
El fuego de la batalla es tan temible como las puñaladas traperas. El Reino de los Dioses está a punto de ser consumido por la guerra mientras Sera renace como la Verdadera Primigenia de la Vida. Nacida de sangre y cenizas es el último título de la saga Una sombra en las brasas, spin-off del universo De sangre y cenizas. La obra de Jennifer L. Armentrout publicada por Puck cuenta con la traducción de Guiomar Manso de Zúñiga y la portada de Luis Tinoco.
Las pesadillas pueden tener las zarpas más afiladas que la peor de las bestias. Aunque Sera logró escapar de Kolis y regresar con sus seres queridos, eso no implica que esté a salvo. Ni ella, ni nadie. No mientras Kolis siga en el poder.
Nyktos, la otra mitad de su corazón y de su alma, está cada vez más seguro de que Sera puede convertirse en la verdadera Reina de los Dioses. No obstante, no llegarán a ninguna parte si no logran convencer primero a las otras cortes para que los apoyen en su lucha por Iliseeum y el mundo mortal.
Sera está dispuesta a todo para ganarle la batalla a Kolis y sus retorcidas obsesiones. Sin embargo, con el Primigenio de la Muerte cada vez más fuerte y los secretos ardiendo por doquier, ¿sobrevivirán a al infierno de sangre y cenizas que se avecina?
De sangre y cenizas y Una sombra en las brasas suponen dos sagas que se meten en el dark fantasy hasta los codos. Lo que va desde la moralidad gris hasta cruentas escenas de pelea que ya le gustaría a Tarantino.
Pero también hay otros elementos ha tener en cuenta y que pueden herir la sensiblidad del lector. Agresiones físicas, verbales y psicológicas; escenas de manipulación y maltrato; muertes muy violentas y acontecimientos relacionados con la violencia sexual. En lo que respecta al fragor de la batalla, Armentrout da rienda suelta a la espectacularidad. Cuanta más sangre, vísceras y cabezas cortadas, mejor. Con los elementos relacionados con la mente, como pueden ser los traumas, es mucho más asertiva. Pese a ello, Nacida de sangre y cenizas tiene momentos duros que pueden ser complicados para algunos lectores.
Nacida de sangre y cenizas es una lectura de progresión lenta que busca dos cosas: despertar una rabia candente, pero duradera; y la redención de los fantasmas que evocamos para atacarnos a nosotros mismos. Producidos por la ira, la culpa, el odio, la pérdida y las esperanzas rotas, nos dejan sin ninguna línea de defensa. La novela busca un renacimiento a partir del propio individuo.
Armentrout se centra en afianzar lo que ya ha dado a conocer de los personajes para así cerrar tramas, relaciones y preguntas que necesitaban una respuesta antes del final. La única que trata activamente de cambiar es Sera debido a su nueva condición y título. Esto produce un choque con lo que quiere ser y la imagen que tiene de sí misma.
La autora trata con mimo y cuidado los traumas de la protagonista tras lo experimentado en toda su vida. La resolución y estado de Sera interviene e interactúa con las cicatrices del resto de personajes.
La historia tarda mucho en arrancar. Entre que Armentrout intenta refrescar los acontecimientos previos, crear un entorno que ubique el estado mental y emocional de Sera y las muchísimas escenas de sexo… Los ritmos de la novela son erráticos.
¿Ejemplo de ello? Tras un inicio lento, la novela pilla un sprint de conversaciones, sucesos, planes y puñaladas traperas. Las páginas cobran movimiento. Hasta que Sera vuelve a bloquearse. Así la historia se detiene y vuelta a empezar. Sin embargo, los periodos de pausa se reducen con el avance de las páginas y la trama se agiliza hasta coger velocidad y volar.
La novela puede dividirse en tres partes. Una mitad se centra en las conversaciones, planes, viajes de un lado para otro, y la acción política y bélica. Una cuarta parte cuenta con las escenas donde los sentimientos y pensamientos de Sera se ven atrapados en el barro de sus propios miedos, dolor y culpabilidad. Se encierra en sí misma, consumida por su propio trauma mientras finge que no pasa nada. Nacida de sangre y cenizas también podría llamarse «Bienvenida a su primera terapia, la psicóloga la espera». Armentrout trata este aspecto con mucho cuidado y sensibilidad, leerlo es esclarecedor, pero también doloroso.
El cuarto restante está ocupado por las escenas de sexo. Armentrout escribe ciencia ficción, fantasía, comedia. De todo. El elemento común de su obra suele ser la erótica. Esta misma saga hace gala de ello. No obstante, en esta novela en concreto hay tantas escenas que llegó a resultarme cansino.
Había escenas de sexo que servían para enfatizar y potenciar la conexión emocional y psicológica entre Sera y Ash. Estaban las que servían de cortina entre dos bloques narrativos muy contundentes y densos. Y también había muchas que estaban porque a Armentrout le encanta escribir sobre este par y se le estaban acabando las oportunidades. Lo que tiene ser el último libro de la saga.
Nacida de sangre y cenizas hace gala de todo un espectáculo emocional, fantástico y bélico para el esperado enfrentamiento entre Sera y Kolis. ¡Pero! También es la antesala para el gran evento que contendrá la siguiente parte de De sangre y cenizas.