Volvemos a encontrarnos con Clap Hanz y Japan Studio en un nuevo Everybody’s Golf. Con el reinicio del nombre y que han pasado seis años desde el último, casi es fácil olvidarnos que estamos ante la séptima entrega de la saga, sin contar los Tennis ni los dos Portable. El motivo detrás de ello ha sido aprovechar que eliminan la denominación Hot Shots norteamericana para lanzar de forma global el juego bajo la denominación que ya conocemos en Europa.

Nomenclaturas aparte, está claro nada más verlo que este exclusivo de PlayStation 4 no ha perdido ni un ápice de su personalidad. Estamos una vez más ante un arcade que, si bien es fiel a las reglas fundamentales del deporte, lo hace desde una perspectiva desenfadada donde prima la jugabilidad y la sensación de progresión por encima de todo.

Por resumirlo en un párrafo y a la vez compararlo con otras sagas más cercanas a la simulación: en estas últimas comenzamos con unas puntuaciones horribles, intentando embocar como podamos a golpe de fallar decenas de putts cercanos, hasta que, varias horas y un par de llantos después, conseguimos algún par. Aquí conseguimos hasta Eagles en la primera hora de juego, gracias a que las condiciones de los primeros hoyos en el modo offline son muy benevolentes para, poco a poco, ir aumentando la dificultad con viento, lluvia, agua y búnkeres por todas partes, árboles puestos a mala idea, etc.

Everybodys Golf

Esto no significa que sea excesivamente fácil, sino que la progresión esta basada más en un sistema de recompensas. Como novedad en esta edición, según vamos dando buenos golpes con cada palo, este sube sus estadísticas y por tanto, la fuerza con la que podemos lanzar, el desvío de la bola, etc. Lo que nos permite, en los primeros campos, realizar Birdies e Eagles como si nada. La cosa es que en los campos avanzados esto no será suficiente y primará más nuestro control, evitar lugares peligrosos, compensar la climatología adversa, intentar embocar en hoyos más pequeños de lo normal, con tees largos y un largo etcétera. Además, según vamos jugando, ganaremos cientos de prendas de ropa, aspectos y complementos diferentes para nuestro jugador, subiremos de nivel y accederemos a más campos y a rivales más complicados. Como veis, parece que estamos hablando más de un juego de plataformas que de uno de golf.

Sin embargo, que no os engañe: si bien para dar un golpe solo hace falta concentración y precisión a la hora de lanzar, tendremos una cantidad de opciones de personalización a la altura de cualquier simulador: no solo los diferentes hierros y maderas, también datos sobre la inclinación del green, fuerza del viento, distancia estimada de golpe o desvíos por la propia inclinación del terreno donde está nuestra bola. De hecho, todos estos datos y unos cuantos más aparecen todos juntos en una interfaz demasiado saturada que, como asignatura pendiente, habría que pensar en limpiar para la siguiente edición.

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El sistema de golpeo es el clásico de tres pulsaciones, que llevamos viendo décadas. Una para levantar el palo, otro para decidir la potencia y otro para golpear. Si somos un poco hábiles con este tipo de control conseguiremos buenos resultados desde el principio, al menos en los primeros rangos. Funciona bastante bien y no tiene ningún misterio. Un buen golpe se basa en compensar la supuesta fuerza y dirección que vamos a conseguir con el palo por los factores externos que lo pueden modificar como el terreno, el viento o la diferencia de altura entre superficies.

A todo ello se suma un par de golpes especiales, muy arcade, que sinceramente creo que no son necesarios y aportan poco, aparte de una artificialidad en el juego que tampoco hace más divertido el resultado. Al menos, son relativamente difíciles de conseguir y no los veremos muy a menudo. Me refiero a golpes especiales con un efecto parabólico exagerado y otros que, al golpear el banderín desde fuera del green, cosa que ya es complicada de por sí, la bola de repente gira, vuela o en general se introduce en el hoyo mediante esta especie de poderes.

Quitando este pequeño exceso en sus facetas arcade, la jugabilidad es muy acertada e indicada sobre todo para aquellos menos puristas del golf, pero que quieren divertirse con un buen juego deportivo sin que la frustración de no acertar un golpe en las primeras horas de juego nos afecte. Pero como decía antes, tampoco es un juego sencillo.

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En cuanto a modos de juego tenemos los de un jugador y los multijugador, obviamente. Se recomienda empezar con el modo offline de un solo jugador, ya que deberemos aumentar nuestras estadísticas y las habilidades con los palos para poder si quiera pensar en competir en online.

En este modo, algo repetitivo a largo plazo pero bastante adictivo, tenemos que subir de rango mediante partidas de nueve o 18 hoyos para ganar experiencia y que así nos salga un personaje de duelo que nos rete a un partido con reglas específicas. Una vez vencidos tres de ellos, subimos de rango y de dificultad, adquiriendo no solo ropa nueva, sino los diferentes campos disponibles, un total de cinco completos más dos que por desgracia solo podemos desbloquear mediante un DLC.

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Este arduo camino por los diferentes rangos es bastante gratificante, ya que las recompensas y mejoras son continuas y los campos van cambiando de reglas todo el rato: hoyos grandes, normales, pequeños o los tornado, que succionan la bola en cuanto se acerca al hoyo y que se corresponden al nivel más sencillo; tees estándar o largos, viento, lluvia, momento del día, campos invertidos, penalizaciones, etc. Todo esto consigue, al menos parcialmente, que no se vuelva tan repetitivo repetir los mismos hoyos una y otra vez hasta conseguir desbloquear otro de los campos.

