H.P. Lovecraft

El extraño caballero parecía sacado de otro tiempo: solitario, noctámbulo; raro en el vestir, en el comer, en el gesto; con una mirada inhabitual, el extraño caballero parecía por momentos alejado del género humano, aunque al instante siguiente podía vislumbrarse tras su máscara atisbos de una profunda humanidad forjada en las solitarias horas de lectura.

Nunca buscó fama o fortuna, puesto que un caballero no se entrega a esos objetivos mundanos, y pese a múltiples adversidades -las más de ellas fruto de su peculiar carácter y constitución- consiguió que su nombre y su obra pasasen a la posteridad como uno de los más grandes escritores de terror: H.P. Lovecraft.

Nacido en 1890, en Providence, estado de Rhode Island, región de Nueva Inglaterra, el joven Lovecraft fue un niño inteligente, víctima de la sobreprotección de su madre, lo que marcaría el resto de su existencia, forjando una personalidad hipersensible y extremadamente maniática y obsesiva.

La temprana muerte de su padre, al parecer por sífilis, dejará la formación de Howard en manos de su madre, sus tías y su abuelo materno. Y es a este último a quien hay que agradecer el temprano amor de Howard por el conocimiento y la literatura. Sin duda su magnífica biblioteca incitó a su natural genio a ejercitarse desde su infancia, asentando los sólidos cimientos en los que construiría su particular cosmogonía (y, por ende, cosmología).

Dueño y señor del más preciado tesoro (la biblioteca de la casa familiar), pasó buena parte de su infancia entregado a la lectura de los grandes clásicos, cultivando su desbordante imaginación, armándose de los pertrechos necesarios para su elaboración literaria.

Cierto es que estas circunstancias personales y familiares lo hicieron tímido y huraño frente a los demás niños, forjando una fama de raro e incomodándolo en ciertos momentos. Porque lo cierto es que el joven Lovecraft no tenía demasiadas habilidades sociales… ni falta que hacía.

H.P. LovecraftYa desde muy joven comenzó a escribir, a imaginar mundos y ambientes distintos de los de su Nueva Inglaterra natal y a sentar las bases de su propio estilo, un estilo muy personal que apoyándose en el cuento gótico lo superará ampliamente.

Su débil salud y sus tendencias obsesivas, con frecuentes episodios depresivos y de angustia, le impedirían recibir una educación regular, pero no abandonará nunca la literatura.

Dos episodios conmueven profundamente su conciencia en esta época de infancia y juventud: la muerte de su abuelo materno, con consiguientes problemas económicos, y su fracaso escolar, que le impidió dedicarse profesionalmente a la astronomía, una de sus pasiones.

H.P. Lovecraft se consideraba a si mismo un caballero y como tal se conducía, manteniendo unos estándares de comportamiento alejados del ciudadano medio. Sirva como ejemplo dos peculiaridades de nuestro extraño caballero: la literatura no podía ser sino una afición de tal manera que –alejado de todo afán mercantilista- el caballero que realiza una elaboración literaria lo hace por mero placer y nunca por dinero; un caballero siempre responde a sus cartas (Lovecraft mantuvo una descomunal correspondencia de la que se conservan miles de cartas).

Aunque tras la muerte de su madre en 1921 la economía familiar se resintió profundamente, H.P. Lovecraft no dejó la literatura, aunque se vio obligado a colaborar con otros escritores, corrigiendo sus manuscritos a cambio de modestas cantidades que le permitían sobrevivir económicamente.

Es en esta época cuando entra en contacto con August Derleth, Robert E. Howard, Frank Belknap Long, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, etc. Jóvenes escritores que contribuirían con sus escritos a poblar el territorio del llamado Horror Cósmico, colaborando con su prosa en la creación del peculiar panteón lovecraftiano y particularmente de los conocidos como Mitos de Cthulhu.

Lovecraft, aunque influido por Poe, Dunsany y Machen, entre otros, plasmó su aberrante panteón a través de un estilo cuajado de adjetivos que subyugan al lector, creando una tensión psicológica que no necesita de sangre o casquería barata para generar terror y plasmar el horror, puesto que recurre a los más antiguos miedos de la Humanidad. Con su verbo, el extraño caballero conmueve nuestra conciencia agitando los más profundos temores del ser humano.

