Desde hace un tiempo a esta parte, han vuelto al mundo de los videojuegos los productos cuyo mayor reclamo es su elevada dificultad y la alta probabilidad de fracaso. Esta clase de juegos, habituales en las consolas de 16 y 32 bits, se han convertido en un nuevo género en si mismos del que NiOh, que hoy nos ocupa, es su último representante.

El juego nos traslada hasta el año 1600 dónde tomaremos el control de William Adams, un marinero británico que en su intento de ayudar a la Reina Isabel I en la lucha contra España, viaja a Cipango junto a Saoirse, su espíritu guardián, para conseguir Amrita, un curioso mineral que oculta mucho más de lo que parece. Tras un primer viaje que le lleva a acabar encerrado en la Torre de Londres, descubre una conspiración por parte de Edward Kelley, uno de los consejeros de la Reina, que pretende usar el poder oculto del mineral para hacerse con el control del mundo conocido. Por desgracia pierde a su compañera durante la batalla, y junto a ella, gran parte de sus poderes.

Tras ello, decide viajar por segunda vez a Cipango para obtener venganza, parar los pies Kelley y recuperar a su guardiana, todo ello sin ayuda de nadie. Por suerte, al poco de tocar tierra, conoce a Hattori Hanzo, ninja al servicio de la familia Tokugawa, un señor feudal en plena guerra civil con el Emperador. Tras demostrar su habilidad matando yokais (demonios sedientos de sangre que aparecen en lugares dónde se han producido grandes masacres) el ninja le ofrece utilizar su red de contactos para encontrar a Kelley a cambio de luchar al lado de su señor.

NiOh

Y así comienza una épica historia que sabe mezclar muy bien los últimos años del periodo Azuchi-Momoya a través de los ojos de uno de los personajes más pintorescos de aquella etapa, el samurái occidental que luchó al lado de Ieyasu Tokugawa y le ayudó a establecer el Shogunato que daría comienzo a la era Edo, uno de los periodos históricos que más han inspirado a creadores de todo el mundo. A la vez, el juego se atreve a introducir la tradición sobrenatural de Japón, creando una mezcla arriesgada pero efectiva que sin duda nos ofrece algunos de los mejores momentos que podemos encontrar en NiOh.

El sistema de juego por otra parte vampiriza la saga Souls de una forma no demasiado acertada. Para aquellos que no hayan tenido la suerte de disfrutar de la franquicia creada por FromSoftware, se trata de una suerte de RPG de acción en el que nuestro personaje mejora sus estadísticas al ir eliminando a los muchos enemigos que encontrará en el camino. Lo que los separa de los incontables action-RPG del mercado es su endiablada dificultad y su clara falta de equilibrio entre el jugador y los PNJ, haciendo de la pantalla de fin de juego la más vista por aquellos que se atreven a asumir el reto.

Para enfrentarnos al mundo que nos rodea contaremos con cinco tipos de armas cuerpo a cuerpo (katanas sencillas, dobles, hachas de batalla, lanzas y kusarigamas) además de tres a distancia (arcos yumi, mosquetes y cañones de mano). Junto a ellas, tendremos la inestimable ayuda de espíritus elementales, especialmente útiles a la hora de luchar contra Onis, y de nuestras habilidades como ninja y hechicero Onmyo pudiendo crear así un guerrero versátil capaz de enfrentarse a cualquier situación y barrer el campo de batalla de enemigos con unos pocos movimientos.

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Para acceder a estos poderes tendremos que hacer uso de puntos de habilidad y experiencia, que serán gastados en los múltiples templos que se pueden encontrar en Cipango. Estos templos también nos permitirán recibir la bendición de los Kodama que rescatemos del campo de batalla, además de recuperar toda la vitalidad perdida. Pero también devolverán la vida a los enemigos que hayamos matado con anterioridad, por lo que su uso tiene un componente estratégico difícil de ignorar.

Como podemos ver, el sistema de juego parece directamente sacado de Dark Souls, aunque a diferencia de este, carece de la genialidad que convierte a los juegos de esta saga en una compra casi obligatoria. Esta falta de magia acaba convirtiendo gran parte de los niveles y misiones secundarias en situaciones repetitivas en las que un fallo es muy castigado, pero en las que no será necesario hacer uso de nuestro cerebro para enfrentarnos a las distintas situaciones, ya que una vez aprendida una, todas las demás serán muy parecidas.

