Los Mitchell contra las máquinas

Cada vez soporto menos las películas ñoñas. No sé si es por la edad o porqué, pero me duele el alma cada vez que veo una; es como si sintiese el tiempo de mi vida escaparse por el aire. Con ‘Los Mitchell contra las máquinas’ (Netflix, 2021) ha habido momentos que lo he sentido intensa y claramente, mientras que en otros momentos no tanto. Eso es por la extraña característica del guion de mezclar referencias y homenajes a internet y sus memes, con una trama y diálogos al público infantil buscando “captar” por igual a progenitores y progenie.

Sin embargo, a las historias y al lenguaje cinematográfico nunca le ha sentado bien la ambigüedad o el moverse entre dos aguas o el estar en misa y repicando; a esta película tampoco. Para los progenitores, el lenguaje infantil y la bobería edulcorada se hace especialmente indigesta al elevadísimo nivel que aquí se exhibe. Para la progenie, los momentos de incomprensión de las referencias adultas son un paréntesis que, aunque breve, es suficiente para sacarlos de la película.

La historia de ‘Los Mitchell contra las máquinas’ no sorprende y a veces roza el absurdo

La historia principal tampoco acompaña. Al enésimo intento de defender la familia le falta una historia suficientemente creíble y la historia de las máquinas, siendo divertida, parte la película en dos. Por un lado, la relación padre-hija como motor de la historia, ese descontento e incomprensión entre ambos, ese partir la relación entre la vida “natural” y la vida “en las redes”, y el “síndrome del nido vacío”, están muy bien traídos y, en cierto sentido, tienen aquí un enorme potencial desaprovechado.

Porque, por otra parte, la “rebelión de los robots” es una historia plana, absurda en no pocos aspectos, mal planteada y también, garrafalmente desaprovechada. Ya no se trata solo de que parezca que se ha pensado que el público infantil tragaría con cualquier tontería que se le ponga delante, sino que además para construir esta historia ridícula han malogrado otra con un gran potencial. ¿En serio no podrían haber hecho algo divertido, con otro enfoque, que impidiese semejante estropicio?

Los dos robots simpáticos, de hecho, intentan funcionar como ese eslabón entre ambas historias y tampoco funcionan. Su disfuncionalidad debería servir para justificar su presencia pero… nada. Tampoco los demás miembros de la familia Mitchell parecen hacerles demasiado caso. ¿Qué pintan ahí?

La tenía pendiente y hace tiempo quería verla, pero una vez acabada tampoco me ha supuesto nada nuevo o sorprendente. Es una diversión momentánea, un entretenimiento pasajero que tiene momentos divertidos, pero poco más. La historia no sorprende, a veces roza el absurdo y da la sensación de que podía haber sido una obra mucho más original y de mayor calidad con otro enfoque. La quité de mi lista y dudo mucho que vuelva a verla. Cumplió con su cometido. Punto.

Nota: 5/10

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Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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