Lo cierto es que tanto su construcción literaria como su concepción del terror es sobrehumana ya que abandona el antropocentrismo, puesto que el hombre deja de ser el centro de la creación y los temores que la acechan no son los horrores que crean otros hombres sino un horror más antiguo y ajeno a la Humanidad, un horror que nos sobrepasa y donde el hombre es algo pequeño y débil frente a las fuerzas antiguas e insondables de los Dioses Primigenios.

En esta creación del Horror con mayúsculas, se plasman también las más profundas convicciones y fobias personales de Lovecraft: su ateísmo le hace concebir un panteón inhumano y por tanto alejado del monoteísmo; su aversión por el pescado y por el mar le lleva a situar en el mar la fuente del mal y a dotar de rasgos de pescado a algunos de sus personajes deshumanizados o subhumanos; su racismo (rasgo cultural frecuente y habitual en los norteamericanos blancos de la primera mitad del siglo XX) le lleva a considerar degenerados o subhumanos a orientales y africanos, muchas veces con rasgos de animalismo o brutalidad sacados de los tópicos más vulgares del racismo y aislacionismo estadounidense.

Otra característica de su obra es la capacidad para crear ambientaciones opresivas partiendo de escenarios de los más normales. Se apoya en localizaciones de su Nueva Inglaterra natal para construir sus obras, siendo capaz de transmitir angustia, temor, etc. en escenarios cuajados de tejados holandeses o viviendas de estilo georgiano; transmitiendo con su prosa un temor antiguo y moderno a la vez.

H.P. LovecraftSi bien sus circunstancias personales, su extraño carácter y su visión clasicista de la vida, influyen en su obra, no podemos tampoco dejar de tener en cuenta la influencia de su marco histórico, particularmente un cierto pesimismo o catastrofismo resultado de la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, unidos al racismo y odio al inmigrante y el temor al enemigo asiático, plasmación quizá de la fobia anticomunista que comenzaba a calar en los Estados Unidos.

Aunque genial en muchos aspectos y distinto en otros, el extraño caballero no dejaba de ser un hombre de su tiempo que, aunque tímido y asustadizo, tenía muchos de los vicios y virtudes de sus coetáneos.

Entre sus obras destaca especialmente, además de los mitos de Cthulhu, alrededor de los que se construye toda una corriente literaria, el haber creado el libro inexistente más citado: el Necronomicón, referenciado en múltiples obras y que ha sido también empleado por otros autores. Además, no debemos olvidar obras tan memorables como El caso de Charles Dexter Ward, En las Montañas de la Locura (continuadora de la Narración de Arthur Gordon Pym de Poe), Herbert West reanimador (relato destrozado en su adaptación al cine), Las aventuras oníricas de Randolph Carter…

Aunque tímido, nuestro caballero conoció el amor y se casó con Sonia Green, con quien se trasladó a Nueva York, sociedad más cosmopolita y dinámica que su Rhode Island natal, donde entra en contacto con inmigrantes muy diversos, lo que le impactó hondamente.

Su matrimonio duró poco y finalizó de mutuo acuerdo, regresando a Providence, de donde no volvería a salir salvo viajes ocasionales. El extraño caballero del horror murió el 15 de marzo de 1937, tras unos últimos años en la penuria, dejando una obra impactante que ha influido en autores tan prestigiosos como Borges, creando todo un marco referencial para el género de terror en literatura, cine y videojuegos.

En nuestro país su obra ha sido publicada por Alianza Editorial, Edaf, La Factoría de Ideas y Valdemar, además de la publicación de diversos libros relacionados con su obra en otras editoriales, biografías (destaca poderosamente la escrita por Sprague de Camp y publicada por Valdemar), etc. Sobran por tanto, en nuestro país, posibilidades de acceso a la obra de un caballero que quiso asombrarnos con su fértil imaginación y por quien es imposible no sentir admiración e incluso afecto: el extraño caballero, maestro del horror.

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