La industria del videojuego evoluciona con el paso del tiempo, cambia y se transforma para adaptarse al gusto de los consumidores, y a las exigencias de la cultura de la época contemporánea. Los juegos van y vienen, y con ellos, también los géneros que éstos abrazan. Cada estilo de videojuego tiene su época dorada, y la del J-RPG, queda ya tan lejos que incluso hay que remontarse dos o tres generaciones para rememorar a los últimos grandes del género. Mientras que otros han sabido adaptarse a los tiempos modernos, prueba de ello es el resurgir de las aventuras gráficas, los tiempos de los combates parecen cada día más olvidados, quedando relegado por debajo de los Action RPG incluso en las franquicias más características de este estilo de juegos. ¿Os suena el caso de Final Fantasy?

Por suerte, cada cierto tiempo aparece un rayo de luz, una muestra de que el J-RPG tradicional no ha muerto, y que todavía queda cabida para propuestas cómo Resonance of Fate, que pronto volverá en forma de reedición, y Dragon Quest XI, el título que nos ocupa. Un juego que tiene claro lo que busca, no por nada es una saga con 30 años de experiencia en el género, devolvernos a la época dorada del J-RPG y hacernos sentir cómo si volviéramos a un lugar que no recordábamos que añorábamos tanto, nuestra propia casa. Dragon Quest XI Ecos de un Pasado Perdido es clásico hasta decir basta, y recupera todo lo que debería tener un título de rol con combates por turnos tradicional, tanto lo bueno cómo lo malo. Desempolvar vuestras espadas y vuestros boomerangs, armaros con vuestras armaduras, nos espera una gran aventura. Que empiece la fanfarria.

En Dragon Quest XI, nos introducimos en la piel de un príncipe, que cuándo era un bebé es abandonado en un río y es recogido por un anciano. Tras alcanzar la edad adulta, descubriremos que la marca de nuestra mano es prueba de que somos la reencarnación de un héroe de leyenda denominado el Luminario. Lo que nos hará partir en busca del rey en busca de respuestas cómo comienzo de una aventura que nos llevará a explorar la tierra de Erdrea enfrentándonos a todo tipo de peligros, y a muchos, muchos Limos. La historia de Dragon Quest XI sigue el clásico esquema del Elegido que salva el mundo de un gran villano, sin embargo, sin salirse de la sencillez usual de los argumentos de la franquicia, la historia está escrita con gran mimo, y está cargada de giros de guion que nos ayudarán a no perder el interés cuándo creamos que ya sabemos lo que ocurrirá, incluso en los primeros compases de la historia. El argumento equilibra perfectamente los toques humorísticos con los sentimentales, santo y seña de la franquicia desde sus comienzos.

El esquema de la obra de Square Enix se ciñe casi estrictamente a todos los dogmas del género, llevándonos por zonas importantes interconectadas con laderas y valles por los que podremos desplazarnos tanto a pie cómo a caballo, cargados de enemigos, ítems que recolectar y rutas alternativas que servirán tanto para explorar mazmorras adicionales, cómo para acceder a zonas dónde resolveremos misiones secundarias. Los enemigos pulularán por el escenario con total tranquilidad, pero si nos acercamos demasiado llamaremos su atención y comenzarán a perseguirnos, haciendo entrar en una zona de combate en caso de entrar en contacto con ellos, pudiendo comenzar el combate con ventaja si les damos un golpe antes de que ellos nos alcancen a nosotros.

Los combates también se ciñen al esquema más clásico de los J-RPG por turnos, y benditos sean. Dispondremos de un menú con opciones básicas cómo atacar, usar magias, habilidades, defensa, objetos y huir, pudiendo acceder a ataques especiales cuándo estemos inspirados, un estado que se produce aleatoriamente cuándo nuestra vida desciende durante un combate y que aumentará todas nuestras estadísticas durante un tiempo. Tendremos una barra de vida y una de maná que no se regenerarán tras los combates, por lo que tendremos que aprovechar al máximo las magias y objetos. También dispondremos de la opción de elegir la estrategia que seguirán nuestros compañeros, pero en esencia, tanto ellos cómo los enemigos son controlados por la máquina. El juego nos da la opción de desplazarnos alrededor de la zona de combate, pero no tiene ninguna utilidad salvo la de buscar el mejor ángulo con el que deleitarnos la vista, lo que es una pena, ya que podría haberse aumentado el componente estratégico según la zona desde la que ejecutemos los ataques. Podremos llevar a nuestro lado hasta a tres personajes aliados simultáneamente, cada uno con su propio nivel y estadísticas, pudiendo combinarlos cómo mejor creamos para realizar una estrategia efectiva.

Tras acabar los combates, entrarán en juego los campamentos, unas zonas desplegadas en las zonas centrales de los caminos que nos permiten descansar para recuperar nuestras estadísticas y realizar las acciones que haríamos en una iglesia, referentes a curar estados o guardar partida. Se une cómo novedad a estos campamentos la forja mágica, un minijuego de forja en el que utilizaremos todos los objetos que recolectemos a lo largo del mundo para crear armas y armaduras con las que podremos equipar a los personajes, que nos servirá de escusa para recorrer los mapas en busca de los elementos necesarios para craftear esa arma que tanto ansías. También nos obligará a estar más atentos al mundo que nos rodea, ya que tanto en los estantes cómo en los cofres podremos encontrar nuevos planos de objetos que fabricar.

