Recuperando clásicos

Una de las herramientas propias del capitalismo para sobrevivir es el reciclaje. Cuando un electrodoméstico queda obsoleto o anticuado, se ve desposeído de su valor y queda apartado o retirado en un armario siendo sustituido por un aparato más nuevo y más barato que le sirve al capital para poder seguir avivando los fuegos del comercio con la transacción de nuevas mercancías. Esto es un hecho que más o menos todo el mundo sabe y que contribuimos cada día cuando compramos un móvil nuevo, una videoconsola, etc…

Lo que el ciudadano de a pie no conoce o no es tan consciente, normalmente, es que pasados unos años, el mismo capitalismo vuelve a recoger del armario aquello que hace un tiempo ya no servía y lo vuelve a introducir en el sistema con un valor añadido que lo vuelve a convertir en objeto de deseo: la nostalgia. Así es como el capitalismo integra lo viejo y lo nuevo en un mismo combustible para que impulse un motor que nunca pare de rotar.

Durante esta generación de consolas, hemos visto cómo este movimiento del capital para sacar provecho de lo que se pensaba que ya no tenía valor o poder también ha llegado al mundo del videojuego. El movimiento retro, si bien es una cosa que siempre ha estado presente desde la fundación de las sociedades contemporáneas, ha pegado más fuerte que nunca y no solamente ha llenado las estanterías de juegos de generaciones anteriores de segunda mano, sino que también ha inspirado a nuevos estudios para que sus títulos imiten a lo viejo en vez de pensar en nuevas maneras de innovar o sorprender.

Shovel Knight, Hotline Miami y Fez son algunas de las materializaciones de uno de los fenómenos que define a la cultura de los millennial, una mirada al pasado y una repetición de ciclos en el arte muy parecida al fin de la historia que vaticinaba Hegel hace ya unos cuantos siglos.

Octopath Traveler viaja a PC

El título que ocupa este análisis es hijo directo de este movimiento retro. Square-Enix, padres de títulos que arrasaban en las estanterías durante los 90, también supo ver esta tendencia a lo retro que se estaba experimentando en los videojuegos, y se puso en marcha para producir un jrpg para Nintendo Switch que evocara la nostalgia de la generación de los 16 bits a aquellos jugadores que lo probasen. Así nació Octopath Traveler.

Octopath Traveler es un jrpg que imita la estética de los juegos de rol japoneses que vivimos en Super Nintendo como Chrono Trigger, Final Fantasy, Secret of Mana… y la actualiza a la era HD. Esto se traduce en unos sprites y texturas que nos recuerdan a tiempos pasados y que a la vez crean un aspecto artístico muy llamativo y atractivo (sobretodo la mezcla de los sprites retro con los efectos de nueva generación) que constituye una de las bazas principales del título.

Cuando salió el año pasado para la híbrida de Nintendo, este aspecto gráfico fue lo que realmente llamó la atención de sus jugadores y, la verdad, que Square-Enix consiguió traer de vuelta los gráficos y el estilo de su época dorada con un lavado de cara que daba gusto de ver (puedes leer el análisis original aqui). Ahora que el juego ha llegado a PC, es incluso más vistoso gracias a su optimización a mayores resoluciones (aunque desgraciadamente no cuenta con 4K de forma nativa).

Si nos ceñimos a analizar las novedades de la versión de PC, el análisis ya estaría acabado, pues la única característica realmente inédita de este port es su optimización para ordenadores modernos y la posibilidad de elegir resoluciones mayores. Lamentablemente, el port se ha quedado en lo más listo y en Square-Enix no han añadido ningún tipo de contenido adicional a esta versión. Cosa que es bastante criticable, ya que ha llegado a Steam casi un año más tarde que el juego original y a un precio completo de 59.99 euros (con Denuvo).

Así que si ya lo jugaste de manera portátil o local en la consola de Nintendo, no tienes ningún motivo alguno para obtener esta versión. Si no lo hiciste, la cosa cambia, ya que Octopath Traveler es un título muy digno al tener en cuenta si te gustan los jrpgs.

Octopath Traveler: un jrpg con aroma clásico

Primero de todo, el juego goza de este estilo retro con el que abríamos el análisis que lo convierte en todo un placer visual. Los sprites y la estructuras retro se fusionan con los impresionantes efectos especiales y la limpieza poligonal de las producciones en HD creando un estilo gráfico único y precioso. Desde las ciudades a las mazmorras, pasando por los combates, Octopath Traveler luce unos gráficos muy bonitos que a veces dan ganas de encuadrar. Mención especial a los combates, cuyos ataques y habilidades especiales te invitan a revivirlos para verlos una y otra vez.

Y no sólo de gráficos vive el título, sino que el mejor apartado con creces del título concebido por los creadores de la saga Bravely Default es la jugabilidad. Al igual que en su versión para Switch, el port para PC no sólo se caracteriza por los gráficos retro sino que también por su manera de jugar, la cual también es un tributo a la era dorada de los jrpg. Octopath Traveler jugablemente sigue el esquema de los Final Fantasy tradicionales de Super Nintendo. Controlamos a un grupo de personajes, que para progresar en la historia que se nos relata tienen que atravesar ciudades, mazmorras y caminos.

