Despiertas tras un tiempo en letargo, y descubres que tu estanque se ha vaciado. Tu misión consistirá en restaurar tu hábitat y descubrir nuevas especies de ranitas.
En marzo de 2025 un nuevo juego indie salió a la venta. Mudborne nos plantea una jugabilidad que, aunque emplea mecánicas ya vistas en el universo de los videojuegos, en su conjunción crean una apuesta única, haciendo de este título algo distinto.
Los desarrolladores, un estudio británico llamado TNgineers junto con ellraiser y Future Friends Games han creado un videojuego único que ya cuenta con una amplia comunidad de jugadores, destinando parte de los ingresos a ONG dedicadas a la conservación de anfibios y humedales.
Su premisa es entrañable
Aunque Mudborne no es un juego narrativo, parte de una historia sobre la cual se asienta su gameplay; controlaremos a una rana que ha despertado tras un largo período de hibernación, para descubrir que el estanque que habita está desierto.
¿A dónde han ido sus compañeros anfibios? Eso lo desconocemos, por lo tanto la misión principal de nuestro pequeño y verde héroe (aunque nuestra rana no tiene que ser necesariamente de este color) será restaurar el ecosistema a través de la genética y la exploración, siendo ésto último un elemento fundamental.

Un gameplay algo repetitivo
Si bien anteriormente comentábamos que la exploración es algo clave en este juego, puede resultar algo cansina.
El mapa donde se desarrolla el juego de Mudborne es el estanque gigantesco que debemos repoblar de ranitas, y para acceder a algunas zonas, debemos ir desbloqueando diferentes áreas.
Para esto, nos harán falta recursos que evidentemente se obtendrán explorando y a través de diferentes mecánicas, las cuales por suerte rompen el ciclo de exploración-recolección de recursos y hacen que jugar Mudborne sea algo más que un simple life-sim.

Por una parte, el empleo de la genética para crear variaciones nuevas de ranas, las cuales incluso podrán lucir un sombrero curioso. Para ello, también podrás emplear setas y otros recursos como el lodo mágico para producir, a su vez, otros utensilios con cuya interacción las ranas mutarán todavía más.
Igualmente, el jugar a ser dioses en este juego no se reduce simplemente a esto, pues cada rana tiene múltiples valores genéticos y el poder combinarlos de forma adecuada es necesario para desbloquear ciertas zonas del mapa y progresar en el videojuego.
Aunque el mapa sea “solamente un estanque”, podemos explorar dos mundos dentro de uno, pues saltaremos entre el mundo despierto y el soñado para acceder a áreas nuevas, pistas y mecanismos inaccesibles desde el mundo paralelo.
Por último, como casi cualquier juego con una progresión estructurada, a medida que avancemos podremos desbloquear habilidades nuevas, que aunque se presentan en un árbol de habilidades un tanto peculiar (pues es más bien un libro) no quita la sensación de haber mejorado.

Su apartado gráfico es inmejorable
Los juegos pixel art han vuelto para quedarse, no por limitación en el hardware sino por amor a un estilo artístico tan distintivo de una época ya pasada, como ocurrió en su momento con el lanzamiento de Sea of Stars.
El caso de Mudborne es uno similar; sus gráficos recuerdan inevitablemente a juegos clásicos de consolas como la SNES, aunque con un enfoque mucho más moderno y fresco, acorde con los tiempos en los que se ha producido, como resulta lógico.
No obstante, esto no le resta personalidad, pues ni hay juegos de temática similar en las consolas de aquella época y todos estos elementos, unidos a la música ambiente, acompañada de los sonidos propios del clima del estanque, crean una experiencia única difícilmente replicable por otro juego.
Sus aspectos no tan positivos
Comenzar a jugar Mudborne es una experiencia comparable a una montaña rusa.
Cuando inicias la partida por primera vez, todo es maravilloso porque la premisa del juego así lo es, pero en cuanto debes comenzar a interactuar con los elementos del estanque todo se convierte en un rompecabezas.
Los controles no me han resultado nada intuitivos, ni con mando ni con teclado y ratón, además, como no existe un tutorial como tal, sino más bien una charla inicial con otra rana, que actúa a modo de comerciante, todavía me parece más complicado.
Una vez superado el primer “shock inicial”, al salir al estanque la cosa se complica aún más.
Los elementos que ofrecen información en la pantalla son demasiados, tanto que resulta abrumador. Como es evidente, no espero que la experiencia al jugar a Mudborne, sea tan inmersiva como un juego del estilo Elden Ring, pero creo que hay un límite de información que debería mostrarse al jugador y este juego lo sobrepasa por completo.

Una cuestión que me ha sorprendido es que cuando eliges cambiar el juego de idioma, el español lo representan con una bandera de México, aunque se llame “español” y en total existan más de 20 países de habla hispana.
Es una cuestión sin mayor importancia, pero cuando quieres acceder al mayor público posible de jugadores, no informarte bien a la hora de cuestiones del idioma como estas pueden hacer fruncir el ceño a más de uno dentro de la comunidad.
Conclusión
Mudborne es un juego que, pese a ciertos tropiezos en la accesibilidad y en el diseño de la interfaz, consigue brillar gracias a su propuesta fresca y entrañable. Su mezcla de gestión, exploración y manipulación genética da lugar a una experiencia distinta, que aunque puede resultar repetitiva en algunos tramos, se sostiene gracias a su apartado artístico, su atmósfera y la originalidad de sus mecánicas.
No es un título perfecto, pero sí demuestra que los estudios independientes aún tienen mucho que aportar al panorama actual de los videojuegos. En definitiva, Mudborne es una aventura peculiar y con mucho corazón, que probablemente dejará huella en quienes se atrevan a sumergirse en su estanque.

✔️ PROS:
Muy relajante y poco exigente
Muchas actividades para realizar
❌ CONTRAS:
Poco intuitivo
Demasiado complicado al principio
🎮 PLATAFORMAS: PC
