Entre las novedades incluidas en esta entrega, destaca principalmente una de las que rompen con el estilo clásico del título para acercarse a las mecánicas de juegos de rol actuales, el árbol de habilidades. Cuando subamos de nivel, recibiremos puntos de habilidad para cada uno de los personajes, con los que podremos desarrollar su árbol personal. Estos árboles están divididos en cuatro zonas diferenciadas según un estilo de juego o arma, y nos permitirán desbloquear habilidades especiales, teniendo que desbloquear varias de ellas para habilitar las más rompedoras. Cómo característica adicional, podremos redistribuir el árbol a nuestro antojo, ofreciendo un componente de complejidad muy interesante al título.

Por otro lado, no todo son buenas noticias y uno de los temas más problemáticos de este Dragon Quest XI, es su dificultad. En general el juego no es excesivamente complicado, por lo que los jugadores que dediquen más tiempo a explorar el escenario y farmear pueden tener problemas si quieren encontrar algún tipo de reto. Cómo solución, la versión Occidental del título ha añadido un modo de dificultad adicional, la misión draconiana, pensado para los más profesionales del título, y que añadirá hándicaps adicionales a la partida seleccionados por el jugador, cómo no poder huir, no poder utilizar objetos defensivos, ganar menos experiencia…Es un modo interesante, sin embargo, se echa en falta un modo de dificultad alta más natural que le habría sentado cómo un guante al título.

La misión draconiana no es la única novedad que llega al juego en su lanzamiento en Occidente. Dragon Quest XI salió en tierras niponas un año atrás, y Square Enix no ha querido malgastar el tiempo invertido en trasladar la obra a nuestro territorio. Además de algunas mejoras gráficas, la obra llega con voces en inglés, que podremos quitar para tener una experiencia más tradicional. Otra novedad que puede pasar desapercibida pero que viene de perlas es el botón de correr, no disponible en la obra original y que se antoja indispensable para recorrer los enormes escenarios sin desesperarnos cuándo lleguemos a los clásicos callejones sin salida y sin recompensa que suelen este tipo de títulos.

En cuanto a su duración, Dragon Quest XI puede durar entre 55 y 60 horas para completar la campaña principal del título, teniendo una buena dosis de contenido secundario para quién no sienta satisfechas sus ganas de juego de rol, incluyendo varios tipos de coleccionables cómo las clásicas minimedallas, minijuegos cómo las carreras y los casinos, y la friolera de 60 misiones secundarias. Estas misiones no están demasiado inspiradas, y nos harán recorrer el mundo de punta a punta en varias ocasiones al más puro estilo recadero sin ofrecer demasiada recompensa, pero son interesantes para descubrir pequeñas historias del mundo que nos rodea y ciertas mecánicas del juego a las que ayudan a profundizar.

Mientras que el apartado técnico del título no brilla en excesivo, el apartado artístico de la obra es una verdadera obra de arte. Los clásicos diseños de Akira Toriyama que tienden a acompañar a la obra, cobran vida con un poderoso estilo cell-shading que, en lugar de utilizar colores planos, utiliza texturas para darle un toque de realismo que le sienta de maravilla, podemos observar hasta el terciopelo de la ropa de los protagonistas. Si el mundo ya destaca por su gran colorido, dónde el juego verdaderamente brilla es en el diseño de personajes y enemigos, son tan adorables que hasta cuesta enfrentarse a ellos.

El apartado sonoro de la obra está compuesto por partituras clásicas conocidas de la saga acompañadas de algunas nuevas. En ocasiones se echan en falta melodías orquestadas más actuales, pero en el fondo van de la mano del estilo clásico del título y le dan un toque más romántico a la propuesta. El juego está totalmente traducido al castellano, con voces en inglés para todos los personajes menos para el protagonista. Sería un ultraje que a estas alturas de la vida el protagonista de un Dragon Quest se pusiera a hablar.

Conclusión

Dragon Quest XI Ecos de un Pasado Perdido tiene un nombre que le viene cómo anillo al dedo. Recupera la esencia de un género que ya se consideraba perdido, recogiendo todo lo bueno y lo malo de los J-RPG tradicionales, dándole unas pequeñas dosis de los juegos actuales, todo ello envuelto en un apartado artístico que es una verdadera maravilla de la mano del inmortal Akira Toriyama. Yuri Horri y Koichi Sugiyama han creado una obra que ya por muchos es considerada cómo el mejor Dragon Quest de la historia, y eso en un mundo en el que existe El Periplo del Rey Maldito, es mucho decir. Encantará a los fans de la saga y del J-RPG tradicional. En cuanto a los que tengan miedo a adentrarse en el género, quedarán enganchados por una historia que sabe cuándo tiene que dar un buen golpe y por un apartado artístico de verdadero órdago.
Dragon Quest XI Ecos de un Pasado Perdido está disponible en PlayStation 4, y PC, y llegará más adelante a Nintendo Switch.

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Ramón Panduro
Ingeniero, médico, escritor, diseñador gráfico y profesor, pero sobre todo, amante incondicional del mundo de los videojuegos.

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