Cuando nos encontramos en las ciudades podemos hablar con NPCs, comprar objetos, descansar y avanzar en la historia. Cuando terminamos en la ciudad iremos a una mazmorra o bien seguiremos recorriendo el mundo a través de los caminos que conectan la ciudad. Así sucesivamente. Durante los caminos o las mazmorras, nos encontraremos con monstruos de forma aleatoria, y entonces entraremos en una pantalla en el que veremos a todos nuestros personajes y al monstruo al que nos enfrentemos.

Combates por turnos, pero con matices

El sistema de combate es por turnos, cada personaje tiene una barra que se llena al pasar el tiempo y cuando lo haga, tendrá la posibilidad de actuar con un ataque, una habilidad, defenderse o lanzar un objeto. Hemos estado delante de este tipo de combates miles de veces y no hace falta que lo expliquemos. Lo que lo diferencia del resto de juegos por turnos y, que en mi opinión lo eleva y lo hace excelente, es la adición del sistema de roturas y de impulsos.

Cada enemigo tiene ciertas debilidades (ya sea contra un tipo de arma o elemento) y al usarlas sobre ellos, el enemigo “se romperá” y quedará aturdido, dándonos a nosotros un turno extra para atacar. Pero si a esto le añades el sistema de impulsos, una especie de puntos que se van ganando cada turno y que nos permite elevar al número de puntos nuestros ataques o habilidades, se crea una dinámica muy especial y divertida que agiliza los combates muchísimos y les da un punto de adicción que hará que no quieras soltar el mando.

Precisamente, en esta dualidad rotura – impulsos reside la verdadera magia del juego y es la máxima responsable de su éxito, ya que mantiene la nostalgia del sistema por turnos pero a la vez la actualiza con los estímulos rápidos que se necesitan para que algo te atraiga cuando pasas la época de la niñez.

Además, las clases de los personajes son cambiables y nos pasaremos varias horas combinando los 4 personajes que pueden luchar a la vez con distinto tipos de roles hasta que encontremos nuestra combinación perfecta. Y los roles de los personajes no solamente afectan a la hora de combatir, también a la hora de explorar ya que por ejemplo, el ladrón es el único capaz de abrir ciertos cofres, la cazadora de reclutar ciertos monstruos, etc…

Un port sin cambios

Lamentablemente, la historia y los personajes son los mismos que los de su versión original, no se han añadido líneas ni escenas. Así que el punto débil del juego sigue siendo este. Muchos pensadores dicen que el movimiento retro se caracteriza por no tener alma, por ser muy superficial y solamente imitar una corriente sin tener la verdadera profundidad o contexto que la sostenía. Este título se puede decir que cumple esta premisa, jugablemente y gráficamente es una delicia, pero cuando entramos a mirar su historia, el alma de un jrpg, es donde verdaderamente encontramos carencias y nos damos cuenta de que no está a la altura de los clásicos de los 90.

En Octopath Traveler controlamos a 8 personajes, los cuales tienen una historia individual que suele desarrollarse de la misma manera independientemente de quien tengas en el grupo. Es como si los personajes solamente viajasen entre ellos para satisfacer al jugadores, porque ningún vínculo los uno ni interactúan en el desarrollo del argumento de sus semejantes. El juego nos presenta 8 historias independientes que, si bien tienen cierto punto de unión en su final secreto, no tienen ningún tipo de correlación entre ellas.

Aunque el hecho de relatarnos la historia de 8 individuales puede tener cierto atractivo, el desarrollo de estas es muy simple y la oportunidad de profundizar y de juego que da una premisa se queda en nada. Su diálogo y argumento en general es muy pobre y no motiva a completar el título, todo lo contrario.

Si hablamos de la ost cumple sin más. Los temas también imitan a aquellos que podíamos escuchar a través de los chips de sonido de la Snes o la Megadrive, pero se quedan muy lejos de la fuerza que tenían los que estaba compuestos por Uematsu, Sakuraba, etc…

Aún así, la música acompaña y no se puede decir que tenga una mala banda sonora.

Sobre la duración, el juego ofrece unas 60 horas de diversión (e incluso más si decides ir a por el final secreto). Así que un 10 en este aspecto.

Conclusiones sobre Octopath Traveler

Así que cómo veis, la experiencia de este port de PC es exactamente idéntica a la que se nos ofrecía en Nintendo Switch el año pasado. Si os gustan los jrpgs y no lo habéis jugado, os recomiendo a que esperéis un poco a que baje de precio para hacerlo, ya que merece la pena. Si lo jugastéis en Switch, esta edición no ofrece nada prácticamente nuevo. Aún así, esperemos que el estudio siga este mismo estilo retro en sus futuros títulos, ya que le favorece mucho, y que consiga dotarlos de alma.

Teo Alarcón
Enseño y escribo a tiempo parcial, el resto lo paso viajando o consumiendo ocio. Especializándome en un mundo más coherente y tolerante. De Barcelona.

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