Subido a hombros de un gigante de la literatura como Robert Louis Stevenson y llevando por nuevos caminos a unos personajes inolvidables, incorporados al imaginario popular, este relato arrastra al lector en un torbellino más veloz que profundo.

 

Que el Dr. Jekyll y el Sr. Hyde son personajes que forman ya parte de la cultura popular es algo poco discutible. Y, sin embargo, me atrevería a decir que no es tanta la gente que ha leído el breve y brillante relato El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, salido de la pluma de Robert Louis Stevenson.
Yo mismo conocí su historia antes de leer la obra original, a través del cine, el cómic, la televisión y hasta la dramatización radiofónica.

Dr Jekyll y Mr Seek, publicado en fechas muy recientes por Roca Editorial, recupera los personajes de Stevenson para un nuevo relato. La pluma del autor australiano afincado en Edimburgo Anthony O’Neill los lleva por nuevos derroteros, capaces incluso de poner en cuestión algunas claves de la historia original.

El protagonismo de esta secuela recae en Gabriel Utterson, abogado y confidente del Dr. Henry Jekyll. Y la acción transcurre casi siete años después de la desaparición de su amigo el doctor y de la muerte del infame Edward Hyde.

Tras largos años de espera, inminente ya el vencimiento del plazo legal para recibir la herencia del desaparecido doctor, Utterson está a punto de tomar posesión de sus propiedades. Sus aspiraciones se ven frustradas cuando descubre que un hombre que dice ser Jekyll ha ocupado la casa de  éste.

Solo Utterson sabe con certeza que ha de tratarse  de un impostor, pues Jekyll y Hyde eran uno, y él mismo vio el cadáver de Hyde.
(Aunque las continuas referencias a lo largo del libro son suficientes para que la trama tenga sentido, conviene que el lector de esta obra conozca la historia narrada en el relato original).

«…notó que todo su cuerpo se reordenaba, oyó que sus huesos rechinaban y se curvaban, sus músculos se tensaban e hinchaban, su pelo crecía hirsuto, como el de un lobo, sus intestinos se llenaban de espuma, sus nudillos crujían, los dientes le serraban los labios, y probó la sangre como un elixir en su garganta» 

 

Sin embargo, el recién llegado se parece enormemente a Jekyll, se comporta del mismo modo y sabe cosas que solo él podría saber. Cuenta una historia de pérdida de memoria y exilio que convence a sus amigos y conocidos de que es quien dice ser.
Al fin y al cabo, ellos no estaban al tanto del secreto que unía a Jekyll y Hyde.

Por eso le resulta tan difícil a Utterson persuadirlos de que ese hombre no es el verdadero Dr. Jekyll.
Hasta tal punto es así que es él quien comienza a aparecer como sospechoso, creciendo las suspicacias ante lo que parece ser la resistencia del abogado a renunciar a la jugosoa herencia del reaparecido doctor.

Corroído por la desconfianza, atemorizado por las misteriosas muertes de quienes más cercanos se encontraban de Hyde y dudando incluso de su propia cordura, Utterson no ceja en su empeño en llegar al fondo del asunto.

En ese vertiginoso descenso a los infiernos lo acompaña el lector, atrapado desde que abre el libro en un torbellino de aires folletinescos. Quizá con más ritmo que fondo y puede que con personajes esbozados sin la profundidad que exige la verosimilitud. Pero tremendamente eficaz a la hora de entretener y divertir.
Tanto, que leí esta novela de dos tirones, intrigado siempre y sin estar nunca, ni siquiera al final, del todo seguro de lo que realmente estaba sucediendo y en qué medida era o no creíble el testimonio del protagonista.

Escribir la secuela de un clásico nunca es fácil.
Como lector, creo acertar al mantener una actitud abierta en lo que se refiere a la continuación de historias y personajes por manos distintas de las que los crearon.
Así que he disfrutado de esta lectura por lo que es en sí misma, sin esperar encontrar en ella un brillante reflejo futuro de la obra original.

«…encontró que su tremenda energía y sus miles de pensamientos apenas podían quedar contenidos en un solo cuerpo, de modo que se agitó, fue dando tumbos, gruñó y se rio, trotó y se encorvó, saltó y giró de un lado de la calle a otro, golpeó las farolas y aporreó las paredes» 

 

Se trata de un libro breve, de poco más de doscientas páginas, con letra de buen tamaño. Algo de agradecer en estos tiempos de novelas inacabables.

La edición, con encuadernación en cartoné negro y una bonita  ilustración y tipografía en la sobrecubierta, está muy cuidada.
El libro resulta perfectamente manejable y cómodo de leer.

La intachable traducción del inglés ha corrido a cargo de Ana Herrera.

 

 

Anthony O’Neill es un escritor australiano nacido en 1964 en Melbourne, que actualmente vive en Edimburgo.

Autor de éxito internacional en el terreno de la ficción histórica y detectivesca, su obra ha sido traducida a diecisiete idiomas. Dr. Jekyll y Mr. Seek es su última novela.

Puedes comenzar a leer este libro aquí.

Puedes encontrar Dr Jekyll y Mr Seek aquí:
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Fran Sánchez
Lector, conversador, escribidor.«Reading maketh a full man; conference a ready man; and writing an exact man.» (Francis Bacon)

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