La leyenda de la serpiente blanca es una novela plagada de resentimiento enquistado, malos entendidos y explicaciones que llegan mal y tarde. Aún así, desprende una ternura difícil de equiparar. El título de fantasía de Sher Lee llega con la traducción de Tatiana Marco Marín y la editorial Puck.
La vida del príncipe Xian se vio marcada por la venganza a una edad prematura. Desde el momento en que sufrió la mordedura de una serpiente blanca, su madre se vio condenada a una muerte lenta.
Xian nunca ha dejado de buscar un antídoto, incluso si eso significa dar caza a la misma serpiente que le torció la vida a su familia. Con el tiempo en contra, viaja a la ciudad de Changle siguiendo la profecía del oráculo. Pero en lugar de la solución a sus problemas, se encuentra con Zhen, un joven que lo intriga.
Pese a que se sienten irremediablemente atraídos el uno por el otro, Zhen guarda un secreto capaz de desmoronar todo lo que conocen.
La historia está constantemente buscando el equilibrio, desde los detalles más pequeños a los más grandes actos. Es una necesidad que repercute en todos los personajes.
No obstante, los sucesos y cambios instaurados por recuperar el equilibrio universal rara vez tienen que ver con la justicia o, siquiera, lo razonable. Mucho menos si se contempla el escenario desde una perspectiva individual en lugar de colectiva. Lee insiste con frecuencia en este concepto a través del dolor, la felicidad, el arrepentimiento o la rabia.
El amor se convierte en el gran hilo conductor de la novela, tanto en lo positivo como en lo negativo, regresando al equilibrio de todo. El afecto que Xian siente por su madre le da la perseverancia para mantenerse en pie, aún si en el proceso se está envenenando por dentro. El apego de Zhen por la vida y los humanos lo impulsaron a tomar una decisión precipitada, y dedica cada instante a intentar reparar su falta.
Es el amor que ambos descubren por el otro el que expone viejas heridas, crea nuevas esperanzas y pone en riesgo todo lo que consideraban real.
Los acontecimientos, vistos de forma aislada y parcial, dan pie a muchas conjeturas, problemas y sentimientos encontrados. Algo irracional visto desde fuera, pero que cobra todo el sentido del mundo ante la visión tan sesgada del mundo que tienen ambos protagonistas. Tanto por falta de información, perspectiva, madurez o por unos sentimientos enredados con todo lo demás.
Según las circunstancias se van aclarando, también lo hacen los prejuicios, aunque eso no facilita las decisiones que los protagonistas tienen que tomar.
Lo único que no termina de convencerme es el desarrollo del personaje antagonista. Lee trata de esconder cualquier pista relacionada el mayor tiempo posible, en busca de aprovechar al máximo el factor sorpresa. Sin embargo, esa decisión conlleva riesgos. Cuando finalmente se descubre todo, el resultado queda abrupto.
La novela ahonda en cuestiones como el derecho y el deber, así como la fortuna predefinida y el destino que se labra uno mismo. Cuestiones complicadas y enmarañadas en un equilibrio tan frágil como eterno. ¿Son tus sentimientos lo bastante fuertes para batallar contra una ley universal? ¿Serías capaz de vivir contigo mismo, feliz, aún cuando el universo te reclama lo contrario? ¿No es la propia integridad moral de la persona lo que delimita esto?
La leyenda de la serpiente blanca cuenta con una historia de venganza y esperanza, de amor y rencor; con una dulzura y sensibilidad difíciles de plasmar.