La campaña del juego se divide en misiones que pueden ser misiones de historia o las ya nombradas misiones secundarias. Si bien las primeras suelen ser auténticos desafíos y altamente entretenidas, las misiones secundarias vuelven a mostrar la sensación de repetición que impregna gran parte del juego, ya que, por un lado tienen lugar en los mismos lugares que ya hemos superado y por otro ofrecen los mismos objetivos y sistemas de juego que las principales, siendo simplemente una repetición de algo que ya hemos hecho muchas veces, debido a lo habitual que es morir en este juego.

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También es importante comentar la forma en que obtendremos equipo durante el juego, ya que NiOh utiliza el mismo sistema de «looteo» de Diablo II. Esto quiere decir que cada vez que matemos a un enemigo, este tendrá un determinado porcentaje de dejar caer un objeto, una pieza de armadura o un arma, cada una de ellas con distintas características. Podremos modificar este porcentaje haciendo uso de la bendición de los Kodama haciendo así posible el enfocar nuestro desarrollo a aquello que necesitemos en cada momento. Por desgracia, gran parte de las armas y equipo pasan por ser simplemente distintas «skins» de un mismo objeto y las diferencias entre ellas suelen ser mínimas, lo que acentúa aún más la sensación de estar atrapado en una espiral continua de morir-conseguir experiencia y objetos iguales pero un poquito mejores-avanzar en la misión-morir otra vez.

En el apartado gráfico el juego ofrece una de las mejores ideas que hemos visto en los últimos años en un juego de consola; el poder elegir. Y es que en NiOh decidiremos si preferimos una mayor resolución (hasta 4K reescalados en PS4 Pro), una mayor fluidez gracias a una velocidad de refresco de 60 imágenes por segundo o un modo que equilibra ambos extremos, opción que debería estar desde ya en todos los juegos de acción de consola.

Por otro lado, el juego cuenta con un apartado visual que no se acerca a los mejores juegos de la consola (al menos en la PlayStation 4 clásica, que es dónde lo hemos jugado) y está más cerca de títulos cómo Bloodborne o Arkham Knight que de otros más recientes cómo Horizon: Zero Dawn y Final Fantasy XV. Esta falta de nivel técnico se evidencia en «trampas» tan llamativas como el recorte en las animaciones que sufren los personajes más alejados, que crea situaciones de comedia involuntaria francamente memorables, o una distancia de dibujado por debajo de lo esperado en un juego exclusivo de «la consola más potente del mercado», más cuando Breath of the Wild supera a NiOh en este y otros aspectos en un hardware mucho menos potente como es Wii U.

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Artísticamente por otro lado, el resultado es mucho más satisfactorio, representado de forma muy acertada los contrastes del Japón pre-feudal, con su llamativa mezcla de misticismo, belleza y el horror de la guerra y la pobreza que rampaban a lo largo y ancho del país del Sol Naciente en aquella era. Siendo así se le perdonan los escasos modelados de enemigos y la sobriedad casi sosa de algunos escenarios, gracias a un apartado artístico que cuando brilla, lo hace de verdad.

La banda sonora por su parte pertenece a ese elevado número de juegos en los que se limita a cumplir y acompañar la acción. Ningún tema chirría o aburre, pero tampoco enamora o pone nada en la mesa para ser memorable. El doblaje, siempre en versión original como siempre os recuerdo, compensa aportando una gran actuación por parte de todos los personajes principales, pudiendo diferenciar los diferentes acentos y la dificultad de hablar en un idioma que no es el propio, siendo así una buena muestra de cómo un buen doblaje te permite meterte en la historia.

Conclusión

NiOh es un gran juego con un gran problema; se parece demasiado a un juego mejor. Y es que, si hay que elegir entre comprar Dark Souls III o NiOh, el juego de FromSoftware es mejor elección en cualquier situación.

Eso sí, pese a no conseguir superarlo y ser algo repetitivo, NiOh cuenta con suficientes alicientes como para ser una buena compra, merced a una gran historia y un sistema de juego desafiante y que «picará» a cualquier jugador que se acerque a él, por lo que asegura unas cuantas horas de sacrificada diversión.

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Sp1ke
Maestro de inglés que recomienda cómics en español, ex estudiante de Dirección Cinematográfica que escribe sobre videojuegos y no películas y en general una contradicción andante. Mis primeras palabras fueron dos insultos, y de ahí, solamente he ido a peor.

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