

El caballero de los siete reinos de George R.R. Martin, con la traducción de Jofre Homedes Beutnagel, llega a librerías en una nueva edición de la mano de Plaza y Janés.
Es una colección de tres cuentos situados cien años antes de la historia que conocimos en Canción de hielo y fuego.
Estos tres relatos están protagonizados por Ser Duncan El Alto. Un caballero errante recién armado, que tras la muerte del hombre que le formó tiene que buscarse la vida.
Le acompaña su joven escudero, Egg. Un niño calvo por decisión propia, las razones las conoceremos más pronto que tarde, que tiene la lengua muy larga.
Los dos forman una pareja, que aunque físicamente no se parecen en nada, se dan un aire al hidalgo Don Quijote y su pareja de aventuras Sancho Panza.
Durante su viaje a lo largo de poniente hacia el muro, vivirán diversas situaciones que les pondrán en más de un compromiso.
En El caballero errante, el primer relato de El caballero de los siete reinos, tendremos el primer contacto con nuestros protagonistas.
Ser Duncan nada más enterrar a su mentor llega a Vado Ceniza. Allí aunque con la intención de participar en un torneo se verá envuelto en una disputa.
En el segundo relato, La espada leal, ya al servicio de un señor tendrán que resolver un conflicto con la señora de las tierras colindantes.
En el último cuento del libro, El caballero misterioso, Ser Duncan y Egg llegan a Murosblancos. Allí se celebra una boda en la que algo se está tramando.
A lo largo de estas tres narraciones seremos testigos de la gran evolución que sufren los dos protagonistas.
De cómo su relación de trabajo se va convirtiendo en una amistad indestructible. Llena de cariño, lealtad y respeto mutuo. El caballero de los siete reinos es, en definitiva, una historia de compañerismo.
Ser Duncan es un hombre pobre que solo posee su armadura y el caballo en el que monta. No obstante durante todo el libro nos da lecciones de honradez y honor. Por mucho que le tienten con regalos o poder, su único objetivo es juramentar su espada a un señor honesto e íntegro.
Cosa harto difícil en los tiempos que corren en los siete reinos.
Aunque estoy francamente enfadada con George R.R. Martin por no terminar de escribir Vientos de invierno y cerrar de una vez Canción de hielo y fuego, me ha gustado volver a esos mismos escenarios.
Ha sido divertido conocer a los antepasados de los protagonistas de Juego de tronos. Hacer cábalas sobre quién es quién.
Si bien se me ha hecho pesado en algunos puntos. No por la narración o el desarrollo, si no porque el autor nos presenta a tal cantidad de personajes. Hay momentos en los que nombra a tanta gente que me he hecho un poco de lío.
El caballero de los siete reinos es ante todo una novela de caballería. La magia no tiene cabida, aunque si se habla de los dragones de los Targaryen un poco por encima.
Debo hacer una mención especial al ilustrador de la novela Gary Giani. Uno de los mejores artistas de mundos de fantasía.

La novela está repleta de ilustraciones. Yo no las he contado, pero en la sinopsis nos señalan que son más de ciento sesenta.
La verdad es que es raro la página en la que no te encuentras una imagen aunque sea pequeña.
Mientras leía el libro y buscando a veces árboles genealógicos de las familias más importantes para saber quiénes eran (ya os digo que a veces me perdía), me he enterado de que se está grabando una serie basada en las aventuras de Ser Duncan El Alto y Egg.
Ahora me han entrado ganas de revisionar Juego de Tronos y estar preparada para cuando se estrene El caballero de los siete reinos.























