópicos -distintos en apariencia pero que son sin embargo el mismo en diversas formas, en su voz narrativa serpenteante y sibilina –quién para despistarnos se dirige a nosotros en tonos distintos, o en su querencia por la transmisión de sensaciones a través de figuras visuales (insectos, colores…). Transformando sus conocimientos de teórico de literatura en una lección magistral de insondables proporciones.

‘Nostalgia’ (Impedimenta, 2012) ha sido para mí una lectura embriagadora y subyugante. De esos libros que te captan en la primera página y ya no te abandonan jamás. Tan pegado me ha tenido a sus páginas que, en cierto sentido, he conseguido percibir esas semillitas que la voz narrativa esconde en cada relato para que sigamos sus recuerdos y su personalidad, a pesar de la aparente fragmentariedad y escasa relación entre cada una de las historias.

Publicado en octubre del año pasado, llegó hasta mí con el año enterrado pero, no por ello, me resisto a la tentación de incluirlo en mi lista de libros esenciales de 2012. Además de añadirlo a mi lista sentimental de los mejores libros que, a estas alturas de mi vida, haya leído jamás. Con Mircea Cărtărescu ha llegado un grande a la literatura contemporánea.

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Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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