Los duelos tienen además sus propias reglas y ayudan a dar un poco más de variedad y vidilla al asunto, pero, salvo algunas excepciones, son partidas cortas y bastante sencillas de superar, hasta que lleguemos al rango 5 donde de repente se vuelven bastante invencibles.

Así, a golpe de hierro y madera, vamos subiendo clasificaciones y mejorando nuestra fuerza y control, a la vez que vamos conociendo bien los diferentes campos. Es el momento de pasar al modo online. Hay dos variantes: Campo Abierto y Disputa Territorial.

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La estructura de los campos es más «abierta» que el modo de un jugador desde el principio, ya que una vez elegimos la localización, podremos recorrerla libremente, a pie o en carro, buscando monedas o acercándonos al tee de uno de los hoyos para jugar en él. Hay varias opciones de juego pero en el campo libre no se requiere una interacción con el resto de jugadores más allá de competir a ver quién lo hace mejor. Todos lo hacen extremadamente bien, por cierto, superando los 20 puntos bajo cero con facilidad en los 18. Por eso comentaba que es mejor empezar por el offline.

La diferencia entre ambos modos de juego es que en Disputa Territorial tenemos dos equipos que tienen que ir ganando hoyos contrarreloj, algo bastante entretenido de jugar pero bastante estresante también. El modo Campo Abierto es más un paseo por los hoyos, a ver qué tal lo hacemos contra otros jugadores. Aparte, tenemos un modo multijugador local al que podemos jugar con un solo mando por turnos, y un modo libre donde elegimos tanto el campo como las condiciones sin mayor complicación.

Fiel a su estilo, Japan Studio y Clap Hanz optan por un acabado técnico cartoon en esta nueva entrega, como no podía ser de otro modo. Los campos, dotados de cierto realismo en su modelado y texturas, están ubicados en lugares tan excéntricos como un archipiélago o un cañón en medio del desierto, lo que como imaginaréis no pone las cosas fáciles. Salvo el primero, que es bastante soso y sin mucho carisma, el resto están diseñados con gran acierto e imaginación. Una pena que sean tan pocos, a estas alturas tener cinco campos en total es poco contenido por mucho que se disimule con las diferentes reglas y condiciones de clima.

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Las físicas y animaciones son correctas, aunque me sigue chocando que haya tanta diferencia en el golpeo entre estar en calle o en semi-rough. Otro aspecto a pulir es la detección de obstáculos. En algunas situaciones, cuando el golpeo no nos sale bien, acabaremos al lado de un árbol u otro elemento que nos impide golpear. Muchas veces el propio juego nos permite ubicar automáticamente nuestra bola en otro lugar, pero muchas otras no. En estas ocasiones, no nos queda más remedio que declarar injugable la bola, añadiendo así un golpe de penalización a nuestros resultados.

Los personajes que pululan por los campos están realizados de forma simpática, pero quizá con poco detalle para las capacidades técnicas actuales. No digo, en ningún caso, que deban sustituirse por modelos realistas; el cartoon es parte de la identidad de la saga y le va muy bien a su estilo de juego. Sin embargo, algo más de detalle o un mejor tratamiento de las animaciones les ayudaría a integrarse mejor en los entornos. Cabe destacar que los veremos correr de un lado a otro continuamente y lanzarán junto a nosotros, sin afectar a nuestro juego en ningún caso. A mi entender es un punto positivo que da vida a un deporte que suele ser muy solitario, como los rallies, pero es cierto que a veces distraen.

Resumiendo un poco, el apartado técnico es adecuado y agradable pero no cumple con las expectativas de un juego de 2017. Queda un poco relegado a segundo plano gracias a que su jugabilidad es más que buena, pero no veo justificado que se hayan realizado tan pocos campos. Lo cual es una pena porque los que hay son muy buenos.

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No he comentado antes que aparte de jugar al golf, podemos hacer carreras con nuestros carros o pescar en las diferentes zonas de agua que nos encontramos, siempre que no estemos en mitad de una partida. No es que se me haya olvidado, pero es que precisamente esa es la sensación que produce: lo pruebas una vez y ya no más. Al final ni te acuerdas que puedes pescar.

Volviendo a temas más técnicos, Everybody’s Golf viene en perfecto español, tanto textos como voces, bastante bien trabajadas, aunque en un juego de este tipo hay muy pocos diálogos. Pero se ha hecho un esfuerzo en traducir y explicar bien los diferentes términos técnicos del golf que es de agradecer y gracias a ello todos los que quieran pueden introducirse un poco más en los entresijos de este deporte. La banda sonora es bastante agradable, con melodías suaves y relajantes bastante acordes con cada uno de los campos. Un aspecto curioso es que cuando llueve, no suena ningún tema, solo la lluvia.

En resumen, un juego para todos. Everybody’s Golf vuelve a estar centrado en una gran jugabilidad, sencilla de aprender, pero más difícil de dominar, en unos campos atractivos pero insuficientes. Merece la pena tanto para aquellos fans de juegos de este deporte como para iniciados que simplemente quieren divertirse un rato sin muchas complicaciones. Un buen ejemplo de lo que debe ser un arcade.

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